“DETESTO LO QUE DICES, PERO DEFENDERÉ HASTA LA MUERTE TU DERECHO A
DECIRLO”
(Evelyn E Hall, biógrafa de Voltaire)
MOVIMIENTO
POR LA UNIDAD
DEL
PUEBLO CANARIO
Probablemente nadie ha definido
mejor que Evelyn E Hall en qué consiste la libertad de expresión, ese
antiquísimo principio democrático que constituía la esencia del funcionamiento
de la sociedad wanche en general y de los Tagorores en particular que,
poniéndola en práctica, elegían a los Menceyes, Faicanes y otros representantes
de la avanzada organización social de la Canarias precolonial, avanzado
desarrollo social que el Vaticano cercenó autorizando en 1344, mediante la bula
“Tue devotionis sinceritas”, del papa Clemente VI, la conquista de Canarias
ante el temor de que la democracia y costumbres libertarias de nuestros
antepasados fueran emuladas por los pueblos europeos, libertad de expresión que
estuvo vigente en Canarias hasta 1402, aciago año en el que tuvo lugar el
primer asentamiento del colonialismo en el Rubicón, Titerroygakat (ex Lanzarote).
Igualmente estuvo vigente la libertad de expresión en la democracia ateniense
iniciada en el siglo VI antes de la era cristiana así como en la República
Romana, que se desarrolló desde el año 509 hasta el 27 antes de la era
cristiana, prácticamente cinco siglos.
La libertad de expresión, un derecho
humano fundamental. La “Carta Magna”, arrancada al rey John, presionado por la
rebelión de sus barones, se firmó en el año 1215. Posteriormente ha sido
considerada como la piedra angular de la libertad en Inglaterra. Tuvieron que transcurrir casi 600 años hasta
que, en 1789, la Revolución Francesa se dotó de un documento fundamental,
denominado “La Declaración de los Derechos del Hombre”, reconociendo la
libertad de expresión. Posteriormente, en 1791, la primera enmienda de la
constitución de los Estados Unidos de América garantizaba cuatro derechos
fundamentales: la libertad de religión, de expresión, de prensa y el derecho de
reunión. En 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó, unánimemente,
la Declaración Universal de los Derechos Humanos, mediante la cual todos los
Estado miembros están obligados a promover los derechos civiles, económicos y
sociales como derechos humanos, incluyendo la libertad de expresión y religión.
Vulneración de la libertad de
expresión. Es famosa la afirmación de Sócrates, en el año 399 antes de la era
cristiana, ante el tribunal que lo sometía a juicio: “Si esta vez me ofrecieran
dejarme salir, bajo la condición de que ya no pueda decir lo que pienso, les
responderé: ‘Hombres de Atenas, obedeceré antes a Dios que a ustedes’”. Fue en
1344, como hemos anotado previamente, cuando el Vaticano decidió autorizar al
príncipe Luis de España y Cerda para que sometiera a una Nación entera, nuestra
patria, Canarias, mediante la citada bula, todavía vigente, para acabar, como
también hemos comentado previamente, con el avanzado desarrollo social de la
sociedad wanche, así como cercenar el ingente desarrollo
científico-tecnológico, a los que la citada institución denomina “adoradores
del Sol y de la Luna”, pues los científicos wanches en general y los astrónomos
en particular habían descubierto que la Tierra giraba en torno al Sol, al que
denominamos Magec, y no al revés, como sostenía hasta ese momento tanto el
Vaticano como la ciencia occidental. No es casualidad que todas las capitales
de Canarias estén orientadas hacia el Este, el lugar por donde primero se hace
visible Magec. Posteriormente, en 1633, le tocó el turno al científico italiano
Galileo Galilei, que había confirmado lo que sostenían los investigadores
wanches, o sea, que no es el Sol quien gira alrededor de la Tierra, sino esta
alrededor de aquel, siendo condenado por la inquisición a morir quemado en la
hoguera si no renegaba de su descubrimiento, en la que el Vaticano tenía
sobrada experiencia, no en vano había quemado más de cinco millones de mujeres
acusadas de practicar la brujería y cuyo único “delito” había sido saber leer y
escribir. Galileo firmó la declaración que le pusieron delante no sin antes
tener la precaución de anotar al margen la famosa frase: “Eppur si mueve” (“Sin
embargo se mueve”).
Insuperable trabajo de los
activistas en defensa de la libertad de expresión. Son muchas las personas que,
con una irreductible convicción, bregan para hacer efectiva la libertad de
expresión, entre los que se encuentran periodistas, científicos, activistas
sociales y personas demócratas en general, arriesgando incluso su vida ante lo
peor de la especie humana, el Homo sapiens bellicosus, a los que hay que alejar
tanto de las instituciones de poder como de cualquier influencia social dado
que, lamentablemente, son los que controlan los medios de comunicación masiva y
las organizaciones que ostentan el poder en las plutocracias: sistema de
gobierno en el que las acaudaladas élites ostentan el poder.
De lo que no se habla no existe. En
el caso de Canarias, pendiente de aplicar la Resolución 1514(XV) de 1960 de las
Naciones Unidas sobre la concesión de la Independencia a las naciones y pueblos
colonizados, suscrita por el caduco y fascista régimen monárquico y colonial
español, aunque, vergonzosamente, se abstuvo en la votación, el cerrojo
informativo es más sangrante si ello fuera posible, pues los citados medios de
comunicación masiva defienden, también vergonzosamente, lo más rancio del
colonialismo, pese a haber sido condenado por la justicia internacional como
responsable de genocidio y crímenes de lesa humanidad, cómplices por lo tanto,
crímenes que, dada su gravedad, nunca prescriben. Esta errática trayectoria
lleva a tales medios a ni siquiera mencionar la situación colonial de Canarias
dado que las palabras no son inocentes y, por lo tanto, de lo que no se habla
no existe, silencio que extienden a las organizaciones que, justa y
legítimamente, reclaman la Descolonización e Independencia de nuestra patria,
Canarias, como el Movimiento por la Unidad del Pueblo Canario, secundados,
incomprensiblemente, por medios que se definen como democráticos e incluso
defensores tanto de la liberación social como nacional de Canarias: no se
equivoquen ¡Nuestro adversario político es el colonialismo y los esbirros a su
servicio ¿Oíste pariente? La consecuencia inmediata es que nuestros
compatriotas, cada vez más conscienciados del interesado sometimiento colonial,
dejan no sólo de comprar sino ni siquiera leer estos manipulados medios, que
pasan de unas manos a otras, como hemos comprobado recientemente, ante la
insostenible azote económico que sufren, pues nuestra gente no sólo no los
considera portavoces de sus anhelos y aspiraciones sino, al contrario,
execrables enemigos.
En conclusión, la libertad de
expresión, ese baluarte democrático apreciado por las sociedades desde hace
milenios, actualmente se encuentra más amenazado que nunca, por lo que se hace
necesario incluirlo entre los irrenunciables valores de una sociedad moderna y
progresista.
Ministerio de Ciencias
Sociales de la
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