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jueves, 25 de abril de 2019

ESO; NO ES.


ESO; NO ES.
JM AIZPURUA
Que tristeza ver los líderes de 2019 en Campaña Electoral. Me parece estar viendo a los del pasado siglo, atacándose los unos a los otros, ignorando las necesidades populares, engañando a un pueblo mal formado haciéndole creer que sus males son por el vecino y por los inmigrantes. ¡Qué poco se nos pegó de la Democracia europeísta!
Las Dos Españas, los Bloques, los Rojos y Nacionales (¿cuál era la Nación de los Rojos?), vuelven a tirarse coces y nadie piensa que, en la península, todos deben coexistir y de lo que se trata es de dar con fórmulas que permitan convivir consensuadamente, sin tener que retarse cada cuatro años y volver a mirarse con odio puño en alto o mano facha. Eso ya es muy antiguo y hoy se debe vivir en su entorno entre dispares y que cada uno se meta en el templo que desee y en su cama queden para él sus preferencias y eso no es lo importante ni asunto del Estado: lo es el equilibrio social.
La inercia, la vagancia, la desinformación del creyente del “siempre fue así; es lo que hay”, nos lleva al absurdo social del obrero de derechas, del rojo millonario, del que vota como si fuera una quiniela que acertar. De ahí que los resultados electorales nunca arreglen nada. Siempre seguiremos de segundones de los franco-germanos en una UE de la que no aprendemos nada.
La República y el nuevo siglo XXI, trajeron expectativas de progreso: mujeres, obreros y campesinos, nacionalistas periféricos, pensaron que al fin su reconocimiento llegaba. Pero la mano dura del dictador y su heredero78 nos tiene en 2019 ante una frustración permanente. Antes fue el Imperio, luego la Dictadura y ahora es la Constitución78. Siempre se inventan “Algo” para que unos pocos dicten las normas a los demás y con ello vivan en la opulencia.
El relato histórico es pieza fundamental en esta dominación que hoy día pretenden asimilarla a la Democracia los que nunca fueron demócratas, nunca respetaron al diferente, y recurrieron a las armas cuando los demás avanzaban en sus conquistas democráticas.
Reforcemos nuestro relato, el ocultado, el perseguido, el ridiculizado por expertos historiadores del pesebre mas indigno, aquel del docto que mal informa por un plato de lentejas.
Este relato es el que generación tras generación se trasmite oralmente en las familias con las debidas precauciones para que el políticamente correcto no se vea alarmado. El silencio es norma del que sufrió consecuencias por sus ideas y no quiere que sus vástagos lo repitan, pero si quiere que ellos sepan la verdad.
Es hora ya de terminar con el silencio.
La casta que detenta el Poder, se basa en imponer “una nación”, perenne, eterna, en la que ellos son llamados a dirigir y disfrutar.  Pero, la realidad, maldita realidad los desmiente. Corren por la península, rojos, azules y desteñidos, tienen cuatro o cinco patrias, y otras muchas patrias chicas, y ya casi nadie reza, pero los que lo hacen no es de la misma manera. Dicen que hay 47 millones habitando, pero solo 19 trabajan ¿de que vive el resto?
¿Y Portugal, Andorra y Gibraltar? ¿Qué pintan Ceuta y Melilla?
La fachosa, no quiere ver la realidad y desde sus púlpitos privilegiados (comunicación, enseñanza y tradición) se agarra como lapas a la Historia e impide que el conocimiento penetre en sus dominios y las clases populares tomen conciencia de su pasado y miren sin miedo a un porvenir de progreso.
Sin entender el pasado no veremos el buen camino al progreso.
Y mirando atrás veremos cosas que nos aterrarán, que es necesario olvidar, pero hay otras que es necesario conservar. La solidaridad hizo al mono humano dominar la naturaleza, y hoy embarcados en el individualismo feroz y competitivo, que culmina en Trump, debemos recuperar la solidaridad, la fraternidad, lo que nos une a los vecinos y nos sirve para entender al diferente y convivir. Ese es un buen camino.
Ver a los del debate; nos confirma que vamos por mal camino.

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