EL ‘CANTÓN’ DE CÁDIZ
VANESA JIMÉNEZ
Hace cuatro años y
dos noches, en la ciudad que fundaron los fenicios, José María González Kichi,
candidato de Podemos, se convirtió, o casi, en uno de los alcaldes del cambio.
Entonces ganó el PP con 10 concejales, pero la suma de los ediles de la
izquierda acabó tres semanas más tarde –las negociaciones corrieron paralelas a
las del Gobierno de la Junta y se alargaron más de la cuenta– con 35 años de
bipartidismo en Cádiz. 15 del PSOE; los últimos 20 del PP de Teófila Martínez.
En estas
elecciones, el alcalde de la ciudad andaluza, licenciado en Geografía e
Historia, carnavalero y anticapitalista, quizás no por ese orden, ha salido
reforzado con tres concejales más, a uno solo de la mayoría absoluta. En medio
del ascenso generalizado del PSOE, y del naufragio de Podemos, Kichi es uno de
los dos alcaldes de la nueva política que resiste; el otro es Joan Ribó, de
Compromís, que seguirá al frente del Ayuntamiento de Valencia junto al PSPV y
ya sin el partido de Iglesias, que no consigue representación.
Adelante Cádiz, la
marca de Podemos en la ciudad, ha conseguido 13 de los 27 concejales del
Ayuntamiento y un 43,5% de los votos. Tendrá que seguir contando con el PSOE,
que se mantiene en los cinco ediles. El PP sufre un gran castigo, y pasa de 10
a 6 concejales. Ciudadanos gana uno y se queda en 3.
Minutos antes de
las doce de la noche, un tuit de Kichi resumía el resultado electoral: “Cádiz
resiste”. Y lo ha hecho de espaldas al aparato del partido en Madrid.
El 20 de junio de
2015, una semana después de que la plaza del Ayuntamiento de Cádiz se llenara
de gaditanas y gaditanos para acompañar al alcalde en su recogida del bastón de
mando, el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, iniciaba en el mismo
lugar la que había bautizado como ruta del cambio. “Lo que suceda en esta
ciudad en los próximos meses va a ser inspirador para nosotros en el camino de
ganar las elecciones generales”, dijo aquel día. Seis meses más tarde, Iglesias
volvió a elegir Cádiz para abrir la campaña del 20-D. Escoltado por el alcalde
y por Teresa Rodríguez, secretaria general en Andalucía, y acompañado por Íñigo
Errejón e Irene Montero, el líder de Podemos declaró ante el auditorio: “Quiero
ser presidente de este país, pero no vuestro jefe. Quiero ser un empleado.
Quiero ser el instrumento para que la gente humilde esté en las instituciones”.
Una legislatura
después, el distanciamiento entre Kichi e Iglesias se ha hecho transparente en
la campaña de estas elecciones. Ni rastro del líder en el sur del Sur. La
dirección de Podemos anunció mitin conjunto, pero el secretario general se
quedó en Sevilla. El alcalde alegó problemas de comunicación y agenda y
finalmente no hubo foto conjunta.
Hace un año, la
compra del chalé de Galapagar quemó varios puentes entre el anticapitalista y
el jefe del partido. Poco después de que Iglesias y Montero se hicieran con una
vivienda de más de 600.000 euros a 40 kilómetros de Madrid, González publicó un
comunicado en el que defendía el código ético de Podemos y “el compromiso de
vivir como la gente corriente para poder representarla en las instituciones”.
La cosa terminó con un intercambio de embestidas entre Juan Carlos Monedero,
siempre al quite, y el alcalde de Cádiz. Que nosotros entendemos que venda armas
a la dictadura de Arabia o que condecore a una virgen porque como alcalde tiene
que hacerlo (aquí Monedero). Que tú eres muy malaje, que no nos van a perdonar
que nos equivoquemos de bando, y que yo prefiero equivocarme con mi gente que
acertar solo (aquí Kichi).
La noche de la
primera victoria se celebró en la calle al ritmo de los pasodobles de la
comparsa de González, que cantó a Fermín Salvochea, alcalde anarquista durante
la Primera República y presidente del cantón de Cádiz. La noche de la segunda victoria
se gritaba “Cádiz resiste” a las puertas de la playa de La Caleta, muy cerca de
donde vive el alcalde y muy cerca también del lugar en el que Estrabón dejó
escrito que estaba el templo de Krónion en la Gadir fenicia.
Ese clamor de
resistencia rendía homenaje al poeta Juan Carlos Aragón, autor de grandes
letras del carnaval, talento insuperable, talante irreverente, muerto joven en
plena campaña electoral. Su comparsa de este año, La Gaditaníssima, que
acompañó a González en el último mitin, llevaba en la presentación una letra
premonitoria: “Cádiz resiste / Y tú resistirás / Llena de juventud / Llena de
carnaval / Mientras seas la cuna de la libertad”. Entre la alegría Kichi habló,
eufórico. De la gente, que había parado a la ultraderecha; del alcalde
anarquista, y de su amigo Aragón.
La campaña de
Adelante Cádiz nació y creció en positivo, como suelen hacerlo las de los
candidatos que lideran las encuestas. Frente al frío, la pobreza, los
desahucios, el miedo, los privilegios… ilusión, bienestar, feminismo, trabajo,
cultura, medio ambiente, derechos… “que nadie se atreva a decirnos que no se
puede”. Kichi paseó por plazas y medios la remunicipalización de los servicios,
el despegue de las energías renovables, el bono del agua, el avance en derechos.
Por si no era bastante, agitó la realidad de la extrema derecha en las
instituciones: “En la cuna de las libertades el franquismo no puede conseguir
ni un voto”. El partido de ultraderecha consiguió más de 2.000, un 3,77% de las
papeletas, y se quedó fuera del Ayuntamiento.
El 15-M saltó por
los aires el 26-M en casi toda España. Resistió Cádiz.
Tras las elecciones
de 2015, Kichi, alcalde entrante, cambió un retrato del rey emérito Juan Carlos
I de su despacho oficial del Ayuntamiento por uno de Fermín Salvochea. La nueva
política ya estaba escrita en el siglo XIX.
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