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miércoles, 5 de junio de 2019

JUAN CARLOS SE JUBILA POR BENITO SACALUGA


JUAN CARLOS SE JUBILA
POR BENITO SACALUGA
“Yo aquí ni toco bola ni pinto nada. Y la verdad es que yo creía que iba a ser como Franco, pero en Rey.”

En pleno debate sobre el futuro de las pensiones, el rey emérito nos ha dado a todos un magistral ejemplo para conseguir la sostenibilidad del sistema: se jubila voluntariamente a los 81 años. Ya ves, yo pensaba que esperaría un par de años más para que su edad al jubilarse coincidiese con la de su mentor, con la de Franco, al fin y al cabo el dictador fué como un padre para él, proporcionándole una corona y un trono, regalos que siempre vinieron bien a los borbones desde que, allá por 1700, al muy francés Felipe de Borbón, Duque de Anjou, le incrustaran en la testa la corona de España.
Nuestro Juan Carlos fue escrupulosamente educado en los Principios Fundamentales del Movimiento Nacional, o sea del franquismo.  Como alumno aventajado aceptó de muy buen grado todo lo que la dictadura le exigía, incluso que para reinar se obligase a su padre a una abdicación vergonzante. Por España, todo por España.
Al ser proclamado príncipe heredero del trono de España, Juan Carlos fue llevado a las Cortes, y en presencia de Franco, los suyos y los Evangelios, juró lealtad a Franco y fidelidad a los Principios del Movimiento Nacional y demás Leyes Fundamentales del Reino. Por la Corona, todo por la Corona.

La verdad es que a Juan Carlos le decepcionó un poco haber jurado tanta lealtad y amor por el dictador, cuando lo hizo pensaba que su futuro sería otro, pero bueno, una corona es una corona. Así se lo confesó a Sabino Fernández Campo (exjefe de la Casa del Rey) cuando gobernaba Adolfo Suárez: “Yo aquí ni toco bola ni pinto nada. Y la verdad es que yo creía que iba a ser como Franco, pero en Rey.”  (1)

Siendo príncipe pasó su vida de la mejor manera posible. Hasta se casó con la hija primogénita de un rey griego, una prima tercera suya. Una prima que renunció a sus derechos al trono griego e incluso a su religión, ya que siendo fervorosa practicante de la Ortodoxia griega hubo de convertirse al Catolicismo por imposición del dictador español. Por amor, todo por amor.
Cuando el dictador se fue al Valle, Juan Carlos se fue a las Cortes y todos los franquistas, con sus chaquetas blancas y sus camisas azules, le aclamaron como rey de España. Por el Franquismo, todo por el Franquismo.
Luego vino eso llamado Transición, con intento de golpe de estado incluido. Un golpe de estado que Juan Carlos aprovechó para erigirse como salvador de la democracia. Un golpe de estado confuso en cuanto a sus promotores, y cuya verdad quedará tan enterrada como la que atañe al asesinato de Kennedy. Quizás con un buen resultado Juan Carlos habría conseguido “tocar bola, pintar mucho y ser como Franco”, que es lo que de verdad ansiaba, corona incluida.
Desde entonces buena vida, de la mejor, distracciones sin fin, lujos, riqueza, cortesanas de medio pelo, cacerías, regatas, sky, amistades peligrosas… y un discurso al año. Toda una vida dedicada a España, y al trabajo bien hecho.
Ahora dice que ya no puede más, que quiere vivir su vida, lo poco que le queda de ella, dedicado a hacer lo que le de la gana y sin tener que dar explicaciones a nadie.

Cualquier día nos enteraremos de que ha fallecido, será entonces el momento de sus alabanzas, de las que le brindarán los monárquicos y los “juancarlistas”, junto con todos los politicos a los que se les de un minuto de cámara… El ABC triplicará su tirada. España se pondrá de luto, los republicanos españoles no.

Benito Sacaluga
(1) La gran desmemoria. Pilar Urbano.

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