CITY OF JOY: MUJERES SANANDO MUJERES
ILKA
OLIVA CORADO
En ningún tiempo de
la historia de la humanidad ha sido
fácil ser mujer, el patriarcado se encarga de hacernos la vida insoportable con
su misoginia y machismo; desde el inicio de los tiempos se emprendió una guerra
contra las mujeres que conforme pasan los siglos crece en lugar de desaparecer;
porque somos el peor enemigo de los cobardes que temen a nuestra fuerza,
capacidad, inteligencia, entereza y
resistencia. A lo que somos capaces de hacer si llegáramos a gobernar el mundo
en lugar de los hombres, si estuviéramos en las posiciones de poder que nos
niegan.
Entonces, nos
insultan, nos golpean, nos abusan sexualmente, nos mutilan, nos desparecen y
nos asesinan. El documental Ciudad de la alegría, o City of Joy como es su
nombre original en inglés nos muestra la crueldad humana y de qué forma ésta
guerra estructural se empecina en atacar a las mujeres que sobreviven en el
último peldaño de las clases sociales en la África mancillada, específicamente
en la República Democrática del Congo.
Las empresas
trasnacionales, las minerías, los traficantes de diamantes, de cobalto, de
oro, de todos los minerales que sacan de
África para la industria mundial y que llevan la sangre de miles de familias
destruidas, de pueblos enteros acabados y expulsados de sus tierras, de miles
de niñas, adolescentes y mujeres violentadas sexualmente como forma de
destrucción masiva a los poblados. Porque por nuestros patrones patriarcales
sabemos que una mujer jugada a ningún
hombre importa, una mujer que fue tocada por otro hombre en lo más íntimo de su
ser sin haberse casado antes se
convierte en la apestada de la comunidad, así es como estas grandes mafias de
la extracción minera utilizan la violación sexual como el arma principal para destruir los poblados donde con la autorización de las
mafias del gobierno extraen los minerales que se llevan prácticamente de forma
gratuita.
Son turbas de
paramilitares que toman los poblados, queman las casas, disparan, violan y se
van; dejando heridos física y emocionalmente a los sobrevivientes. Un tipo de
bandas que trabajan para el gobierno, adolescentes producto de violaciones
sexuales, adolescentes a quienes les mataron a sus familiares, que lo han
perdido todo y que posteriormente son
contratados por estas mafias para que ellos mismos acaben con otros poblados de
la misma forma en que acabaron con los de ellos
otros hombres jóvenes que también lo vivieron. Entonces violan, golpean,
mutilan, asesinan a otras mujeres para sacar la rabia de lo que otros les
hicieron a sus hijas, hermanas, primas, abuelas, esposas, madres, amigas. Una
cadena de violencia patriarcal que beneficia a quienes hacen de la clase obrera
el lomo que sostiene el descaro del mundo. Acabando con el tejido social del
poblado, acaban con la resistencia, así es como se llevan toda la riqueza
mineral de África, así es como lo han hecho milenariamente.
Un día un doctor de
un poblado se vio sobrepasado con la cantidad de mujeres que llegaban mutiladas
en sus partes genitales, fue el horror, él pensó que era otra guerra y jamás se
imaginó que era específicamente la guerra contra las mujeres: violarlas,
golpearlas, mutilarlas para destruir el tejido social de los poblados. Así es
como el doctor Mukwege realizó cirugías
reconstructivas a más de 40,000 niñas, adolescentes y mujeres que llegaron al
hospital después de ser atacadas por las milicias que destruían sus
poblados. Cirugías de reconstrucción
vaginal, porque la saña, la finalidad no era solamente violarlas sino
destruirlas físicamente también.
Y nace City of Joy,
o Ciudad de la alegría, un centro de
sanación donde mujeres atienden a mujeres, donde se cura para curar. El doctor
Mukwege (ganador del Nobel de la Paz 2018) Christine Schuler Deschryver quien es activista y defensora de Derechos Humanos y Eve Ensler
(creadora de Los monólogos de la vagina) deciden fundar el centro al que
ingresan las niñas, adolescentes y mujeres que han sido víctimas de violencia
sexual, están ahí durante 6 meses y reciben ayuda de psicólogas, trabajadoras
sociales y otras mujeres que han sobrevivido a la violencia sexual de estas
turbas, de estas milicias que se encargan de limpiar el terreno para que otros
se lleven a costa de vidas y desgracias familiares los minerales que se
esparcen por el mundo en tecnologías, por ejemplo: de teléfonos celulares
inteligentes.
6 meses donde las
abrazan, donde tienen la oportunidad de dar sus testimonios y hablar, de
reconstruirse, de conocer lo que a otras
les ha pasado, de saber que no están solas, de sanar: mujeres sanando mujeres.
No soy de
recomendar ni películas, ni libros, ni nada, pero City of Joy es una muestra de
la capacidad que tenemos las mujeres para levantarnos, ponernos en pie y
continuar. Es una muestra del amor humano, de la solidaridad, de la sanación
del alma y es un testimonio también y una evidencia de la maldad humana, de lo
que somos capaces de hacer para obtener riqueza y poder a costa de la vida de
otros.
Lugares como Ciudad
de la alegría no deberían existir porque no debería existir la violencia
sexual, no debería existir el robo de tierra ni el robo de minerales, no
deberían existir las milicias, los paramilitares, las bandas de traficantes de
minerales, no debería existir la maldad humana. Pero existe y gracias a que City of Joy está, cientos de mujeres han
podido sanar gracias al amor de otras, a los oídos de otras que se han sentado
a escuchar, a la humanidad de otras que tuvieron la capacidad de sanarse para
sanar.
City of Joy es un
documental revelador, cruel, duele verlo, los testimonios de violencia sexual
son desgarradores pero es necesario que se vea en cuanto lugar sea posible,
porque necesitamos educarnos sobre todos los tipos de violencia contra la mujer
y los fundamentos que hacen que esta guerra en lugar de ser erradicada crece
cada día más.
Por mi parte
agradezco a cada una de las mujeres que participaron en este documental, las
veo como mis hermanas de sobrevivencia y admiro su capacidad de resistencia, su
valor para dar sus testimonios frente a otras y dejarse grabar por una cámara.
Admiro su capacidad para reponerse y continuar y su profundo amor para darse y
sanar a otras. Ése debería ser nuestro canal de comunicación entre
mujeres: sanarnos unas a otras, jamás
destruirnos entre nosotras. Y admiro también y agradezco a quienes decidieron fundar
Ciudad de la alegría.
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de la autora | @ilkaolivacorado
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