180 UNA ESPERANZA.
JM AIZPURUA
El
Congreso reflejó una realidad de 180 a 169, mas el cómico voto de la “Gracita
Morales” congresista que nos llevó al recuerdo de los gags del “señorito” de
las comedias de españolada. Esto puede traducirse a un 51,57% contra 48,42%, de
la ciudadanía votante representada en Diputados.
Lamentablemente,
esa mayoría nunca ha sido representada en proyectos, constituciones y
orientaciones sociales. En ella están representadas las naciones periféricas,
las demandas sociales, la izquierda y el centrismo, el espíritu republicano, y
los españolistas modernos. No está Canarias, secuestrada por mercantilistas
mercachifles que avergonzarán en su día a las futuras generaciones más
informadas.
Tampoco
están representados los numerosos abstencionistas, muchos de ellos frustrados
izquierdistas que no ven en la vía electoral posibilidades de regeneración.
No
fue la habilidad derechista la responsable de sus éxitos electorales y
gubernativos; lo fue la ineptitud de la izquierda, los “okupas” de sigla, y el
pavor a no repetir en las listas electorales. Evidentemente el Poderoso
Caballero y los lobistas han tenido un gran mérito en la sistemática
deformación de la realidad estatal para ser gobernada con sesgo
derechista-conservador y desde Aznar con tendencias filo-franquistas, es decir
fascistas.
No
aburran mas con filigranas monárquicas y eterna Nación, y pasen ya a tratar de
construir el Estado del s. XXI, que históricamente es lo que toca.
Esa
mayoría, ese enorme 51,57%, debe ser el protagonista de este cambio de
orientación que quiebre el de los recortes antisociales. ¿Porqué recortar
pensiones y no aviones?
Esa
filosofía de considerar inamovibles ejércitos, monarquía, diplomáticos, mamandurrias
oficiales, etc. y lo que sobra para gastos sociales, clásica de los
conservadores hispanos, no es compartida por la mayoría social, pero no tiene
cauce para expresarla electoralmente, y cuando cree que lo hace le meten el gol
del consenso por “razones de Estado”, o la prima de riesgo, o los hombres de
Bruselas, o la palabrita de turno con la que los Poderes Fácticos se ríen de un
pueblo poco preparado y menos interesado.
Las
lacras del pasado persiguen a este estado que no acaba de nacer homologable a
la UE, y sus peculiaridades fascistas e imperiales no terminan de desaparecer y
los eternamente ricos siguen aprovechando sus privilegios y hábilmente
repartiéndolos con los que surgen del liderazgo popular, consiguen mantenerse
en lo que un día me dijo altísimo miembro de Poder Fáctico, “nichos
institucionales” que nadie puede ocupar; solo ellos.
El
gran error, el tremendo error de concepto, cometido en el 1978, fue el mirar
para atrás y no darse cuenta de que venía un siglo XXI por delante en el que
todo iba a cambiar. La Constitución es un brindis al sol.
Escarmentados
ya en 2018, con la generación hoy anciana que en su día hizo la transición
popular, distinta de la que se reflejó en la práctica, es el momento de
sentarse los que tengan algo que decir, discurrir, y poner nuevas bases de
convivencia, para que nadie se sienta discriminado, y menos sancionado, por lo
que piensa o dice, por su religión, su patria o su nación, y fundamentalmente
por su carencia de salario digno. Parece fácil pero no lo es.
El
Estado del Bienestar, fórmula nórdica que orientó el sentido del 78, se basaba
en el pleno empleo o la cobertura social digna. Pensiones sin pérdida de
capacidad adquisitiva. Cobertura sanitaria universal y de alta calidad.
Pues
bien: con recortes y legislación fullera, este paradigma ha sido vulnerado,
traicionado, y substituido por otro no explicitado y que los Poderes Facticos
manejan en secreto.
Es
el momento de que ese alto, altísimo 48,42%, sea consciente de adonde lleva su
inercia votante, si realmente piensa que él o su descendencia se beneficiarán
de ese Estado que “M Punto y Rivera” han pretendido colar sin ruido,
camuflándose de salva patrias y al servicio de un capital abusador.
Pactos:
no existe otro camino.
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