NEOFRANQUISMO
JM
AIZPURUA
El Poder del eterno
señorito, triunfante en siglos imperiales en los que el robo y la esclavitud
llevaron ríos de oro a la corona y allegados, fue derrotado por el siglo XX en
el que nuevos ideales terrenales acabaron con el nacionalcatolicismo. El Mundo
se debatía entre el comunismo y la democracia, pero el capitalismo europeo
intentó con el fascismo una alternativa diferente anclada en el orden
tradicional. En ella, en el fascismo, se agarró el Poder hispano, el eterno
señorito y el clero, protegidos por la elite militar, para no aceptar la
corriente de aire fresco que las nuevas ideologías traían como salvadoras de
las clases populares sojuzgadas por la monarquía.
Cuando el
inconcluso Estado español debió abrazar la tabla salvadora de la democracia
aliada, su apoyo al fascismo (Hitler y Mussolini) fue la puntilla para que no
surgiera un nuevo Estado europeo y en su lugar se construyera un bodrio de
dimensiones épicas, España de vencedores regida por el Movimiento y sus
Principios.
Y en ello siguen.
Es decepcionante observar
al flamante caudillo de la nueva derecha mentir presentando como regeneración
las viejas ideas, caducadas y casposas, del fascismo franquista. No aprenden y
creen que es la forma, y no el fondo, lo que les distancia de Europa y de la
creación de un Estado armónico y competitivo.
Esa visión genética
del castellano mesetario, tan distinta del mediterráneo, o el galaico, del
andaluz o el vasco-navarro y del sufrido wanche metido en este invento sin
sentido, les obliga a exaltar su espíritu imperial, a proclamar su visión de
España Una, para negar y derrotar al enemigo interno al que define como
“populistas”, “nacionalistas”, “rojos”,
“podemitas y amigos de ETA”, pero tampoco a los “sociatas” les dan un
carácter nacional español, pues solo cuando hacen lo que ellos dicen son
considerados como “nacionales”. Esto es exactamente el fascismo.
Para ellos,
nosotros, los que pensamos distinto solo somos españoles cuando estamos
callados. Cuando hablamos, y no digamos cuando actuamos, se lanzan a por
nosotros con las armas constitucionales que indebidamente utilizan sesgadas de
neofranquismo. No lo ocultan y en su discurso de intenciones el nuevo caudillo
amenaza con la vulneración de la Ley Electoral cambiándola para impedir que las
opiniones de sectores opuestos a sus ideas logren escaños en un Parlamento.
Esto también es exactamente el fascismo.
¿Volveremos al
duelo Franco - Primo Rivera?
Parece que la
derecha de Kennedy o de los padres de Europa, no cuaja entre los señoritos y el
guerracivilismo es el enfoque único que su escasez de neuronas les permite. Se
obsesionan con justificar lo injustificable.
Era siniestro el
ver a Casado y Suarez, como sombras de un pasado, como seres anacrónicos,
vestidos y hablados como ya no se estila por las calles, obsesionados por
españoladas que ya no son de recibo, ajenos al dolor de las viudas
pensionistas, los parados, los jóvenes a los que el marianismo ha expulsado al
extranjero para ocupar los peores empleos. Uno no ve por las calles gentes con
ese perfil neofranquista; solo se ven en las instituciones.
Los 180 votos les
corroen las entrañas, ellos con sus 169 y el voto-chiste prestado, no alcanzan
a imponerse y en la negociación y el acuerdo no tienen argumentos. Ni ganas,
seamos sinceros, solo existe una España en sus cerebros, con ellos
dirigiéndola, con Dios protegiéndola, y con “los otros” a buen recaudo, mudos y
vencidos para que no puedan dar ejemplo. ¡Qué pena!
Esos 180 votos,
cada cual en su casa y la Democracia en la de todos, son la garantía de un
tiempo nuevo y la seguridad para los neofranquistas que nunca volverán sus
ideas a triunfar. Al menos es lo que esperan los que se dejan su carne en las
cuchillas de Ceuta y Melilla, los que son habituales en los comedores sociales,
los que fichan y fichan el paro, los jóvenes que miran con terror al futuro, los
niños que tienen hambre y los que se ahogan en nuestras aguas que ya de por si su
sola existencia anula toda legitimidad a la supuesta democracia 78 que dijo ser
un Estado Social y los neofranquistas la devaluaron, la corrompieron y abrieron
sus arcas al saqueo.
Hoy; está todo por
hacerse de nuevo.
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