LAS MUJERES MALAS SIEMPRE
SON OTRAS
ILKA
OLIVA CORADO
Hemos crecido en
sociedades en donde los patrones patriarcales están enraizados de tal manera
que nos amarran los pies y sin nuestro esfuerzo por soltarnos será imposible
avanzar. Esos patrones nos dictan normas, una pauta a seguir que somos
incapaces de cuestionar, este modelo viene con:
estereotipos, racismo, homofobia,
clasismo y misoginia de los cuales nos nutrimos muy bien todos los días desde
el momento en que nacemos: en casa, en la escuela, en la comunidad, en el
trabajo y; en la edad adulta inculcamos a nuestros hijos también y a todo ser
humano que esté a nuestro alrededor. Estamos en el centro de una madeja de
patrones patriarcales que no nos permiten ser, ni respetarnos ni respetar a los
demás especialmente a las mujeres.
Un sistema creado
para abusar al género femenino en todas sus formas; es limitante, más bien
mutilador, es un sistema que nos dice que la mujer todavía no llega al concepto
de ser humano, porque si fuera un ser
humano sería respetado en sus derechos y eso aún no sucede, es vista como un
ser inferior incapaz de formular un análisis crítico, por ejemplo. Ese sistema
mutilador que aun no nos ve como
personas, nos ve como objetos y es así como objetos que nos tratan desde el
momento de nuestro nacimiento.
Un objeto para
placer del hombre, un objeto al que se le puede maltratar, pegar, asesinar,
desaparecer y tirar a la basura como a
cualquier chirajo; porque no existe ni sistema de justicia ni sociedad
capaz de reaccionar ante el abuso de un ser visto como inferior al que no se le ha dado la categoría de persona.
Cuando una mujer es
abusada no importa su condición social, ni color de piel, ni religión, es tan
víctima como la obrera más pobre de un arrabal, y puede ser desaparecida de la
misma forma así tenga millones de dólares en su cuenta bancaria. No cuentan
el dinero ni la condición social ante el
macho abusador. Un cuerpo de una mujer destrozado en un basurero siempre
será para la sociedad y el sistema
machista el de una puta que en algo andaba metida y que por eso la mataron
así. Ni en cuenta el término violencia
de género ni feminicidio.
Se le sentencia a
la primera: era una puta que en algo andaba metida y por eso terminó así. Aquí
es donde entran las otras mujeres malas, es mala quien aparece asesinada en un
feminicidio, no importa si quien la asesinó es su pareja, su esposo, su novio,
un compañero de trabajo, un familiar, un desconocido, es lo mismo: la mataron
por puta.
Puta, puta si
pensaba por sí misma, puta por vestirse como quería, puta por buscar su
independencia, por denunciar a su acosador-abusador, por no denunciarlo por
miedo. Y sentenciamos dueños y señores del irrespeto: es que si no denunció es
porque le gustaba, es porque tenía la culpa, es que…, cualquier pretexto para
excusar al abusador y re victimizar a la víctima.
Señalamos desde
esos patrones patriarcales, machistas y misóginos con los que fuimos criados y
no buscamos arrancar de nuestro cerebro, llenos de estereotipos y
mojigatos lanzamos cualquier tipo de improperio contra una víctima de
este sistema que fue hecho para la mutilación de la mujer, en todas sus formas.
Siempre y cuando la
víctima sea una desconocida, las desconocidas siempre serán las mujeres malas,
por quienes no tenemos afectos, ni lazo de sangre o conexión emocional. Ellas
siempre serán las putas que en algo andaban metidas y que por eso terminaron
así. Pero las cosas cambian cuando la golpeada, la asesinada o la desparecida
es un miembro de nuestra familia, una amiga cercana o una conocida, cuando hay
afecto o conexión emocional entonces se siente el dolor, la rabia y la
impotencia que por insensibles somos incapaces de sentir cuando la víctima es
otra.
Todos tenemos que
lograr que este sistema patriarcal cambie, que cambien los contextos, arrancar
la raíz machista y misógina. Eliminar
esos estereotipos que hacen que nos señalemos unos a otros, menospreciándonos
por género, color, credo. La violencia de género es responsabilidad de todos,
en todos los peldaños de la sociedad. Padres de familia, maestros,
entrenadores, vecinos, ciudadanos en general. Tenemos que arrancarlos de
nosotros mismos y tener la responsabilidad de levantar la voz, de
involucrarnos, de señalar y explicar en cada ocasión que escuchemos a alguien
decir cualquier tipo de pronunciamiento machista y misógino en contra de las
niñas, adolescentes y mujeres.
No esperemos que
lleguen a acciones, no esperamos que lleguen a extremos, todo comienza con una
frase que se pronuncia y se sentencia como ley o como norma. Putas, putas somos
todas las mujeres, porque todas buscamos libertad, independencia,
desarrollarnos, crecer, tenemos sueños, y ésa es una mujer puta para el
patriarcado por ende todas lo somos. En el sexo, la única diferencia es que
unas somos más activas que otras, no hay mujeres santas, salvo para la doble
moral de la religión manipuladora y violenta.
No seamos los que
señalemos a la mujer mala (que no existe)
que por puta le pasó lo que le pasó, seamos quienes arranquemos esos
estereotipos de raíz. Seamos quienes expliquen como puedan, con sus propias herramientas, sin intimidarse, en
cualquier espacio, en cualquier ocasión, porque es sumamente necesario, los que
estén luchando día a día por erradicar el patriarcado, el machismo y la
misoginia de nuestra sociedad.
Es urgente, no
queremos más mujeres maltratadas, golpeadas, asesinadas y desaparecidas por
machos que se creen dueños de nosotras y
que nos ven como objetos de su pertenencia.
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