HAMBRE
DUNIA SÁNCHEZ
Hambre. Un frío
extremo nos azota rondado las tumbas anónimas del sur, del norte. Mis huesos me
lleva donde se desencadena el caos de moscas. Mis ojos suplican , penan ante la
mirada de un mundo intangible, intocable. Tiendo mis manos al sol y logró un
poco de tibiez. Tengo que ser fuerte, mis hijos vendrán detrás, vendrán con la
insonoridad felicidad, vendrán con las ventiscas de un precipicio borrando sus
años. Los miro y mi espíritu tiembla impotente ante la visión de su mañana.
Hambre. Aguas pestilentes que los entregan al adiós, a una muerte que esboza
una infancia perdida ¿Qué hacer? La ayuda no llega, campos de guerras se
entrecruzan y hace nuestros pasos por la vida más cruel. Hambre, tanta, que me
destierra a un rincón de una verticalidad anulada con el paso de los años, de
los meses ¡Qué se vayan¡ Sí, el sufrimiento se alarga demasiado, estrambótico.
Hambre…¡Ya no hay llantos¡ ¡Ya no hay heridas¡ Vacío
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