JM AIZPURUA
No hay cosa que
menos me preocupe en el 19 que la deriva facha de la derecha españolista. No
pasarán, y si pasan; que pasen pues nosotros seguiremos aquí y somos más.
El nacionalismo
cañí españolista supremacista, siempre puesto en marcha por la casta a través
de la historia, ha sido un estrepitoso fracaso, que, de derrota en derrota, de
Imperio a choza, cayó con la II República y rescatado por las armas por el
dictador trataron durante 40 años de rehabilitarlo para al fin tener que
traicionarlo desde su rey a su porquero.
El Régimen del 78,
en su imperfecta democracia, es la perfecta derrota del sueño imperial
supremacista castellano: La España Una, Grande y Libre, que ahora es un Estado
Autonómico, Medianillo y en la UE
A mí me encantaba
la piña de lata que nos daba por fiestas mi ama, hasta que ya muy mayor probé
la caribeña. Con esto es igual; dejen que las mujeres, los jóvenes, (los
jubilados ya lo saben) y los ignorantes (con perdón) que les votaron vean lo
que quieren y lo que hacen y entonces les queda un cuarto de hora o el golpe:
no tienen otra alternativa. Fascistas de corazón son muy pocos como siempre lo
fueron. Y la casta poseedora los abandona en cuanto pierden el calor de las
masas. Es ley de vida.
Pero pueden hacernos
pasar malos ratos y es necesario combatirlos, no en la calle como al Gobierno,
sino en las aulas, en los foros, en la literatura y el conocimiento. Su mundo
se desvanece cuando le da la luz de la verdad y la realidad les ilumina.
Su mundo unitario,
“Español”, donde cabían Cuba, Filipinas, Canarias, y Albacete, todos iguales,
todos bajo el rey de Castilla, con el idioma castellano, y sobre todo diciendo
lo mismo, es un espejismo propio de fanáticos narcopatriotas. Mal fumados.
De las dos Españas
que pasaron a ser mas infinitas que Cantabria, nadie ha conseguido hacer un
Estado vertebrado, y pensar en una nación es un error de concepto, inalcanzable.
Aquí hay naciones,
regiones, apátridas y patrioteros, ateos y meapilas, ricos y pobres, canarios y
peninsulares, de la S y de la Z, currantes y curas y militares, y un rey
demasiado soso. ¡A ver quién es el guapo de llamar a “esto” nación! Y de 500
años, cuando estaban todavía los americanos, asiáticos y africanos, gozando de
españolidad provincial. ¡Vaya farsa!
La insensatez
partidócrata, tiende a considerar al Estado como algo real, con existencia
propia, cuando es un ente esotérico, en el que un Saharaui y uno de Markina,
son “españoles” aunque ni se entiendan ni sepan donde están unos y otros. Y
cuando al Saharaui lo echan del Estado; no pasa nada y sigue siendo el Estado
(¿). ¿No hace falta un territorio común a lo largo de la Historia?
La primera regla de
convivencia democrática que el Régimen 78 no ha sido capaz de imbuir a su
ciudadanía, es la realidad. Una supuesta historia, que como todas manipula los
hechos, no es razón de nada y lo mismo que la tradición de la esclavitud o el
derecho de pernada se abolieron, muchas de las inercias “españolistas” deberán
abolirse por caducidad democrática.
La dictadura de la
mayoría no es Democracia. Gane quien gane en urnas, hay una gente que tiene los
mismos derechos que los ganadores. Para que un Estado sea razonable debe
contener las garantías para que las minorías estén totalmente protegidas de la
acción mayoritaria. La política española adolece de sesgo fascista; no acepta
la existencia, real, de formas de pensamiento y obra diferente a sus
prejuicios. Es inaceptable, por antidemocrática, la apelación constante a negar
el diálogo, la honorabilidad, al disidente. La calidad democrática se mide por
el trato al contrario, no al partidario.
¡Cuánto queda por
aprender!
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