LAS MARISMAS DE LA
OSCURIDAD. 4 Y 5
DUNIA SÁNCHEZ
La ventana se abre,
la luna roja aun presente. Una cierta brisa penetra en esa caótica estancia
donde ella se debate con su personaje. Detenidamente lo perfecciona, lo
incrusta en la pantalla como alguien sonriente al ritmo de sus vivencias. Un
ser que no se rinde, luchador ante las desavenencias de los días. Siente algo
en su espalda, un cosquilleo inquietante, una caricia del viento débil que ha
abierto su ventana. Deja la escritura y mira a través de ella. No entiende el
por qué se abierto. Tanto no es el vientecillo de noche de luna roja para ello.
Las ramas del árbol frente al edificio ahora parecen reales, se mueven solo un
poco. Ella se levante de su silla y se va hasta la ventana. Mira, observar y examina
todo lo que tras ella transcurre. La tranquilidad, el oleaje sereno, el árbol
casi quieto. Desconcentración es la palabra. No puede volver a su narración un
cierto ruido alborota sus sentidos. Ojea su derredor, su habitación pero no ve
nada.
Aun así, siente la
llamada, la llamada protagonizada de los ahogados, un quejido que la enfrenta a
su entereza. Cierra la ventana con violencia. Se vuelve abrir, no comprende el
por qué. Otra vez la llamada, una luz potente se hace eco en su estancia. Una
luz azul, verde, blanca. Los espíritus de los océanos en la pena tras llegar a
esta tierra donde la indiferencia duele, quema, rompe cada sentimiento de
libertad, de bienestar, de vida. Ella estática, insonora, con el miedo en su
vientre la sigue. Paulatinamente la luz variopinta se va toma forma, una forma
de cuerpo humana. Noche de luna roja, noche de almas ajadas en el ayer, en el
hoy, en el mañana. Un sudor cae por su tez, no comprende porque esa visión del
más allá. Ella, creadora, en la nulidad de las creencias. Pero ahí están,
espíritu flotante envolviendo toda su habitación con su luminosidad,
envolviéndola a ella pero sin tocarla…continuará
CAPITULO 5
¿Quiénes sois?, les
pregunta. No me hacéis ningún mal pero me desequilibráis. Me amparo en que no
puede ser esto que me está pasando. Luz humanizada en sus transparencias,
colores danzando a mi derredor y el silencio. Sobre todo, el absoluto silencio.
No los entiendo, ¿qué queréis? Yo no os he llamado, estoy aquí con la voz de un
personaje, un personaje que se pierde en lo hondo de mi pecho cuando soy
metamorfosis de su existencia ante este teclado. Lágrimas emocionantes rozaban
mi rostro mientras se erguía su figura. Pero ahora, vosotros. De donde carajo
salís. Necesita aire, aire absorbente
ante esa aparición cuando la madrugada es cuna de una luna roja. Cierra los
ojos, mientras deja su tez con el frescor de la brisa. No siente nada, solo el
impulso de respirar con lentitud. La calma pacificadora juega con su corazón
¡El mar¡ ¡El mar¡ escucha el rumor de las olas cuando rompen con la avenida,
abre los ojos firmándose en sus manos. Lo que fuera se ha ido y el flojo viento
se ha parada. Ramas quietas, manos donde todo se mezcla y explosiona en el
sentido de la siembra de su yo. Manos inamovibles en el paso de los años,
arrugadas, donde el trabajo señala cada línea que esconde sus palmas. Manos que
han amado sin ser amada por el dulce resonar de la ternura. Manos desérticas
donde solo corre el agua, el agua de la vida en cada jornada. Hoy noche de luna
roja, luna enaltecida por los amantes, por los amados, por las amadas, por las
corrientes sonoras al fin al cabo del amor ¿Qué es el amor?, se pregunta. Se
encoge de hombros, evoluciona hasta su estado más arcaico y simplemente acapara
la complicidad de una mirada, de un arco iris en el mutismo de las pisadas. No
llega a comprender, besa sus manos y por unos instantes se ausenta, se difumina
en témpanos de hielo que la hace temblar ¡Extraña¡, si extrañeza cuando las
miras. Sus manos, vírgenes llanuras
donde no habrá amor…Se aparta de la ventana y otra vez esa pantalla, esas hojas
que parecen dormidas en sus letra...continuará
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