MIGRAR MUERTOS EN VIDA PARA MORIR MIL VECES MÁS
ILKA OLIVA CORADO
Las
huellas más visibles de las dictaduras impuestas por Estados Unidos en
Latinoamérica, se pueden ver todos los días en los miles de migrantes que se
ven obligados a salir de sus países de origen para buscar salvar sus vidas, y
obtener techo y comida en Estados Unidos; que es presentado por los expertos en
el engaño como la Meca, como el agua que calma la sed, como la tierra de ensueño donde todos los anhelos
de hacen realidad.
Migrar
muertos en vida para morir mil veces más
Una
Latinoamérica empobrecida por los gobiernos neoliberales post dictaduras
conformados por turbas de corruptos y saqueadores; que han creado bandas de
narcotráfico y trata de personas que operan desde el corazón mismo del Estado,
hacen de este peregrinar la peor de las torturas para quienes logran sobrevivir
a este trayecto en su camino hacia Estados Unidos. Sumado el actuar de la
Patrulla Fronteriza que hace un festín con la carne migrante, en todos los
sentidos.
Pero la
tragedia no está solamente en la
frontera entre Estados Unidos y México, ésta viene siendo una de las mil vidas
que pierden en su deambular migrante. La desgracia está en el país de origen
que los ha violentado negándoles oportunidades de desarrollo y el acceso a una vida integral. Un Estado que
los excluye y los estigmatiza, que los mata en hambrunas y en limpiezas
sociales. Que los desaparece en la trata de personas con fines de explotación
sexual, laboral y tráfico de órganos.
Muertos en vida migran, para morir mil veces más en el trayecto; y ser
en el país de llegada la mano de obra
barata que también es explotada y
violentada.
Y mueren
desde el instante mismo en el que decidieron migrar, mueren antes de haber
cruzado la frontera que los alejará de su nido, de sus afectos y de sus sueños. Y mueren de nuevo todos los
días, cuando los países hermanos los maltratan, los discriminan, los abusan,
los desaparecen y los asesinan. Y mueren ahogados en los mares, en las pequeñas balsas que buscan
llegar a Puerto Rico, cuando salen de República Dominicana. Y vuelven a morir cuando llegan a frontera
entre Estados Unidos y México, cuando la
Patrulla Fronteriza en un acto vil de deshumanización los extermina. Y mueren
nuevamente cuando entran al país de llegada que en la desgracia migratoria se
convierte eventualmente en el país de residencia.
Estos
migrantes que se vieron obligados a salir de sus países de origen, son los
niños que viven en los basureros, los que limpian vidrios en los semáforos, los
que cargan bultos en los mercados, los que huelen pegamento. Los que en
cuadrillas cortan café, tapiscan verduras y frutas. Los que dejan los pulmones
en los cañales quemados. Los que pican piedra. Son las niñas mancilladas en los
burdeles y casas de citas, eso si logran escapar con vida.
Son
padres de familia que trabajan de sol a sol barriendo calles, limpiando
edificios, repellando paredes. Son madres que han dejado la vid en las
maquiladoras, en los comedores, en los sótanos de los hospitales, en las
calles.
Obreros y
campesinos de todas las edades a los que los gobiernos de sus países de origen
marginaron desde su nacimiento, que han sido estigmatizados
generacionalmente, que son parte de la
herida viva de un tejido social
fragmentado en la memoria y la dignidad.
Esta
horda de corruptos ha traficado con empresas transnacionales rematando los
recursos naturales de comunidades enteras, arrebatando tierras, asesinando
campesinos, obligando a pueblos enteros al desplazamiento forzado, que tiene la
modalidad de migraciones forzadas.
Capos
criminales en los gobiernos que realizan redadas en los arrabales, asesinando y desapareciendo a la infancia y
juventud que grita exigiendo oportunidades de desarrollo y que en su lugar las obligan a delinquir o a migrar.
Las
causas de las migraciones forzadas están a simple vista: sociedades inhumanas
que en un infesto de clasismo y racismo solapan el abuso del Estado hacia los
más vulnerables. Gobiernos corruptos que siguen con puntualidad la agenda de
las oligarquías y los injerencistas que ven a los migrantes como efectos
colaterales de la imposición estadounidense en la región.
Migrantes
muertos en vida que mueren todos los días en tierras lejanas: violados,
golpeados, torturados, asesinados y desaparecidos. Sobrevivientes
estigmatizados, que vuelven a morir en cada amanecer: en el país de tránsito,
llegada, residencia, destino y retorno. Porque las deportaciones masivas
también son parte de la violencia ejercida por Estados Unidos y el resto de países latinoamericanos con
gobiernos neoliberales.
No
importa de qué partido sea el presidente
de Estados Unidos, la agenda migratoria es la misma. Mientras Latinoamérica no
se libere de la injerencia extranjera y
de los gobiernos neoliberales, la única salida seguirá siendo para miles, la migración forzada.
Mientras tanto,
¿quién por los que muertos en vida
migran, para morir mil veces más?
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