BRASIL: LA INDISPENSABLE NECESIDAD
DE LA RESISTENCIA
CARLOS AZNAREZ
La suerte está
echada. Ya no hay encuestas que sirvan para dibujar resultados incomprobables.
Lo cierto es que un fascista pro-imperialista ha llegado a la Presidencia de
Brasil por el voto de millones. El hecho es grave por donde se lo mire y no
solo para los locales sino que indudablemente esta votación repercutirá de
manera aún impredecible en el resto del continente.
Bolsonaro ha ganado
con cerca de diez puntos de ventaja gracias a muchos factores que habrá que
analizar a partir de este mismo momento. Uno de ellos, el fundamental, es esta
insistencia que abarca a muchos sectores populares de no tener en cuenta que en
el marco de estas democracias burguesas y absolutamente controladas por los
enemigos de los pueblos, seguir insistiendo en ir voluntariamente a competir en
ese tinglado es como poner el brazo en la boca de un león hambriento. A ver si
nos convencemos de que cuando ellos dicen “democracia” nos están preanunciando
precisamente todo lo contrario de lo que nos imaginamos.
A esta altura de
las circunstancias, luego de una nueva prueba de jugar el partido en el campo
del enemigo, con el líder popular maniatado y censurado, hubiera sido mejor
retirarse de la competencia denunciando que en esas condiciones el fraude
estaba consumado. Bolsonaro hubiera ganado igual pero por lo menos el hecho
político logrado hubiera sido mostrar que esas instituciones que se dicen
“soberanas” no lo son, y se han ido convirtiendo en la gran trampa de la
auténtica democracia: la popular, participativa, surgida desde las bases y no
desde las campañas de intoxicación masiva.
Para engordar este
camino fallido han servido, como siempre, varios elementos: por un un lado las
repetidas artimañas de los medios de comunicación hegemónicos, mentirosos,
cloroformadores, hacedores de escenarios tan ficticios como efectivos a la hora
de taladrar el cerebro de muchísima gente con conciencia política cero.
A esto hay que
sumarle el efecto "Lula encarcelado”: vaya que sirvió quitarlo del tablero
con la violencia que significan ese cúmulo de datos sobre corrupción jamás
comprobados. No solo eso, sino tratar de humillarlo hasta la saciedad para que
su carisma no influya como venía ocurriendo hasta que fue encerrado en Curitiba.
Luego habrá que
computar otros elementos ineludibles que han arropado la victoria de quien ha
realizado una campaña electoral cargada de amenazas a los sectores populares y
que ha abierto la puerta a la violencia sectaria, muy parecida a la que vivió
Alemania en los días brutales de Adolf Hitler. En ese aspecto, no hay que
olvidar cuánto y cómo han jugado las reaccionarias iglesias evangélicas
pentecostales, quienes convirtieron en sus sermones a Bolsonaro en el
"ángel de la salvación" y a Lula y sus seguidores en los “demonios” a
destruir. Otro tema a tener en cuenta es cómo ha jugado el voto anti-PT, como
resultado de muchas mentiras pero también de inocultables hechos de corrupción
en el que indudablemente cayeron varios de sus dirigentes. De esta forma se
alimentó desde esos flancos débiles las embestidas de la derecha. Seguir
negando esto, a esta altura, no sirve de nada. Y de ninguna manera significa
que se ignoren los múltiples aspectos positivos que tuvo su gestión, sobre todo
en tiempos de Lula.
No es casualidad
que fueron precisamente los movimientos sociales que apoyaron por izquierda
electoralmente al PT los primeros que advirtieron en varias ocasiones que se
estaba errando el camino por la vía del neodesarrollismo, pero muchos prefirieron
mirar para un costado.
Ahora, como dijo
Joao Pedro Stedile, del MST y repitió en la noche post electoral el propio
Fernando Haddad: el único gran camino que le queda al pueblo brasileño es el de
la resistencia. Para ello, no sirve desanimarse ni caer en pozos depresivos por
más fuerte que sea golpe recibido. Hay muchos y muchas en Brasil, y es
necesario enfatizar en el rol jugado todos estos años por los Sin Tierra y los
Sin Techo, pero también la fuerza que le imprimieron a la lucha las mujeres y
disidencias sexuales, que no han dejado de pelear ni un solo día,
Muchas veces
sumidos y sumidas en la impotencia de no ser escuchadas por quienes tenían la
obligación de hacerlo y otras, enfrentando a sicarios, terratenientes
millonarios en hectáreas y reales, a depredadores de la Madre Tierra, a
xenófobos, a racistas o a distintos tipos de policías. Para ellos y ellas,
hablar de resistencia es moneda corriente y seguramente, por ser parte de
quienes ha amenazado Bolsonario en la campaña electoral, tendrán que seguir en
primera línea de la batalla contra la burguesía saqueadora y opresiva.
El tema es no
dejarlos solos y solas, como ocurrió en parte durante varios períodos del
gobierno Temer. Ellos y ellas son parte de una vanguardia de unidad popular que
habrá que ir construyendo paso a paso a partir de ahora, incorporando como sea
al movimiento sindical brasileño. Es imprescindible allí y en otros países que
sufren tiranías de derecha, que sus respectivos fuhrers (con Bolsonaro a la
cabeza) no les resulte fácil la gobernabilidad, desgastando sus mandato
autoritarios, rechazando sus bravatas y denunciando local e internacionalmente
sus brutalidades. Al fascismo "made in Brazil" no se le puede
conceder ni la más mínima ventaja en estos cuatro años de mandato. Por Marielle
Franco, por Moa y por todos los jóvenes que han caído en manos de la barbarie
de los "camisas negras” de Bolsonaro
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