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lunes, 17 de junio de 2019

UN DÍA TRÁGICO PARA LA 'REGENERACIÓN


UN DÍA TRÁGICO PARA LA 
'REGENERACIÓN'
MESA DE NEGOCIACIONES
Hace cuatro años, la gente salió a las calles a celebrar la llegada del cambio en muchas ciudades. Fue una jornada histórica, porque distintas plataformas alejadas de los partidos tradicionales lograron tomar el poder municipal en Madrid, Barcelona, Zaragoza, Valencia, Palma, A Coruña, Santiago, Cádiz y Ferrol. Hoy, en cambio, ha sido un día de celebración para los poderes fácticos y las grandes corporaciones. Un pacto vergonzoso entre el PP, Ciudadanos y la extrema derecha ha dejado las calles vacías y ha devuelto el poder local a las fuerzas de la reacción en casi todas las ciudades importantes, salvo Barcelona (gracias a los votos del disidente Valls), Palma, Valencia y Cádiz, además de A Coruña y Ferrol, donde los movimientos del cambio pasan de protagonistas a socios del PSOE.

La imagen de Esperanza Aguirre, veterana invigilante de la corrupción madrileña, en la puerta del Ayuntamiento de la capital afirmando que Vox es un partido “plenamente constitucional”; que era necesario desalojar del poder a la “comunista” Manuela Carmena y que Macron solo debe “meterse en los asuntos de Francia” resume una jornada trágica para la democracia. Muchos ayuntamientos del cambio pasarán a ser municipios de involución.

No era inevitable que fuera así. No estaba escrito en ninguna parte que los tres partidos de la derecha tuvieran que llegar a acuerdos. A estas alturas, el comportamiento del PP no ha sido ninguna sorpresa. Al fin y al cabo, Vox ha salido de su costilla. Llama más la atención la jugada de Ciudadanos, pues certifica el fin de la fantasía liberal de este partido, creado por un grupo de intelectuales catalanes “antinacionalistas” e impulsado luego por la gran banca y sus medios afines por todo el territorio nacional para tratar de frenar como fuera la entrada de Podemos en los gobiernos.

El presunto “liberalismo” de Ciudadanos ha acabado engullido por el ultranacionalismo español que defiende. El discurso de Rivera es tan extremo que ha terminado normalizando a un partido neofascista, al asumir sus ideas, su marco y sus exigencias sin el menor complejo. El precio que pagará será muy alto.

Pese a los desesperados intentos de la mayoría de medios por convencernos de que Albert Rivera era un nuevo Kennedy, su influencia internacional ha sido hasta ahora inexistente. Pero este movimiento de sumisión a la ultraderecha lo situará, y de hecho lo ha situado ya, como el hazmerreír de la Europa realmente liberal. El joven ambicioso que prometió regenerar la política española ha acabado sumando fuerzas con un partido homófobo, racista y machista y ha permitido mantener cotas de poder al partido más condenado de Europa. Rivera hizo posible primero el Gobierno de Susana Díaz y el de Mariano Rajoy; los 32 diputados de Ciudadanos votaron luego contra la moción de censura que Pedro Sánchez presentó tras la sentencia de la Gürtel en 2018, y a principios de este año los naranjas entraron en la Junta de Andalucía pactando con el PP y con el partido de Abascal. Su línea política parece seguir el lema “si no son corruptos, no los apoyo”. Si el Grupo Liberal Europeo quiere cuidar su prestigio, Ciudadanos debería ser invitado a abandonar sus filas.

La toma del poder del Trifachito en municipios y autonomías tendrá consecuencias gravísimas para las políticas de progreso y para los más desfavorecidos. Las diferencias serán abismales y no tardarán en notarse. Debemos contar con que los centros sociales, las asociaciones de vecinos, los colectivos antidesahucios, los inmigrantes, la Educación y la Sanidad públicas, las mujeres maltratadas, el feminismo, la lucha contra el cambio climático y la memoria histórica serán sometidos a escrutinio permanente, cuando no a persecución. Como se va viendo en Andalucía, la regeneración era también esto.

En CTXT no solemos practicar el deporte nacional favorito: hacer leña del árbol caído. Pero debemos dejar constancia de la responsabilidad de las fuerzas de izquierda y centro izquierda. Algunos candidatos ni siquiera pronunciaron la palabra ultraderecha en sus mítines. Y las fracturas internas no suelen ayudar a movilizar al electorado decisivo.

Ahora la realidad es la que es. La Restauración borbónica 3.0 está sellada y en España hay 8,5 millones de personas en riesgo de exclusión, 1,3 millones más que antes de la crisis y el austericidio. De modo que es fundamental y urgente que el PSOE y Unidas Podemos alcancen un acuerdo estable para gobernar el país durante los próximos cuatro años. Nos da igual que haya ministros con coleta, sin coleta, rojos, verdes o amarillos; y nos da igual también que la investidura la facilite Bildu, ERC o el Papa de Roma.

Lo crucial es salir del marco que impone la alianza entre ultraliberales y ultranacionalistas y pactar un programa de izquierdas; dejarlo firmado, hacerlo público, y después tender puentes con los otros grupos de izquierdas y de centro sensatos para desarrollarlo sin tensiones que lo desvíen del objetivo: proteger a los colectivos más débiles de las dentelladas de los cachorros del 3 de octubre.

La democracia se ha devaluado, la cuestión nacional impregna todo y el bienestar se ha esfumado. Es hora de que las izquierdas, que no han sabido pensar esta nueva derecha radical, se unan para revertir ese cambio estructural y cultural.

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