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viernes, 21 de junio de 2019

ELLA


ELLA
DUNIA SANCHEZ
Las manos de ella, una luna, unidas a las manos de la otra ella. Un rumor soberano que viene del mar y la noche. Frente a frente, espíritus que flotan en medio de la nada y del todo.

Ella,1:
La noche. La noche temblorosa, efímera, hueco de los sueños del mañana, despertar de los poderes mágicos de las danzas de las ballenas. La luna está ahí presente. Yo aquí, tu aquí. Pareces no escucharme pero eres espejo donde el reflejo de mi conciencia, de mi yo evoca las ilusiones, las esperanzas empapadas de rectitud. No, no daré marcha atrás. Mis manos, posadas en las tuyas. Sé que no me ves pero me sientes, sientes la fragancia pacífica de mis pasos.
Ella,2:
No sé si conversas conmigo. No sé si hablas a la luna. No sé si sigues la melodía de las olas ¿las escuchas? Canturrean al tiempo que la luna vestida de blanco se acomoda en tus ojos ahí , en el horizonte. La noche parece aletargar las almas, la noche parece hacer una pausa con la hostilidad que carcome este planeta. No , no quiero violencia, no quiero la extinción de estas horas de un tiempo que parece que se detiene. No te das cuenta, estoy aquí, contigo. Somos almas desdibujada de una sociedad acabada, marchita , lamentando en su crítica al otro. No, no conversaremos de ello. No , no hablaremos de ello. Seguiremos la melodía de las olas. Cachalotes y delfines vienen a visitarnos con sus cantos agudos pero equilibrados.
Ella,1:
Mis manos te acogen, no te das cuenta…miras el infinito del cosmos con tus sentidos puestos en que tal vez podrás volar. Sí, puedes.  Vuela y vuela mientras cachalotes y delfines anuncian la despedida de la pena humana, del quejido inferna de un niño o niña en un lejana o tal vez próxima orilla. Sí, la queja ante el derrumbe de su vida, ante metralletas aniquilando lo que queda de sus huesos ¡Lamento¡ El lamento del siglo veintiuno. No mujer, no hemos cambiado en el paso de los siglos, si cabe aun somos peores. La inteligencia ambula precipicios ante los despiadados que la poseen. Y, sin embargo, cachalotes y delfines vienen a visitarnos.
Ella, 2:
Miras la luna, una cierta tristeza se mece en tus ojos cada vez más plomizos, cada vez más apagados. Mírame te digo. No escuchas. No oyes. Te embargas  en un pensamiento constructivo que a la vez es derribado por la mediocridad de esta esfera.  Todo es distinto. Todo es desigual.  Entonces, porqué no huir de los gritos agonizantes ante lo malo, lo malo del humano.
Ella,1:
La noche. Regazo de sabiduría, regazo de calma. Su mutismo me auxilia, te auxilia a las rajas de lo cotidiano. No escuchemos más lo maligno, lo diabólico de este globo. Mira…mira como se desinfla, roto de temblor.
Las manos de ella, una luna, unidas a las manos de la otra ella. Temprano, es temprano y se hunden en la homogenización de sus manos, de sus ojos, de sus cuerpos llevados por la marea. Lejos, muy lejos, donde la escoria de la existencia no las agote, no hagan de ella cenizas en las brumas que desorienta  de la luna. La luna, la luna llena, emanando cuajarones plateados de que quizás mañana será un mundo mejor.

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