LOS RICOS ROBAN MÁS
ANTONIO MAESTRE
Esta sección se
llama 'Todo está en Bourdieu' esperando agazapada momentos de exaltación de la
distinción como el que ha brindado esta semana la Presidenta de la Asociación
de la Prensa de Madrid con su artículo sobre la honradez intrínseca asociada a
los ricos a raíz del gran patrimonio de Marcos De Quinto, nuevo diputado de
Ciudadanos y azote de los trabajadores de mi ciudad, Fuenlabrada [que en el
barrio no olvidamos]. Como ya tiene mucho dinero, no va a venir a la política a
robar, que eso es de pobres. Es de una lógica incontestable, y clasista.
"Que un señor
con esa fortuna forme parte de una lista electoral debería ser recibido como
una garantía de que no se va a dedicar a 'forrarse'". La frase del
artículo de Victoria Prego podría ser una broma ridícula que no admite más
discusión que una simple relación de nombres como Rodrigo Rato, Mario Conde,
Francisco Granados, Bernard Madoff, Jordi Pujol, Silvio Berlusconi, Joseph Lau
o Robert Allen Stanford. O podemos ponernos más científicos y citar el estudio
de Paul Piff, psicólogo social de la Universidad de Berkeley, que ha concluido
que tener más dinero aumenta las posibilidades de cometer comportamientos poco
éticos y que según aumenta el estatus socioeconómico bajan la compasión y la
empatía. En esta conferencia lo explica de manera amena con un experimento en
el que manipula el juego de Monopoly para favorecer a los jugadores con una
posición social alta frente a otros con una posición social baja. Tras ganar,
los primeros asocian su victoria a su capacidad y mérito, y no a las ventajas
de inicio que el juego les había proporcionado. Es un experimento sencillo para
que lo entiendan hasta los liberales.
Pero esa frase de
Victoria Prego esconde más. Y no es algo que se base en la constatación
empírica de los hechos. Es, como diría Slavoj Zizek, "pure ideology".
La familia de Prego
nunca tuvo problemas para conseguir el certificado de adhesión al movimiento
para ocupar cargos públicos y ha aprendido el poder que otorga el capital
social. Una enseñanza que precisa transmitir cada vez que tiene oportunidad y
así cerrar el paso a los puestos que siempre han ocupado los de su clase a la
chusma de baja estofa. Formar parte de la alta burguesía próxima al franquismo
ayuda a replicar ciertos comportamientos heredados, porque no solo se hereda el
patrimonio, sino también los comportamientos aprehendidos que ayudan a
perpetuar su posición.
Es propio de los
ricos y sus consortes mediáticos de la burguesía acomodada creerse que su
posición social de privilegio se debe únicamente a sus propios méritos y
talentos. Que nada tienen que ver en su éxito profesional las regalías de
clase, familia, entorno y capital. Por eso la pluma de Victoria Prego no cree
que haya tenido ninguna relevancia en su estatus preeminente el legado de su
padre Adolfo Prego, ilustre periodista del régimen que escribía en medios
falangistas junto a Pilar Primo de Rivera tras el triunfo nacional. Ni en el de
ella ni el de su hermano, el magistrado Adolfo Prego, que logró quitar de la
carrera judicial a Baltasar Garzón por querer dar justicia y reparación a las
víctimas del periodo que tanto ofreció a la posición social de su casta
familiar.
Pero el discurso de
Victoria Prego que ensalza las bondades del que más tiene lleva asociado un
desprecio nada disimulado al que menos posee. Si tener mucho es una garantía
para asegurar la honradez, tener poco conlleva una mácula de sospecha. Un pobre
que entra en política lo hace solo para enriquecerse. No es esta una proclama
nada novedosa en las líneas ideológicas de la carcunda española. De hecho, es
una de las líneas fundamentales de su ideario, enraizado en los orígenes de la
conformación del corpus doctrinario de la derecha española que se impulsó en la
época isabelina cuando se estableció el sufragio censitario por razón de
riqueza.
No nos creamos que
lo que subyace tras el discurso que considera más honesto al más rico y
sospechoso al pobre forme parte de la desinformación o la ignorancia. Quien
replica este mensaje sabe lo que hace, y precisamente porque es efectivo
seguirá haciéndolo sin importar la verdad ni las pataletas del vulgo
consciente. Ese discurso es un poderoso relato de dominación de clase, aquel
que considera que existen dogmas inamovibles que no pueden ser cuestionados
para preservar las prerrogativas del actual orden social. Que los ricos roban
más es ciencia. Que los ricos roban menos, ideología. Por eso es posible que
creas lo contrario.
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