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domingo, 14 de abril de 2019

ROJOS

ROJOS
JM AIZPURUA
Las oligarquías no tienen argumentos democráticos para justificarse, y siempre utilizan insultos para referirse a sus oponentes con el objeto de no medirse argumentalmente con ellos. El Gobierno español de 1936 sufrió un golpe militar en abril que preparó la oligarquía, el clero y los militares traidores, para conseguir bélicamente lo que por vía electoral no conseguían: el poder. Y cuando ganaron militarmente el poder, llamaron a los legales: rojos. Sin discusión.
Con un Régimen fascista y dictatorial, masacraron durante 40 años a los rojos, mientras ellos se enriquecían vituperando a Europa y la democracia. Su nacional-catolicismo elevó a las más altas cotas la estupidez intelectual y la basura moral de un Sistema hazmerreir de propios y extraños. Les reventó en los 70 pero se recompusieron con un ¿nuevo? Sistema en el 78, que aparentaba maneras, pero, en el nuevo siglo enseñó impúdicas sus vergüenzas y la monarquía quedó al descubierto con una corrupción que salpicaba a la casta dirigente incluso al Molt Honorable.
¿Y que fue de los rojos?
Los rojos fueron los funcionarios leales, incluidos guardias civiles y policías, las buenas gentes que respetaron las leyes, algunos partidos políticos, los obreros y campesinos que junto con las mujeres eran los que más esperanzas habían puesto en una República para que les liberara del régimen monárquico que dirigido por generales, obispos y señoritos, los sojuzgaba por generaciones. Y esta tropa, tras 3 años de guerra civil, absolutamente incivil, hubo de morir, exilarse, o padecer represión.
Y hoy los lerdos neofascistas, vuelven a llamar rojos, o podemitas, o indepes, o terroristas, a los que no piensan como ellos. Siempre es la misma lucha de etiquetar para no confrontar ideas y proyectos.
Ahora nos dicen que los buenos españoles deberán armarse para que no les violen a sus hijas… ¿Quiénes? ¿Los rojos violadores? Esto ya suena a “deja vu”, a consigna prebelicista, a renuncia a la confrontación democrática para conseguir el poder en pugna bélica.
No les hagamos caso; dejémosles bramar y mentir. Hoy como ayer, las buenas gentes somos nosotros, los que día a día buscamos un nuevo horizonte para un Estado desestructurado y en el que desgraciadamente caben gentes como ellos. Sin engaño y sin miedo, nadie seguiría las torpezas de esta gente que solo aspira a enriquecerse a costa del sufrimiento popular. No hablan de pensiones, ni de empleos juveniles dignos, y quieren las mujeres de nuevo en la cocina, y piden pistolas para imponerse. Denles cuerda que ellos solos se ahorcarán.
No pierdan el tiempo combatiendo sus ideas, oriéntense en lograr consensos y equilibrios de poder alternativo. Necesitamos una nueva Constitución del siglo XXI y un nuevo reparto de togas para aplicarla pues en la anterior se coló mucho esperpento fascista. Un intento de consenso es necesario y la democracia obliga a participar a los rojos en ella, y a los indepes, e incluso a estos neofascistas, y lo que salga: será el Estado español siglo XXI. Lo de ahora es un espejismo que el calor del alba ha despejado y que muestra miserias por todos lados.
En 14 de abril de 2019 añorando el entusiasmo republicano de Eibar en 1931

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