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miércoles, 26 de junio de 2019

DERECHO A TECHO


DERECHO A TECHO
JM AIZPURUA
Están tirados en el suelo, su constitución les dice que tienen derecho a una vivienda digna, pero duermen en cajeros o entre cartones, y por delante de ellos pasan sus conciudadanos sin inmutarse y sin mirarlos a la cara.
En la evolución, algunos humanos se quedaron en paradigmas del pasado, y creen que su dios es mejor que el otro, que el mundo está lleno de rayitas en mapas para dividir, que los derechos están fijados por las rayitas que te rodean, que cada uno tiene lo que se merece, aunque sea unos mucho y otros nada. Les falta un hervor.
Pero para sentirse dignos y seguros, se inventan el título de “constitucionalistas” y con ello se creen con derecho a negar al semejante su dignidad y su humanidad. Hace 5 siglos los llamaron esclavos y hoy los llaman precarios o migrantes, pero la esencia de marginación es la misma y su sentido de la diferencia no ha cambiado. ¡Que poco avanzan algunos!
No quieren aceptar el nuevo siglo, que científicamente arrinconó sus paradigmas y hoy habla de un origen común del género humano, en contra de sus presupuestos supremacistas “españolistas” que justificaron la esclavitud y el robo de tierras y recursos, que, si malo fue en su tiempo ignorante, hoy es dramático que seres de este siglo quieran blanquear ese nefasto estadio de la humanidad y se agarren a él huérfanos de presente.
El neofascismo, aquí con tintes neofranquistas, avanza de nuevo por este camino equivocado como única senda para mantener sus privilegios y negocios; mal camino. Olvidan la historia y la capacidad de reacción de las capas populares, olvidan la guillotina, olvidan el palacio de invierno. Ya en este siglo sólo aquello incluyente, holístico, con la consideración de género humano tiene licencia ética para ofrecer futuro. Las prepotentes ideas de la casta para seguir dominando prescriben ante la posibilidad de conocimiento en Internet y la mayor preparación intelectual de las gentes.
Un capitalismo asfixiado, que busca una nueva línea en la precarización y la limosna social de la renta básica universal, deja obnubilado al antiguo proletariado que perdida su conciencia de clase y su capacidad de trabajo, es fácil de doblegar. La miseria ética e intelectual de los dirigentes de partidos contribuye al enorme avance de estas políticas neocons que mantienen al frente del imperio a un personaje de la catadura del gringo.
Mientras se grita ¡Venezuela! se ignora Haïtí, donde se desangra un pueblo “organizado” por los EEUU, con la colaboración de la ONU. Incongruencia, hipocresía, falsedad.
A mi me queda ya muy poco, pero este tramo final de mi vida se me está haciendo moralmente penoso. La indiferencia ciudadana que veo a mi alrededor augura una nueva sociedad canaria que volverá a conocer el drama del exilio. No lo merecen, pero como Madrid si paga traidores: les viene encima. Siempre la juventud fue la esperanza y ahora debe florecer un patriotismo canario, cuyas líneas están aún por realizar por una juventud ilustrada y ajena a los cantos de la sirena goda que varada entre tinajas petroleras lleva años de explotación y engaño. Sacar beneficios de las islas cuando los sin techo siguen al raso, no es algo ético en este tiempo.
Hoy ser canario-a no es lo mismo que ayer: hay más recursos intelectuales y más conocimiento de causa. Pero no es fácil y es a veces heroico presentar una visión del futuro canario basado en las necesidades de sus gentes y no en el balance de sus caciques. Esas nuevas vías son relatos que ya recorren nuestras calles.
Condenados a vivir de la esperanza: los sintecho del siglo XXI. ¿Es ético?

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