LA GUERRA ALIMENTARIA
POR GUSTAVO DUCH,
CTXT
El control de las
materias primas genera múltiples batallas con millones de víctimas, más que
ningún otro conflicto haya provocado. Y no solo mata el hambre Dicen que si a
las cosas no les ponemos nombres no existen. Así que cuanto antes bauticemos a
la actual escalada militar que se ha convertido ya en una […]
El control de las
materias primas genera múltiples batallas con millones de víctimas, más que
ningún otro conflicto haya provocado. Y no solo mata el hambre
Dicen que si a las
cosas no les ponemos nombres no existen. Así que cuanto antes bauticemos a la
actual escalada militar que se ha convertido ya en una tercera guerra mundial,
mejor. Antes la reconoceremos y antes podremos, tal vez, detenerla. Propongo
llamarla la Guerra Alimentaria.
Para decidir que
hablamos de una guerra, según la Wikipedia, debemos focalizar “un conflicto que
enfrenta violentamente a dos grupos humanos masivos, y que comporta como
resultado la muerte, individual o colectiva, mediante el uso de armas de toda
índole”. Pues bien, los dos grupos humanos masivos en conflicto están bien
definidos. Generalizando, en un bando los países ricos del norte o países
industrializados, en el otro los países del sur donde el sector primario sigue
siendo el predominante (aunque ciertamente hay sures en los nortes, y nortes en
los sures). Que la muerte es el resultado de este conflicto es algo obvio.
Hablamos de millones de víctimas, cifras como nunca antes otra guerra ha
provocado. Y aunque el conflicto que genera múltiples batallas es por el
control de los alimentos, no solo de hambre mueren las víctimas. Las muertes de
esta guerra alimentaria tienen muchas formas de presentarse. Tantas como armas
de toda índole se están usando.
Entre las armas más
conocidas tenemos el expolio, que si en tiempos de colonización eran invasiones
a mano armada, en tiempos de neocolonizaciones son algo más sutiles y avanzan
disfrazadas de inversiones agrícolas para favorecer el desarrollo del país. Muy
similar, el acaparamiento de bienes comunes es otra fórmula de despojo
consistente en el control de la tierra, el agua o las semillas. Los
paramilitares en Colombia usurpando tierras en favor de los grandes
terratenientes de la palma africana es uno de los muchos ejemplos que podríamos
citar. Estas dos armas, junto con el libre comercio que nunca favorece a las
pequeñas agriculturas de los países del Sur, conforman una tríada ampliamente
identificada y denunciada que acaba con la soberanía alimentaria de miles de
territorios y que es responsable del hambre, la muerte o el éxodo.
Conviene ahora
añadir tres armas en los arsenales de este nuestro primer mundo inquieto e
innovador. La primera de ellas, las bombas y los misiles directamente
disparados sobre objetivos agrícolas. Como explica el informe Estrategias de la
Coalición en la Guerra del Yemen, escrito por Martha Mundy, y presentado el
pasado mes de octubre, 22 millones de personas, el 75% de la población yemení,
sufren de hambre, y de ellas, más de 8 millones precisan de ayuda urgente y
constante. Claramente, desde mediados del 2015, explica el informe, los
objetivos militares de esta Guerra Alimentaria ponen la atención en las zonas
rurales y en los sistemas de producción y distribución alimentaria. En las
mejores zonas agrícolas, los bombardeos han reducido a la mitad las hectáreas
de tierras aptas para el cultivo y han provocado que entre el 20 y el 61% de la
producción de fruta y verdura y ganadería haya desaparecido. Las capturas de
pesca han caído alrededor de un 50% porque los ataques aéreos han asesinado a
casi 150 pescadores. Y entre tanta destrucción alimentaria, también se mantiene
bloqueado el puerto de Hodeida por donde entraba el 80% de los alimentos
importados del país. Ejemplos como el del Yemen los podemos encontrar idénticos
en el caso de Palestina.
La segunda de ellas
la tenemos muy visible. Frente al éxodo provocado en este conflicto mundial
consistente en dominar el acceso a los alimentos, Europa y EEUU están
ofreciendo la misma respuesta. Vallas, muros y un amplio despliegue militar
para frenar cualquier posibilidad de llegada de personas migrantes a nuestros
territorios. Solo en el Mediterráneo se cuentan en miles las personas
fallecidas frente a este escudo de protección. Mueren con las manos buscando
manos.
La tercera de estas
armas está en fase de desarrollo. Bajo el argumento de “garantizar alimentos al
país ante situaciones de sequía, plagas, inundaciones o bioterrorismo”, la
Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa, del Departamento de
Defensa de Estados Unidos, está desarrollando el llamado Project Insect Allies. Como explican en su página
web, la tecnología que pretenden desarrollar consiste en la introducción de un
virus, a partir de un insecto, en los cultivos agrícolas deseados, consiguiendo
modificar rápidamente el ADN de estas plantas. Es decir, si imaginamos que un
campo de trigo está siendo afectado por una tremenda sequía, se dispondrá de un
ejército de insectos modificados genéticamente que sobrevolando dichos campos podrá
inyectarles o administrarles un virus, también genéticamente modificado, que
conseguirá cambiar el ADN del cultivo de trigo para darle, en este caso, mayor
capacidad de resistencia frente a la sequía en el mismo momento que la
necesita. Como recientemente ha recogido la revista Science, este misma
tecnología que se presenta como protectora de los cultivos puede perfectamente
ser usada como arma biológica para acabar con los cultivos de tu enemigo,
haciendo caer sobre ellos un ejército de estos insectos mutantes equipado con
un virus con capacidad infecciosa o esterilizante. Con las nuevas técnicas de
edición genética CRISPR, no hablamos de ciencia ficción.
¿Y llegaremos a
este extremo? Seguro que sí, la relación de amor entre las grandes
multinacionales agrícolas y los aparatos militares ya tienen muchos años de
cosechar resultados, como Bayer o Monsanto demostraron en la II Guerra Mundial
y en la Guerra de Vietnam, respectivamente. Estas tecnologías no parecen
acertadas y a mi entender, lo que urge es reconocer que el mundo del norte se
equivocó en su carrera loca y capitalista de industrialización y que debe
volver a poner en práctica aquello por lo que está militarmente batallando:
producir sus propios alimentos.
Más agricultura
local es una retirada a tiempo, por el bien del planeta.
ctxt.es/es/20181212/Firmas/23379/guerra-alimentaria-yemen-bioterrorismo-gustavo-du
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