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sábado, 30 de marzo de 2019

LA GUERRA SUCIA DEL PP


LA GUERRA SUCIA DEL PP
JUAN CARLOS ESCUDIER
Aun así, calificar a Fernández Díaz como el cerebro de la trama sería excesivo, no ya por rebajar la gravedad de sus acciones sino por la duda más que razonable sobre la capacidad neuronal del personaje. Sólo alguien a falta de uno o dos hervores se hubiera dejado grabar en su propio despacho por los mercenarios que dirigía, convirtiéndose a la vez en rehén de los mafiosos con placa a los que amparaba.

Para desarrollar sus actividades criminales se valieron de supuestos periodistas, algunos de ellos directamente a sueldo de la red, que fueron publicando en sus medios las noticias falsas o manipuladas que se les proporcionaban, ya fueran informes policiales apócrifos o información personal robada. Tanto los citados informes como las pretendidas revelaciones aireadas por dichos medios sirvieron de base a denuncias judiciales y acciones institucionales, cuando no sostuvieron la ofensiva política del partido del Gobierno contra la oposición.

Los hechos conocidos hasta el momento habrían sacudido los cimientos de cualquier democracia seria, pero aquí a lo más que se llegó fue a crear una comisión de investigación parlamentaria sobre el uso partidista de los recursos del Ministerio de Interior en la llamada ‘Operación Cataluña’ que se cerró en falso. Aun así, su dictamen, con el voto en contra del PP y la abstención de los regeneradores naranjas de Ciudadanos, concluyó que se había creado una estructura policial destinada a obstaculizar los escándalos de corrupción del partido del Gobierno y perseguir a sus adversarios. Ni los mandos policiales, que ya se habían ido jubilando y recibiendo medallas pensionadas, ni los políticos asumieron ninguna responsabilidad.

El caso exige una auténtica investigación parlamentaria que delimite si la dirección de las cloacas se circunscribía al Ministerio del Interior o se encontraba tras los muros de Moncloa. Urge también que el PP descabalgue de sus listas electorales y prive del aforamiento a los señalados por el escándalo, tentación que parece conjurada. Comprobaremos así si los ángeles de la guarda también protegen a indeseables.

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