EL TÚNEL...(TEATRO)
DUNIA SANCHEZ PADRON
Un ambiente hostil.
Un niño de corta edad a ras del viento gélido. Un barracón. Un golpe.
PERSONAJES
NIÑO
CAPATAZ
COMPAÑEROS
MIRLO
ANCIANA
ACTO 1
ESCENA 1
Niño:
Ya es hora de
levantar. No sé porqué me encuentro cansado pero me tengo que levantar. Ir a
trabajar. Tengo hambre, mucha hambre. La
bocina suena y me produce rigidez en mis movimientos pero me tengo que
levantar. Tendré que hacer mucho hoy y lo haré, para comer. Anoche soñé. No sé
muy bien Creo que eran mis hermanos. Sí, creo que yo tenía otro hermano. De mis
padres no me acuerdo ¿tuve padres? Mi sueño alejado del hoy me unía a un juego.
Sí, si…ahora recuerdo y ello me hacía feliz. Ya es hora de levantar y el
cansancio no me deja pensar. Recurro a mi sueño y ello me hace feliz. Así, un
sueño feliz. El capataz viene, la bocina no deja soñar y yo merodeando en el
sueño que me hace feliz. Ya de pie voy donde sus gritos llaman. Hoy hay que
trabajar mucho. Piedra tras piedra
cogeré para que los mayores, los más grandes que yo sigan su trabajo.
Capataz:
¡Venga ya es hora
de levantar¡ Manada de gandules. Las
horas se van y antes que la noche nos toque con su descanso hay que trabajar.
Sí, si…después queréis dinero. Sí, si…después queréis comer ¡ No¡ Primero
atender al trabajo, tenemos que terminarlo. Venga, a levantarse. Hoy no estoy de humor. Por culpa de ustedes el jefe me ha echado una
bronca ¡Culpables¡ Sois culpables. ¡Estos enanos¡ Queréis ser mayores pero no,
nunca creceréis. Seréis nada más que miseria. Hay mucho que trabajar para madurar y que os podáis ganar la vida.
¡A levantar¡ y no lo repito más. Estoy agotado de que tenga yo que venir a
buscarlos para que vayáis al campo de trabajo. ¡No¡ no habrá desayuno en el día
de hoy , ya es muy tarde. Y a ti que te
pasa. Porqué me miras con esa cara sonriente. Ahhhh….te estás riendo de mi
(zas) Así aprenderás.
Niño:
No señor. No estoy
riéndome de usted. Es…es que.
Capataz:
¡Qué carajo
intentas decirme¡ Es que…Ya sabes lo que es que. (zas) Quiero que ahora mismo
te levantes y vayas deprisa a tu puesto de trabajo. No, no agaches la cabeza.
Solo eres un vago y no llegarás a nada, a nada…(zas)
Niño:
No señor. No me
pegue más. Ya voy. Ya voy.
Capataz:
Rápido, rápido.
( Y se levanta. Y
va a su labor con sus piernas doloridas después de los azotes. Tiene que
recorrer muchos kilómetros a pie hasta el lugar)
Camina más deprisa
¡Más deprisa¡ Y esto va para todos, hay que ser puntual lo exige el jefe.
( El capataz los
mira. Como se van del barracón. Una nota de desprecio invade sus venas.
Enfurecido, sigue gritando con fusta en mano)
Joder, que hecho yo
para mandar esta manada de gandules, de imbéciles. Será la edad, no saben de lo
correcto o no correcto. Ya aprenderán, ¡qué si aprenderán¡
Niño:
Me duelen las
piernas y hace frío, mucho frío. Andaré más rápido para ser puntual, para
llegar al campo de trabajo. Entiendo a mi capataz, somos unos ineptos. Me siento avergonzado, muy avergonzado de que
me encontrará aun durmiendo. Qué no estaba durmiendo, estaba no sé, soñando
despierto. Me queda mucho por aprender. Demasiado. Mis compañeros me han
adelantado y es que me duelen las piernas. No puedo ir más deprisa pero tengo
que hacerlo. Tengo que llegar a la hora del comienzo.
Compañeros:
Te estás quedando
atrás. Ya has escuchado al capataz. Hay que ser puntual. No podemos esperarte
si no nos pasará como a ti.
( el niño escucha
sus amigos y le da una patada a una piedra del camino)
Niño:
¡Ay¡ Qué dolorido
estoy. Esperarme, no puedo ir más rápido. Chicos ¡esperarme¡ No me dejéis solo.
(Todos sus
compañeros avanza, el se queda atrás. Cada vez más atrás, hasta que sus figuras
son difuminadas por la distancia)
ESCENA 2
Solo. El paisaje es
al mismo tiempo demoledor y apasionante. Un desierto de piedras y el frente a la nada. Sus compañeros ¿dónde
estarán? No lo han esperado. Es tanto su agotamiento que le da igual. Su ritmo
es pausado. Su ritmo es triste. Su ritmo es apagado. Su ritmo es ausente a lo
que le rodea. Su respiración se calma y
se sienta sobre una piedra. Solo. La sed y el hambre se hacen hueco en su
estómago, en su garganta y parece delirar. Las piernas aun le duelen un poco
pero es como si no las sintiera, como si las hubiera tragado el vacío que cabalga
junto a él.
Niño:
Se han ido todos.
No puedo más. Aquí en el silencio de mi cuerpo, en el hambre y la sed que me
azota estoy invadido por ese sueño. No,
no es sueño es real. Veo a lo lejos venir alguien de mi estatura. Seguro que es
el. Seguro que se acercará a mí y me abrazará. Yo lo espero. Me duelen las
piernas y no puedo caminar hacia él. Hoy me encuentro débil, parece que me
desmayo y un hormigueo recorre mis manos ¡No¡ tengo que mantenerme firme,
aunque, sentado esperándolo ¡Qué silencio¡ y el está más cerca. Estoy
mirándolo, su cuerpo se agranda a medida que se acerca, a medida que el sueño
me golpea. No, no quiero dormir.
(El niño no se
duerme aún, espera arrinconado en una roca. La figura llega hasta el. Algo
balbucea pero no se entiende. Se posa en su frente y en el acto se transforma
en un mirlo negro de pico naranja. La
persona que veía era un mirlo. Un mirlo
gigantesco, con alas plateadas en su corpulencia negra)
Mirlo:
Me cofundes, no
importa. Aun respiras, ello es importante. Ser vital ante las circunstancia de
la existencia. Duerme tranquilo, te traeré algo de agua y tal vez podamos
conversar y tal vez puedas animarte y tal vez quieras seguirme. Me veías de lejos, la lejanía confunde a los
ojos, a los ojos desfallecidos, a los ojos lastimados, a los ojos del hambre, a
los ojos castigados por las inclemencias humanas. Agua y agua, te rociaré de un
viejo árbol no muy lejos de este desierto de piedras allá tras aquellas
montañas al fondo donde la vida es distinta, donde la espesa niebla reverdece
todo lo muerto, donde todo se mueve en la alegría del vivir ¡Qué digo¡ tú no
sabes de eso, pero es real, la vida no es esto. Es una explosión de emociones
que corretean por cada paso que darnos, a veces, sin darnos cuenta. Ahora,
espera, fugaz con los astros que vendrán en el nocturno estaré aquí. Sí, aquí,
contigo.
(el mirlo se va,
deja al niño azocado con algunas plumas plateadas para que descanse hasta que
el vuelva. Plácidamente, como un soplo de vida el niño duerme. El frío se ha
ido, el dolor se disipa paulatinamente a medida que el calor penetra en su
cuerpo. En su cuerpo de niño. Se hace por unos momentos que pueden ser horas un
callar, el viento norte lo rodea pero no se aproxima, sigue con su sentido,
sigue con su ritmo, sigue cortando rostros de mirada indecisa ante el)
Viento:
Uhmm…ha estado aquí
el mirlo plateado. El protector de las almas caídas por el desdén de los demás,
por el desprecio de este mundo te sanará. Ya verás cómo te recuperaras y
después qué…no sé. Yo sigo mi rutina natural, evocando la gélida atmósfera al
resto, a ese resto que no tiene excusas para matar una flor en pleno
nacimiento. Uhmm…te ha dejado bien arropado con sus plumas de plateadas. Ha
llegado a tiempo, antes que yo con mi fuerza, con mi brusquedad rompiera toda
tu entereza. Pero no creas que es adrede, solo es un impulso de mi carácter
aferrado a mi naturaleza. Soy el viento del norte, un viento que hace temblar
por sus cuchillos helados a muchos, menos a ti. A ti, te dejo, tienes la señal,
la del viejo mirlo plateado. Por ello, no te toco. Uhmm, sigue durmiendo.
(El viento norte se
va, se extingue de la zona del niño y habla para sí mismo mientras sigue su
ruta)
Uhmm…las
desventajas para estos muchachos jóvenes en este mundo son muchas, demasiadas.
Tanto frío, tanta incertidumbre, tanta penuria y más. No , no hay oportunidad
cuando eres un niño, una mujer, no sé, todo se vuelve oscuro. Uhmm... No
tardará en venir el viejo mirlo plateado, vendrá y no sé lo que hará. Yo
continúo en mi soledad, en mi silbido impertinente, monótono observando con
celeridad cada desgracia, cada sonrisa.
ESCENA 3
Diminutos ríos
conforman un paraje donde la naturaleza viva desde miles de años conquista las
raíces entusiasmadas en su verticalidad. En el boscaje donde la bruma y hojas
gigantescas hay una infinidad de arboles. Pero hay uno especial, el más anciano
de esa explosión de la madre tierra. El viejo mirlo plateado va hacia él
mientras sus pensamientos se vuelcan en el niño, en la niña, en muchos que les
han cortado el paso antes de brillar en la madurez de los años.
Mirlo:
Aquí estoy, todavía
no me ido a otros lugares de este planeta. Vuelvo a este maravilloso lugar
donde la naturaleza crece y crece en su curso natural. Hola querido árbol de la
vida, estoy otra vez en tu tierra y me siento agraciado y me siento dolido y me
siento con lágrimas amargas ante lo que
discurre bajo la atmósfera que nos rodea.
Árbol de la vida:
Sí, aquí estás. Tú
que corres este mundo atrapando cada gota cruel. No hace falta que me digas a
que has venido. Tal vez , alguna mujer o hombre presa del olvido. Tal vez,
algún anciano o anciana presa de la soledad . Tal vez, algún espíritu inocente
presa de lo injusto, de abusos. No sé, no atino a averiguar, dime de qué se
trata.
Mirlo:
Ahhhh…árbol de la
vida. Estoy cansado, cansado de tanta basura sobre aquellas vertientes no nace
el sol. El lado oscuro de las almas se empeña en hostigar, en martirizar, en
tortura al más indefenso de los indefensos. Sí, es cierto, vengo a pedirte
ayuda. Necesito de tu agua, de tu savia para sanar una existencia. Una vida
pequeña. Una vida corroída en su corta edad. Ahhh…dime árbol de la vida, cómo a un pequeño pueden robarle la sonrisa,
las ganas de continuar por los largos pasillos de esta existencia. Ahhh…dime
árbol de la vida, cómo puede morir este mundo que tenemos ante tanta
destrucción. La verdad , que aquí quieto contigo, mis pensamientos me llevan a
la tristeza. Una cierta angustia desquicia mi corazón y me siento cobarde. Sí,
cobarde. Somos cobardes…muy cobardes.
Árbol de la vida:
Uhm , lo que me
cuentas es repetitivo. Los siglos caminan pero el ser humano no cambia. No, no
cambia. Tan grosero. Tan grotesco. No todos. Peo hay que ser valiente para
alzar la voz en un grito de basta ya. Toma de mi lo que quieras, ya soy viejo.
Alimenta a esa criatura y si puedes, enséñala a cantar, a volar, a manejarse ante
las tempestades de la rutina, del hoy. Vuela viejo mirlo, vuela hacía el, no
hay tiempo que perder. Uhm y si puede ser que haga una visita, ya veremos que
hacemos de él. Anda, anda agujerea mi cuerpo y toma de mi líquido, de mi agua.
( y el viejo mirlo
de alas plateadas con su pico naranja, hace un agujero en tronco y toma de su
savia de la vida y se marcha con sus pensamientos)
Mirlo:
Qué triste son los
humanos en su soledad. Qué triste es son las barbaridades de sus mentes
abiertas al daño. Qué triste es no darse cuenta de lo desastrados que son. Qué
triste qué no sepan cantar. Qué triste que no sepan bailar al ritmo de sus
vivencias. Qué triste son sus quejas. Sí, sus quejas. De vez en cuando me
aburren, un cierto hastío de enojo ante los que no merecen respeto. Pero hay quien no dice nada, solo callar y
callar. Arrinconados en un túnel donde ellos buscan su propia luz, su propia
verticalidad. Me alejo de este paraje hermoso, casi perfecto y ya estoy donde
la desolación muerde las venas. Veo al chico, en su letargo, con el placer de
mis plumas arropándola del más cruel de los fríos, del más bestial de los
golpes.
ACTO 2
El Verdor es
exultante. Manantiales que corre en toda la dimensión del paraje. Arboles de
enorme estatura azocando. Un sol que penetra en sus entrañas.
ESCENA 1
Niño:
Despierto. No hay
piedras alrededor de mi ¿dónde estoy? Tal vez esté muerto por lo que puedo
observar. Y ¿mi hermano? Recuerdo que lo estaba esperando cuando me dormir de
agotamiento. Mis piernas ya no me duelen. Las muevo y también mis brazos y
siento su rápida recuperación ¿ dónde estoy? Quizás estaré soñando todavía pero
yo vi a mi hermano y no está. Miro a todos los lados y desconozco donde se
encuentra. Apenas hallo restos del ayer. Sí…sí, yo trabajaba o creo que trabajaba.
El sol incide en mis ojos y no me deja ver con aplomo todo lo que rodea. Me
levanto. Me estiro. No hay dolor, ni siquiera alguna tristeza conversando
conmigo. Por qué estoy aquí. No, estoy soñando. No puede ser real. Hay mucho
color, sobre todo el verde. También hay mucho fresco que llega a mi cara y me
agradable. Me doy cuenta de una cosa, estoy solo en este extraño lugar. Nunca
había visto esta clase de paisajes y me conmueve. No se ha donde caminar. Toco
las palmas para comprobar que no estoy soñando y me siento, siento mi cuerpo
¿dónde estoy? ¿Cómo he llegado a este lugar? No salgo de mi asombro. Sí, estoy
asombrado. Lo que es cierto que hay una cosa que no tengo, el miedo. El miedo
se ha ida. No me da miedo este lugar. Beberé un poco de agua, de aquí. Hay
arroyuelos por todas partes y no veo a ninguna persona.
La anciana:
Hola buen amigo.
Pero qué joven eres ¿Quién eres tu?
Niño:
(se encoge de
brazos ante la anciana)
¿Quién soy yo? Un
chico. Estaba buscando a mi hermano. Sabe, lo vi antes y no recuerdo bien.
La anciana:
¿Lo viste antes y
no recuerdas? Qué hermano es ese.
Niño:
No sé.
La mujer:
¿No sabes? Para
empezar no he visto ese que dices que es tu hermano ¿Seguro que tienes un
hermano?
Niño:
(dudoso)
Sí o creo que sí.
Yo antes de dormirme lo vi acercarse.
La anciana:
Chico, no creo que
tengas algún hermano ¿lo habrás soñado? Yo domino con mis ojos este boscaje y
al único que he visto es a ti ¿por lo qué he averiguado te ha traído el viejo
mirlo plateado?
Niño:
Eh.
La anciana:
Si, ese viejo pájaro
que no sé donde se ha metido ahora. Qué el de explicaciones.
Niño:
(sin comprender)
Eh.
La anciana
Tú no sabes por lo
que puedo saber. Ese viejo pájaro te ha traído hasta aquí y algún motivo
tendrá. Bebe agua y duerme un poco más. El vendrá y te dirá el por qué. Yo lo
llamaré. Anda cierra los ojos. Cierra y cierra tus ojos. Sueña por unos
instantes, un sueño grato, alegre, que te lleve a sitios bellos y buenos.
(él niño se queda
dormido nuevamente)
¿De dónde lo habrá
traído el viejo mirlo plateado? Y si lo acogiera como mi hijo. Hijo que no
tuve, hijo en la muerte del paso del tiempo. Mi vientre seco dice de mi vida en
este rincón aunque de su esplendor siento solo silencio en mis secas y
arrugadas carnes. Hijo que no tuve, hijo de la muerte en el paso del tiempo.
Ay…tendré que hablar con el viejo mirlo de alas plateadas. Cierta alegría ha
vuelto en mí, una alegría que nadie palpa, que nadie saborea solo los corazones
sentados en el aislamiento, en las manos desérticas, en el pecho hueco. Soy
feliz y me entra ganas de canturrear en un murmullo para no despertarlo ¡Viejo
mirlo plateado¡ ¡Viejo mirlo plateado¡ dónde estará.
ESCENA 2
Llega la luz del
mediodía, el viejo mirlo plateado posado en una gran rama somnoliento y la
anciana que va a por él
Anciana:
Saludos gran viejo
mirlo plateado.
Mirlo:
(seco)
No me molestes
todavía querida mujer.
Anciana:
Tengo que hablar
contigo y creo que ya sabes el tema.
Mirlo:
No me molestes
todavía por favor.
Anciana:
Hay un chico en
este bosque, este bosque prohibido a la pisada humana ¿Por qué viejo mirlo
plateado? Porqué lo has traído aquí. Porque segura estoy de que has sido tú con
tu grandes alas, con tu gran cuerpo ¿De dónde viene? Está muy cansado. Sabes
que soy lista y he realizado mis investigado el árbol de la vida me ha dicho
que has si tu. Si, tu. No quisiera hacerle daño. Pero como sabes aquí no puede
estar, esto es un lugar secreto y mágico a la vez. No podemos dejar entrar esa
especie humana corrompida aquí. Somos puros…ah…mira este bosque…su colorido, su
frescor, su vida. No, no podemos contagiarnos de sus corrosivas lenguas, de sus
venenosas manos. Sabes, sé que me estás escuchando. Me he transformado en una
anciana de vientre seco. Y pensándolo bien no me importaría al ver a ese chico
volver al mundo de los vivos. Ay, viejo mirlo plateado ¿qué has hecho¿ Me aleje de ello ante la ruptura de mis
sentidos. Una muerte precoz, una muerte inesperada, una muerte en aquel lugar
donde las olas rompen con las rocas. Luego , no recuerdo más, aquí, en la
invisibilidad de mis manos, de mis piernas y con el perdón de un llanto
infinito. Como espíritu he rogado al árbol de la vida que me dé una segunda
oportunidad. Y sabes, he bebido de su sangre y soy ahora carne y soy ahora
huesos. El me lo ha dicho que tú has traído de algún paraje desolador,
melancólico, aberrante. Yo tendré que retornar con él y tú lo sabes viejo mirlo
plateado.
Mirlo:
(neutral, seco)
Una segunda vez,
que así sea. No me molestes todavía.
Anciana:
Solo dices que no
te moleste todavía ¿por qué? Me dejas dudar, aquí con este cuerpo de mujer
retorcida por la existencia pero con un espíritu joven. No me das respuestas
¿Ha qué esperas? Uhmm…me hace pensar que me dejas libre en la toma de
decisiones. Yo alma vagando en las entrañas de este bosque en la soledad eterna
me veo convertida en mujer. Sí, mujer y me dices que no te moleste todavía. El
chico duerme y despertará. Dime…dime viejo mirlo plateado lo que he de hacer.
Aunque soy sombra de un ayer que no recuerdo, solo el andar por este sitio en
pena por algún castigo que no logro entender, que no logro descubrir, me hallo
ahora otra vez humana. Uhmm…es cierto que en la otra vida yo no era así viejo
mirlo plateado y tú lo sabes. Pero no te culpo, supongo que el tiempo en su
memoria ha pasada. Ahora soy una vieja de vientre seco que quiere acoger a ese
niño ¿ Es esto lo que me aguardaba la espera? Mis ojos son vivos, tonada del
olvido, tonada del ahora. Cuerpo de mujer. Sí en el ayer tuve que ser una mujer
o un hombre , no lo sé. No me ayudas viejo mirlo plateado. Contesta.
Mirlo:
(esbozando un
suspiro)
Qué más te da lo
que hayas sido en el ayer querido espíritu de este bosque. Qué ahora no tienes
nada que hacer aquí. Coge el chico y llévatelo. Esto es una segunda vez, ¿te
recompensa ello? Mira tus manos. Mira tú ser. Solo un ser, da igual lo que
seas. Eres anciana, eso crees. Pero no.
Solo es la sabiduría que se apoderado de ti como hija de esta tierra donde has
estado desterrada. Aún tienes tiempo, vete lejos …muy lejos. Donde los
precipicios no os lleven al abismo. Donde los martillos humanos no devasten
vuestra felicidad. El chico no puede despertar, esto es un lugar secreto, es
solo un sueño y nosotros formamos parte de él. No existimos. Solo un sueño…
FIN
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