LA GUERRA SUCIA DEL PP
JUAN CARLOS ESCUDIER
Aun así, calificar
a Fernández Díaz como el cerebro de la trama sería excesivo, no ya por rebajar
la gravedad de sus acciones sino por la duda más que razonable sobre la
capacidad neuronal del personaje. Sólo alguien a falta de uno o dos hervores se
hubiera dejado grabar en su propio despacho por los mercenarios que dirigía,
convirtiéndose a la vez en rehén de los mafiosos con placa a los que amparaba.
Para desarrollar
sus actividades criminales se valieron de supuestos periodistas, algunos de
ellos directamente a sueldo de la red, que fueron publicando en sus medios las
noticias falsas o manipuladas que se les proporcionaban, ya fueran informes
policiales apócrifos o información personal robada. Tanto los citados informes
como las pretendidas revelaciones aireadas por dichos medios sirvieron de base
a denuncias judiciales y acciones institucionales, cuando no sostuvieron la
ofensiva política del partido del Gobierno contra la oposición.
Los hechos
conocidos hasta el momento habrían sacudido los cimientos de cualquier
democracia seria, pero aquí a lo más que se llegó fue a crear una comisión de
investigación parlamentaria sobre el uso partidista de los recursos del
Ministerio de Interior en la llamada ‘Operación Cataluña’ que se cerró en
falso. Aun así, su dictamen, con el voto en contra del PP y la abstención de
los regeneradores naranjas de Ciudadanos, concluyó que se había creado una
estructura policial destinada a obstaculizar los escándalos de corrupción del
partido del Gobierno y perseguir a sus adversarios. Ni los mandos policiales,
que ya se habían ido jubilando y recibiendo medallas pensionadas, ni los
políticos asumieron ninguna responsabilidad.
El caso exige una
auténtica investigación parlamentaria que delimite si la dirección de las
cloacas se circunscribía al Ministerio del Interior o se encontraba tras los
muros de Moncloa. Urge también que el PP descabalgue de sus listas electorales
y prive del aforamiento a los señalados por el escándalo, tentación que parece
conjurada. Comprobaremos así si los ángeles de la guarda también protegen a
indeseables.
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