“EQUINOCCIO DE INVIERNO”
EDUARDO SANGUINETTI, FILÓSOFO
La
publicidad, una tendencia degenerada de la revelación, ha prostituido los modos
de vida de la humanidad, la única que puede concebir el pensamiento mercantil.
Luego, la masturbación convertida en método se ha extendido a todos los
espacios del acontecer de nuestra civilización, en proceso de demolición… ¡qué
pena!, ¡qué horror!… realmente ¿qué pena, ¿qué horror?, para cientos de
millones de “selfitis” que transitan este planeta… quienes precisan elevar su
autoestima tomándose fotos varias veces al día, mientras envían un Whatsapp
tras otro, adicción compulsiva y, en fin, mis limitaciones no pueden controlar
mis ánimos de modificar rumbos, meditando con huellas…
Pertenecen
definitivamente al pasado, se han muerto sin dejar descendencia, fenómenos
tales como el desarrollo paulatino de los talentos, su lenta maduración
natural… los nombres de grandes hombres y mujeres del pasado, que jamás han
sido ricos, salvo en ideas e ideales, ya no son más que sonidos vacíos de
significado; las nuevas generaciones están siendo entrenadas en las lides de
acumular, delinquir, sumándose a tendencias prostibularias, devenidas en
ceremonias donde el narcisismo a ultranza y el egoísmo, tienen sitial de honor.
Así son las
cosas… indigna pensar como todo ser que rebosa de intuiciones, premoniciones,
sensibilidad y coraje del instante, desprovisto de ambiciones, ha resultado ser
“molesto” y “peligroso”, para esta comunidad ignorante, cotidiana y previsible,
llana y ordinaria, snob y cobarde.
Comunidad,
con “tara” propia de sectas de seres a medio vivir, a medio pensar, a medio
respirar, a medio hacer, a medio disfrutar, que no se contentan con aconsejar,
sino que toman sobre sí la iniciativa irreprimible de censurar y asesinar a
quienes pueden modificar el “estado de las cosas” en que se debate la
humanidad.
Al modo
rilkeano, intentaré en este texto, meditar sobre mis huellas e intentar
construir una arqueología de la significación de mi paso en el acontecer de la
cultura y la política de este tiempo. Unas huellas que, por su insistencia
transmutan el recuerdo individual en social.
Saber es
acordarse, hacer no lo es menos. Siempre tuve el deseo de lograr llevar a cabo
un giro de 180º en “el estado de las cosas” en que se debate el mundo y sus
pueblos, un obstáculo gravoso, que devino en lograr renunciar, liberándome de
los “lazos parentales”, que tanto daño hicieron en este sistema necrótico y
escatológico, dando espacio a poder ser, en el más estricto sentido ontológico,
a mi persona, en pertenencia a un espacio y tiempo, efectuando la donación en
actos nutridos de libertad y estremecimiento, que sobrevuelan las voces.
Asimilado
a una actitud y aptitud neoestoica, en mi vivir, no me canso de repetir, frente
a la posibilidad de otra “sociedad posible”, con un entusiasmo que no disimulo,
desmintiendo y denunciando desde mi “locus solus”, a los embaucadores
pseudotéoricos de la política y de la sociología neoliberal, que preveen una
nivelación cada vez más deprimente del estándar cualitativo hacia planos cada
vez más bajos, al alcance de los hombres del presente, gradualmente más
condicionados e imbéciles.
Muchas
son las dificultades a las que debo enfrentarme, cuando intento comunicar
denuncias, inquietudes, excitaciones, desde un medio abierto a otro enteramente
parado. No ignoramos, basta mostrar un mínimo entusiasmo y participación frente
a una Argentina, que lo ha puesto todo en discusión, para que nos caigan a los
destructores de absolutos y pragmas, el accionar asesino de sicarios del poder
de turno, de deprimentes militantes de la farsa y la estafa… sumadas a las
constantes amenazas, censura total y absoluta impuesta por el régimen
imperante, devenido en una democracia procedimental, que gobierna un Estado
inexistente.
Hay
demasiados muertos sin vigencia en una comunidad como la argentina, sentenciada
por un sistema judicial y policial represivo, necrótico y disfuncional, que
promueve sus héroes de barro, desde las pantallas y redes de la web, al
servicio del simulacro y la banalidad.
Imposible
una democracia sin ideas. No es lo mismo la idea de democracia, que la
democracia de las ideas. En tiempos de Carta Abierta, uno de los tantos
espacios de los que he sido excluido, creo fue un encuentro de ideas, de todos
los que al unísono, replicaban en re sostenido. ¿Fue trascendente? Podremos ni
siquiera darles importancia. Pero ahí están… hoy perduran, en otros ámbitos, de
la derecha neoliberal conservadora y de la izquierda del fondo a la derecha
rentada… creo hay que tenerlo muy en cuenta.
Así pasan
los días y las horas se convierten en asuntos negociables, todo tiene valor en
moneda. El mercantilismo impuso su substancia, ante el amparo de la ley, cual
contragolpe constitutivo de discontinuidad al denominado orden vigente.
Vivimos
en un estadio donde la democracia ha tomado perfiles muy difusos. Si por
democracia entendemos el ejercicio efectivo del poder por parte de un pueblo,
que no está dividido ni ordenado jerárquicamente en clases, es claro que
estamos lejos de una democracia.
Me parece
muy evidente que estamos viviendo bajo un régimen de dictadura de clase, de un
poder de clase que se impone desde la violencia, incluso cuando los
instrumentos de esta violencia son institucionales y constitucionales.
En mi
ensayo “El Pedestal Vacío” (1993, Ed. Catari) en lo que amplío mis certezas
acerca del simulacro y la mentira, convoco a la vez los fantasmas, a los que se
refirieron tantos notables intelectuales destructores de las evidencias
simuladas que instaló el poder a lo largo de la historia, que hoy reaparecen
por todas partes a modo de mentiras de ninguna verdad. El desarrollo de las
tecnologías y las telecomunicaciones provoca la apertura a un espacio de una
realidad fantasmal. No tengo dudas de que la tecnología de punta, en lugar de
alejar fantasmas, abre el campo a una experiencia en la que la imagen no es ni
visible ni invisible, ni perceptible ni imperceptible, simple y trágicamente un
recuerdo escindido.
No dejo
de insistir en el affaire de los medios y de la transformación del espacio
público a través del universo de las corporaciones económicas de los medios de
comunicación y de la web, conformada por máquinas de producción de fantasmas.
No hay sociedad que se pueda comprender hoy sin entender esa condición
fantasmagórica de los medios y su relación con los muertos, las víctimas, los
desaparecidos que forman parte del imaginario social. El demonismo convierte a
esta suerte de nihilismo y escepticismo en fe, y puede definirse como la
mentira de ninguna verdad convertida en la verdad de ninguna mentira.
No puedo
dejar de mencionar los asilos, las cárceles y las neurolagias sociopolíticas… o
algo sobre los empresarios, las “top” models, o quizás sobre genios
desconocidos… sobre la irreflexión y la bajeza, algo sobre la moral o el rock
and roll. No sé… sobre la vejez como horror ejemplar, sobre el suicidio de los
pueblos… no hago más que rozar y arrojar algunas palabras: aislamiento,
degeneración, vulgaridad, ignorancia, prostitución, mentira… hago hincapié en
el envejecimiento, la inutilidad creciente y puesto que rápidamente nos
cansamos de la comedia del espectáculo de la existencia, de todo el arte
dramático… un día, en un solo instante, en el instante decisivo, nos arrojamos
al espejo que ya no refleja nuestra imagen.
Instrumentos
de la decadencia, criaturas de la agonía, todo es claro, nada se comprende. La
resurrección de dioses y demonios crece cuanto crece la incertidumbre. En ella
afloran al mismo ritmo todo tipo de creencias y descreencias, que crecen en su
propio ocultamiento, del mismo modo que los desastres ecológicos, la extensión
de un apocalipsis, se sustenta en siglos y siglos de valores que contemplan y
predestinan holocaustos cotidianos frente a los que la indolencia de esta
civilización, que descree lo que supone superado, convirtiéndose en cómplice de
los delitos que se perpetran minuto a minuto, en nombre del entendimiento y el
ensimismamiento de la diferencia en relación.
La
realidad se transformó en sujeto del destino, mientras el sujeto es apenas su
objeto: absoluta crisis de lo absoluto. Paralizados en la anarquía de la
página, el origen cierra sus puertas, y la tierra de nadie recoge el
desperdicio de restos humanos, que respiraron la atmósfera podrida de este
tercer milenio.
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