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jueves, 24 de enero de 2019

EL PSOE, BORRELL, EL BREXIT Y CATALUNYA


EL PSOE, BORRELL, EL BREXIT
 Y CATALUNYA
POR DOMINGO SANZ
Es lo que tiene la libertad. Borrell quiere convencer de algo a cientos de millones de europeos y solo consigue lo contrario.

Si ayer por la mañana no hubiera escuchado a Borrell hacer una de sus comparaciones más simplistas, no me habría puesto a escribir esto. Se le debo al ministro, que dijo lo siguiente:

“Creo que hay que evitar cronificar el problema, que eso se convierta en el ‘brexit’ que nunca se acabó y que sigamos discutiendo y discutiendo. Lo que no puede ser es que pase como con la declaración de independencia en Cataluña, que se proclama y luego se suspenden sus efectos“.

Me gustaría preguntarle al ministro que tendrá que ver un Cameron, capaz de asumir el reto del derecho a decidir en Escocia, con cualquiera de los presidentes que ha tenido España, cuya actitud al respecto sobre Catalunya es tan distinta.

Y también debería explicar Borrell en que se parecen el comportamiento de la Unión Europea con UK, que lo que está haciendo es ponerle precio al Brexit, y el del gobierno de España con Catalunya. Ya quisieran, muchos más de dos millones de catalanes, y de otros españoles no tan abanderados pero que tampoco ocultan dinero en los paraísos, que primero se calcularan los costes de una potencial independencia, y después se convocara un referéndum pactado. Incluso en toda España, porqué no.

Y ya que lo hemos dicho, podría enfocarse el conflicto por esta vía, tan racional y alejada de las emociones. ¿No era esto lo que se les criticaba a los catalanes movilizados por sus líderes independentistas?

Pero claro, es lo que tiene la libertad. Borrell quiere convencer de algo a cientos de millones de europeos y solo consigue lo contrario. Por la misma regla de tres, presumimos durante 40 años de “transición ejemplar”, “democracia consolidada” y “separación de poderes”, y de repente regresa con fuerza ese partido franquista en el que usted está pensando ahora mismo.

En la misma TV del debate con Eva Granados que diré, aparece ahora Blas Piñar, de Fuerza Nueva, en uno de sus mítines y, al escucharlo, cuánto me suena su retórica a las de Abascal y Casado. Ha salido en un programa dedicado al gran periodista Xavier Vinader, denunciador de los GAL. Esperaré sentado a que aparezca también en alguna TV estatal, pública o privada.

Y el mismo Borrell en Europa mintiendo como un bellaco, perdón, como su antecesor Dastis, diciendo que muchas de las imágenes de la represión policial contra votantes del 1 de octubre de 2017 eran falsas, y que solo hubo dos ingresos hospitalarios. Hasta Eva Granados, segunda del PSC y que estoy viendo en directo por TV, ha tenido que recordar que su partido había manifestado en muchas ocasiones que la actuación de la policía había sido excesiva. Y, en el mismo debate, el tertuliano Puig se pregunta en voz alta, “¿y qué, si algunas imágenes de las que ahora circulan por las redes no son ciertas? ¿Acaso no sucedió la guerra civil española porque la foto de Capa, la del guerrillero, fuera un montaje, o dejo de existir la Segunda Guerra Mundial porque fuera falsa aquella de los soldados americanos clavando la bandera?

Pero no solo Borrell piensa en Europa cuando habla de qué hacer y qué no hacer con Catalunya.

Por si no fuera suficiente política ficción que el Parlamento de Extremadura aprobara la aplicación del 155 en Catalunya con los votos a favor del PSOE, llega el señor Fernández Vara, presidente de esa misma Junta y del PSOE, y publica el siguiente twit:

“La posición del PSOE en Extremadura es muy clara. Aplicar el 155 si se dan las circunstancias, que en estos momentos no se dan. Porque si se hiciera sin razones los tribunales europeos podrían rechazarlo y sería muy grave”.

Es difícil no avergonzarse de que Fernández Vara solo esté pensando en Europa como amenaza para negar/justificar una decisión que había apoyado 24 horas antes y, al mismo tiempo, no celebrar su sinceridad, quizás inconsciente, que nos informa de la escala de valores que guía sus acciones.

¿Como es posible que los socialistas olviden tan fácilmente que pedir firmas contra el Estatut de Catalunya, o boicotear productos catalanes, fueron algunas de las iniciativas que más multiplicaron la fuerza del independentismo?

Que no se extrañen los extremeños que, desde el sábado pasado, circulen por las redes comparaciones tan ciertas como las que se deducen de estos números:
Com. Autónoma          Extremadura      Catalunya
Población en 1900       882.400    1.054.541
Población actual          1.070.586 7.543.825
PIB per cápita    16.028       29.936
Puesto PIB ranking España 15      1

Y tras otras cuantas comparaciones, tan molestas para los extremeños como avaladas por la verdad incontestable de los números, añaden al final:

“Y con todos estos datos piden el 155 para Catalunya… Lo que deberían hacer es pedírselo para ellos mismos”.

Las posibilidades de que en las próximas elecciones le ocurra al PSOE de Extremadura lo mismo que al de Andalucía tiene mucho que ver con que, para seguir alimentando la presión desde dentro contra Pedro Sánchez, confluyan sin complejos con los de Casado, Rivera y Abascal.

Hay que reconocer que vivimos un momento político absolutamente descarnado.

Buscando comparaciones fáciles, por qué no pensar que quienes se parecen un poco son los británicos y los catalanes. En este caso, el españolismo no debería preocuparse tanto. No podemos dejar de recordar que con la Diada de cada 11 de septiembre celebran una derrota histórica. Y más cuando leemos a un experto como Antony Beevor decir:

“Los británicos sienten fascinación por el fracaso, siempre loan los desastres más que las victorias para subrayar la valentía en la defensa olvidando los errores en el ataque”.

O quizás nos está pasando que ha vuelto a sonar el reloj inexorable de la historia, y que, si este país perdió Cuba en 1898 y el Sáhara un cuarto de siglo después, no es tan descabellado pensar que en la tercera década del siglo XXI el territorio llamado España termine sufriendo un nuevo recorte.

Ni negociar ni la libertad, las pautas que sí garantizan futuros de colaboración y progreso porque vinculan a las partes de manera responsable, han sido los principios que han guiado mayormente el comportamiento de las élites españolas. Siempre han elegido dirimir en los campos de batalla, sean militares o judiciales.

Así nos va.
 


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