EL DESASTRE DE ESPAÑA
JAVIER AROCA
Pablo Casado se ha
chivado a su correligionario popular y
presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. España es un desastre,
sin especificar en qué, le ha soltado en un encuentro pasillero. En realidad lo
pregona porque no gobiernan ellos. España es un lío, decía su Rajoy en su
momento, que caiga España, esperaba Montoro, en el suyo, así podríamos seguir.
Coincide en el tiempo con su respiro después del informe del fiscal Navajas, la
fiscalía nunca desafina, sobre su máster juancarlista. Coincide con que media
España, al menos, está negra, con perdón de la RAE si va a descartar esta
acepción, con el desastre de la Justicia, de la Universidad, de las pensiones,
del recibo de la luz, los aforamientos pero, esos no son sus desastres. Esos, si se cuentan en
Austria a los europeos, sería considerado una intromisión, si no rebelión , en
la sacrosanta soberanía española. Los
desastres nuestros de siempre son de la patria, y solo de la patria. En todo
caso, que los pinte Goya.
Un desastre que, si
seguimos así y Casado no lo evita,
vendrá Aznar a arreglarlo. Eso se temen. Ha estado el azoriano en un debate con
Felipe González sobre los cuarenta años de vigencia de la Constitución. Los ex
han agrandado espacios, al contrario de Menotti que pedía el achique, llevando la Transición hasta hoy y más allá.
Cuarenta años de transición suenan raro.
Una cosa extraña, una transición que no acaba nunca, no puede ser transitoria . Por lo visto, de
refresco constitucional nada. Va a ser difícil con estos cancerberos de la
Transición avanzar en la adaptación de la norma magna a los nuevos tiempos y , de
camino, desprenderse del corsé del 78.
Compartieron y mucho, pero la magia es que puedan estar juntos. Uno, González,
que antes de evolucionar, luchaba desde la clandestinidad contra Franco; el
otro, Aznar , que combatía la non nata Constitución desde su acomodada
posición, a la luz, nada de clandestinidad . El destino , aunque no los
abdominales, los ha unido.
La Constitución
está petrificada. La Transición solo ha permitido dos reformas, a empujones,
desde fuera, las dos por imposición
europea. La primera, en 1992, para que todos los europeos disfrutemos del
derecho de sufragio pasivo y activo en las elecciones locales. Un español o un
croata se pueden presentar, votar y ser
elegidos en los comicios locales de
cualquier parte de Europa. Y hasta un francés puede optar a la presidencia de la República
francesa y si no, si hay zurrapazo, luego,
puede probar a la alcaldía de
Barcelona, pero no por ser catalán y nacer en Barcelona, como proclama Albert
Rivera , sino por ser europeo. Eso si, por el bien de España. Manel Valls es un
beneficiario de la primera reforma de la Constitución española y, curiosamente,
viene para reformarla . Pero no para que entre aire fresco , para remediar la
inexistencia de constitución territorial o para traer egalité, sino para que Barcelona y Madrid compartan
capitalidad, como si ya no compartieran bastante, y no solo el puente aéreo, en este oligopolio político español.
La segunda reforma,
de 2011, fue un exceso de obediencia a
Berlín. La escena de amor entre los partidos transitarios puso fin a una etapa de la socialdemocracia
española y abrió una seria discrepancia
en la izquierda siempre dispuesta a una nueva división . El artículo 135 será
siempre el símbolo del desdén constitucional.
Y nada más; sin
embargo, las constituciones más avanzadas son las más flexibles. Para los que
superaron transiciones más o menos tuteladas, una Constitución no es un corsé
ortopédico para las libertades sino todo
lo contrario, la garantía de que estas existan y se mantengan . Así lo
entendieron Madison y Jefferson. La
americana es conocida por sus enmiendas, la Primera, de un temprano 1791. Corta
Transición la americana , señores
González y Aznar. La Ley Fundamental de
Bonn ronda las sesenta, Francia va por la V República y casi la treintena de
reformas. La UE es fruto de múltiples reformas , desde los tres Tratados
originales. Tal como divagan los
mármoleos expresidentes más longevos en sus cargos y consecuencias, , esta Constitución no se modificará, nunca, no
, el esculpido de la Transición , sobre todo el Titulo II, el De la
Corona, lo impedirá y, como se
pasen, los convocan a Casa Lucio.
Ya lo ha advertido,
axiomáticamente, la señora portavoz del Gobierno. La inviolabilidad del rey es importante mantenerla , ha dicho,
sin explicar por qué. Habrá que preguntar a Lucio. La reformas pendientes, las
necesarias y duras de la Constitución no se abordan pero incluso las livianas chocan contra todo.
La ligera para los aforamientos light, predicada por Pedro Sánchez, ha
frenado en seco en el aparcamiento del Consejo de Estado,
con un anexo con abundante papel higiénico de reforzada doble hoja.
La reforma de Manel Valls tendrá
recorrido mediático porque es el garçon de moda de la tontería hispánica , pero
ahí se quedará. Lo que suena a reforma suena a fin de la
Transición y eso no interesa mientras haya profesionales que vivan de eso, de
la Transición y del desastre .
No hay comentarios:
Publicar un comentario