DEROGAR LA REFORMA LABORAL
VICENTE CLAVERO
La
decisión del nuevo Gobierno de orillar la derogación de la infame reforma
laboral del PP, apelando a la “aritmética parlamentaria”, no puede haber cogido
por sorpresa a nadie. Pedro Sánchez hizo bandera de este asunto en su primera
vida como secretario general del PSOE, pero se cuidó de incluirlo en los
programas electorales de 2015 y 2016. Tampoco figuraba en el fallido pacto de
investidura con Ciudadanos, que hablaba genéricamente de “recuperar el
equilibrio de las relaciones laborales”. Y la actitud del ahora presidente
durante el debate de la moción de censura fue muy resignada, pese a la
insistencia de algunas fuerzas políticas, en especial Unidos Podemos, para que
adquiriera un compromiso claro al respecto.
Con estos
antecedentes, era poco probable que Sánchez diese un paso al frente y
aprovechara el estado de gracia que asiste a los nuevos inquilinos de la
Moncloa para proponer al Parlamento la liquidación inmediata de la ley más
dañina para los trabajadores en cuarenta años de democracia. Una ley que fue
una auténtica trituradora de empleo en los peores momentos de la crisis, cuando
los empresarios usaron y abusaron de ella para aligerar sus plantillas a bajo
precio. Pero cuyas catastróficas consecuencias persisten aún hoy y explican en
buena medida la desorbitada precariedad y los bajos salarios que caracterizan
al mercado laboral.
Hubiera
sido un gesto de valentía que el recién investido presidente del Gobierno
pusiera la derogación de la reforma laboral de febrero de 2012 entre sus
prioridades, incluso a costa de ganarse con ello su primer gran revés parlamentario.
Habría dado cauce así a una reclamación clamorosa de la clase obrera, a la vez
que obligaba a retratarse inequívocamente a los partidos que prefieren dejar
las cosas como están, incluida alguna facción de suyo propio. Sánchez, sin
embargo, ha optado por refugiarse en una malentendida prudencia, como el perro
apaleado que rehuye la pelea.
Para
disimular su falta de atrevimiento, Sánchez ha hecho anunciar a la ministra de
Trabajo que impulsará algunos retoques de la ley, siempre que previamente obtengan
el suficiente respaldo de los agentes sociales y de las formaciones políticas
representadas en el Congreso. Entre ellos figurarían la recuperación de la
ultractividad de los convenios y de la supremacía de los sectoriales sobre los
de empresa, que permitiría a los trabajadores recuperar parte del terreno
perdido en la negociación colectiva frente a los empresarios. Bienvenidas sean
esas mejoras, si es que llegan; pero no dejarían de ser parches inspirados por
el “pragmatismo”que tantas esperanzas ha truncado a una sociedad que valora
también a quien toma riesgos. Para llegar al poder y una vez en él.
.
Puedes
seguirme en Twitter: @vicente_clavero
No hay comentarios:
Publicar un comentario