UN AMOR SIN
BARRERAS
Rafael ZAMORA
MÉNDEZ
A ser madre se aprende cada día. Pero
nunca se asimila de un modo definitivo ¡Ella, debe de colocar en lo alto la luz
de su amor, para que ilumine a todos y, no es lo mismo, vivir con los hijos que
vivir para los hijos.
Siguiendo la practicada costumbre
popular, cada primer domingo del floreciente mes de mayo, por lo menos, en
España, se lleva a cabo el entrañable día consagrado por entero a las
bienhechoras madres del ocupado mundo.
Vamos, pues, anticipándonos a la
señalada fecha, a dedicarles a todas
ellas, esta insólita leyenda, puro fruto e invención de un añejo cuento que, en
plena juventud, en el transcurso de una imperecedera clase, nos relatara mi
siempre recordadísimo y perfecto ungido sacerdote salesiano, D.FLORENCIO
SÁNCHEZ GARCÍA, un sin par ejemplar hijo de San Juan Bosco, eximio orador
sagrado, con un corazón más grande que todas las infinitas arenas que pudieran
existir en las insondables dilatadas arenas del extenso mar.
Más o menos, esto es lo que, en el fondo
de la cuestión, en la mente, vagamente recuerdo, aún retengo y puedo
transcribirles:
"Se iba a morir y se inclinaba
sobre la cuna en la que dormía su hijo.
Demasiado sabía que, aquella, sería la
última y fatídica noche de su menesterosa existencia.
La total enfermedad que hace tiempo
minaba su consumido cuerpo, a pasos agigantados, se iba degenerando y, el socavado
muro que la sostenía, estaba próximo a derrumbarse.
La infortunada madre, plañideramente,
pensaba:
-.- ¡HIJO MÍO! ¿QUÉ SERÁ DE TI SIN MÍ?
¿PODRÁS CONSEGUIR LA DICHA O...POR EL
CONTRARIO, VIVIRÁS DESDICHADAMENTE, RECIBIENDO EN TU CÁNDIDO CUERPO LOS BRUSCOS
BATACAZAZOS DE LA SANGUINARIA TRIBULACIÓN?
De pronto, el cuarto en el que se
encontraban, con un incomprensible halo de cegadora luz, se iluminó por
completo.
Un presuroso ser, especie de ángel,
desconocido ente o prodigiosa entidad de otra desconocida naturaleza, así le
habló
-.- ¡EN TUS MANOS ESTÁ, BUENA MUJER!
¡EL SEÑOR CONSIENTE, EL QUE TÚ MISMA,
LIBREMENTE, PUEDAS OTORGARLE LA BENÉVOLA DICHA O, POR EL CONTRARIO, EL
MENESTEROSO INFORTUNIO!
-.- ¡LA DICHA! LA DICHA!
Gritó, desesperadamente, la aciaga
matrona.
-.- OYÉME BIEN: SI TU HIJO ES FELIZ...
ARROPADO POR LAS GLORIAS, RIQUEZAS, ADULACIONES Y VANIDADES DEL MUNDO... ¡SE
OLVIDARÁ DE TI PARA SIEMPRE! JAMÁS, PARA NADA, PRONUNCIARÁ TU NOMBRE!,
-.- ¡AY, DIJO LA MADRE!, (SINTIENDO DE
VERAS POR PRIMERA VEZ LA MUERTE)
-.- POR EL CONTRARIO, SI ES DESDICHADO,
CADA NOCHE, CUANDO CIEGAMENTE VAGUE DE UN LADO A OTRO, COMO NÓMADA VAGABUNDO, A
LO MEJOR, ABATIDO SOBRE CUALQUIER OSCURO CALLEJÓN, SECO CESPED O VERDE PRADERA,
MIRANDO AL AZUL DEL REMOTO CIELO Y VISLUMBRANDO EN LO ALTO A LAS SOLITARIAS
ESTRELLAS, ENTRE ACONGOJADOS LAMENTOS, MUSITARÁ:
-.- ¡MADRE MÍA! MADRE MÍA! ¿POR QUÉ ME
HAS DEJADO TAN SOLO?
ELLA... NO INDICÓ NADA.
PERO... POCO A POCO, SOLEMNEMENTE, SE
FUE INCLINANDO SOBRE LA CUNA EN LA QUE DORMÍA SU TIERNO RETOÑO Y, BESÁNDOLE LA
FRENTE, RESUELTA Y VALIENTEMENTE, EXCLAMÓ:
-.- ¡QUE SEAS DICHOSO, HIJO MÍO!
¡UNA AMPLIA SONRISA DE ESPERANZADO
FUTURO, SE DIBUJÓ EN LOS LABIOS DE LA ADORMECIDA CRIATURA, MIENTRAS, LA MUJER,
FUERTEMENTE ASIDA A LA MANO DEL BENDITO SER ALADO, PAULATINAMENTE, MUY
SIGILOSAMENTE, JUNTO A ÉL, A TODO TRANCE, SE DIRIGIA HACIA ESOS LÓBREGOS
RUMBOS, SECRETAMENTE UBICADOS EN LA RECÓNDITA OTRA ORILLA DEL TENEBROSO MÁS
ALLÁ!"
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