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jueves, 7 de febrero de 2019

PRÓLOGO DE “FAYNA LA CANARIA”, UNA NOVELA DE FRANCISCO LEZCANO


PRÓLOGO DE “FAYNA LA CANARIA”, UNA NOVELA DE FRANCISCO LEZCANO
POR JUAN FRANCISCO SANTANA DOMÍNGUEZ
La historia de los canarios Imobac y Fayna, más tarde llamados, merced a su bautizo forzoso, Alfonso e Inés, no dejará de cautivar a los lectores que decidan leer esta novela porque además de ser una historia de amor, con todos los ingredientes que ello conlleva, contiene otros, bastante curiosos e inesperados, que van a hacer que se lea de un tirón, lo que significa que su lectura atrapa y nos hace reflexionar sobre un momento crucial de la historia de las Islas Canarias. El dejar de ser territorios libres para ser dominadas por aventureros insensibles que no dudan en utilizar los métodos más viles para hacerse con el dominio de lo que ellos consideraban les iba a llenar sus bolsillos lo van a sufrir los isleños pero ese deseo de conquista y expolio no va a estar exenta de peligros para los que aquí llegan, armados y con intenciones de no poner en práctica lo que hoy entendemos por buenas maneras.

Seremos testigos mudos de la defensa a ultranza de unas islas que decidieron no entregarse de forma pacífica a aquellos que les atropellaban. Veremos que no todo será tan sencillo como aquellos extranjeros creían y para ello vamos a conocer hechos, costumbres y léxico poco difundidos hasta ahora, salvo en obras especializadas.

Fayna es una novela cronológicamente situada a finales del siglo XV, en  el momento en que los europeos deciden conquistar nuevas tierras, allende los mares. Todo ello movido por los deseos de las monarquías autoritarias de fortalecer su poder ante sus coetáneos y por el ansia aventurera de una nueva época, la de la Edad Moderna, que por primera vez deja de ser una historia meramente europea para pasar a ser una historia universal. Los visitantes ven el Atlántico y las tierras que están más allá del mundo conocido como la panacea para enriquecerse, hasta aquel entonces un océano lleno de leyendas y de peligros pero venciendo éstos por el ansia de riqueza y de superar una situación de penuria, la de unos conquistadores pendencieros, rateros, asesinos, piratas…es así como lo peor de una sociedad económica y socialmente deficitaria llega a las Islas Canarias en busca de mejorar sus vidas y haciendo que la de los isleños, hasta aquel momento tan en calma, se tiña de preocupación, tristeza y de sangre.
Fruto de una gran labor de búsqueda, poniendo la ciencia al servicio de los lectores, Francisco Lezcano Lezcano indaga en una extensa bibliografía y en noticias que nos introducen en el conocimiento de la realidad canaria de entonces, de los crueles momentos anteriores a la conquista definitiva de las islas, llamando la atención en temas tan trascendentales como son la lingüística, la ecología, la antropología o la historia, en la que debe profundizar, dedicándole minuciosas reflexiones, intensa investigación y, sobre todo, tiempo y fruto de ello es la gran cantidad de datos relacionados con la onomástica antropológica, con la toponimia o con las palabras de una lengua extinta en el actual contexto insular canario. Hay que dedicar muchas horas para intentar no caer en errores de tipo cronológico, lingüístico, geográfico e histórico y Francisco Lezcano lo ha hecho como si se tratara de un doctorando en sus inicios.
Nos decía Ralph Waldo Emerson, escritor, filósofo y poeta estadounidense, nacido en el año 1803:
“El talento no basta por sí solo para hacer un escritor. Es necesario que tras el libro haya un hombre”.
Creo que esta frase define, en gran medida, al escritor y al ser humano que lleva a cabo la difícil tarea de abordar en su primera experiencia como novelista la novela histórica, siendo sabedor que muchos ojos estarán puestos en esta aventura porque no deja de ser una arriesgada pero, a la vez, una fascinante aventura.
El tema de la edad cronológica del los escritores, tan en boga hoy en día, entre otras razones, por las trabas que se ponen a la creación, me dio pie a rememorar algo que había leído en otros momentos y así Remy de Gourmont, el periodista y novelista francés del siglo XIX y comienzos del XX, nos decía algo sobre la escritura y la edad, con lo que podríamos o no estar de acuerdo, que escribir a los sesenta era la celebridad, a los ochenta  la gloria y a los noventa la apoteosis pero muchísimo más profundo es el ensayo que llevó a cabo Edward Wadie Said, afamado analista, crítico y teórico literario y musical palestino-estadounidense, titulado “Sobre el estilo tardío”, en el que se puede leer que existen ciertos artistas que reflejan una madurez especial, un nuevo espíritu de reconciliación y serenidad, siendo, entre otros muchos, Shakespeare o Sófocles sobresalientes ejemplos de ello, mostrando no el ocaso y el lamento en el que se sumergen muchos al ver caer hojas y más hojas de los almanaques sino que, por el contrario, se convierten en claros ejemplos de energías renovadas, una apoteosis de fuerza y creatividad artística y Francisco Lezcano es otro ejemplo de ello, abordando su primera novela con un espíritu que se confunde con el de un joven que empieza una relación amorosa, con una pasión inusitada y a la que no se le puede poner límites de tiempo, de investigación y de práctica. Yo le he visto trabajar horas y horas, buscando y corrigiendo, perfeccionando lo que ya se daba por concluido pero que una vez revisado veía la necesidad de ampliarlo y mejorarlo.
Para Francisco Lezcano Lezcano escribir, sea a la edad que sea, es algo que le satisface, que le emociona y que le inyecta, en vena, la viveza. Para afirmar lo dicho, evidentemente, hay que conocer a la persona sobre la que se escribe y yo me satisfago en conocer a un ser humano que cuanto más se le conoce más se les admira. No se trata de un halago sin más, pues me especificó, cuando me pidió que le hiciera el prólogo de Fayna, que no le adornara, que no le llenara del cariño que sabe que le profeso pero lo que se escribe no es hacer una sobrevaloración porque sí, sin más, y sí es reconocer todo lo que ha emprendido a lo largo de su ya dilatada experiencia, siempre tan variado, tan polifacético, tan sin miedo a indagar en nuevos retos que él mismo se auto asigna.  
Destacado representante en las artes plásticas pero también en el mundo de la escritura pues se puede decir, sin equivocarnos, que estamos ante uno de los grandes pioneros de la literatura de ciencia ficción en España, ante un hombre polifacético donde los haya, al igual que otros tantos artistas y escritores y poetas, baste como ejemplo un párrafo que Claudio Guillén, prestigioso catedrático de diferentes universidades, tanto norteamericanas como españolas y miembro de la Real Academia, especialista en literatura comparada, le dedicaba a Lorca, afirmando que era poseedor de una importante formación musical, tocaba el piano y la guitarra, recitaba en público y en privado sus poemas, dibujaba y pintaba y lo más importante aprendía de todo y de todos y ese mismo espíritu, desde la humildad que caracteriza a los grandes hombres, se manifiesta en Francisco Lezcano. No quiero dar por concluido este prólogo sin reflejar los versos finales de un romance caballeresco dedicado a la figura del Cid:
“Que aquel que es grande en sus fechos
suele ser en todo grande”
En esta ocasión va a afrontar, por primera vez, después de escribir, entre otros, relatos y poesía, el reto de presentar en sociedad su primera novela y espero, y deseo, que al igual que todo lo emprendido hasta ahora le siga llenando de satisfacción y de deseos de seguir creando para alegría de todos cuantos le lean y para corroborarlo sólo he falta emprender esta lectura que estoy seguro les fascinará y no les dejará indiferentes.

                                                             Juan Francisco Santana Domínguez

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