LA MUJER DE ARENA (NARRATIVA,
CONTINUACIÓN) 12
DUNIA
SÁNCHEZ
El niño y
su fardo. El fardo y el niño. Paulatinamente la mujer de arena fue sombra de su
diminuto cuerpo, tendría 6 años, 7 años, 5 años…no lo sabía. Se arrodilló y con
su mano acarició su frente. No, aún no despiertes. Los horrores del ayer, del
hoy serán destruidos en la danza de mis manos sobre tu cuerpo. Solo era huesos
y carne. Huesos débiles para el continuar de las auroras, carne herida, llagada
por la bestialidad negra de la razón de otros. Lo cogió en sus brazos y se
levantó, mientras él seguía aletargado.
Y le dio de amamantar, su sangre de inmediato circulaba por su persona.
Y le cantó la canción de la vida, de un
nuevo empezar en la distancia de este enrarecido y telúrico lugar. Y le dio de
amamantar largamente hasta que sus ojos
se abrieran con lucidez del nuevo camino.
Y le cantó ,
“Hoy las estrellas te besan,
Te siguen
en tu insonoridad.
Las mareas del ayer
Se
retuercen, se eclipsan
En sus
terroríficos oleaje.
Y ahora
eres tú.
Tú y los
otros iguales
Que con
sus danzas y alegrías
Calmarán
la sed
Calmarán
tu hambre
Calmarán
tus heridas.
Hoy las
estrellas te besan”
Dejo al
niño como estaba, en la lentitud de la madrugada sus ojos la miraron y cierta
gracia le hizo. No quiso hablar solo se desperezó y se yerto sobre sus
piernas. De la mano se marcharon. De la
mano se evadieron de las bofetadas de esa ciudad. De la mano se encontraron con
el océano. De la mano ella le habló y le habló. De la mano él seguía callado.
De la mano se desprendieron. Un gorrión malherido que reinicia su sendero. El sendero
de la inocencia. El sendero de la alegría. El sendero retornada a un vientre
para la luz del nuevo amanecer.
“Hoy las
estrellas te besan,
Te siguen
en tu insonoridad.
Las mareas del ayer
Se
retuercen, se eclipsan
En sus
terroríficos oleaje.
Y ahora
eres tú.
Tú y los
otros iguales
Que con
sus danzas y alegrías
Calmarán
la sed
Calmarán
tu hambre
Calmarán
tus heridas.
Hoy las
estrellas te besan”
CAPITULO 13
El
universo vino en su búsqueda como luz tiznada por el oleaje tranquilo. El niño, como estrella fugaz desapareció más
allá de ese horizonte cerrado a los demás, a los que hacen daño. La mujer de arena ensimismada se acarició su
vientre yermo y tomo aliento, un aliento que la llevaba por las callejuelas de
esa ciudad que censura su visión, su conciencia censurada a la realidad que se
mostraba en la mayoría de sus hijos.
Continúo en su soledad y silencio al encuentro de pasos perdidos por el
casco antiguo. Con su entereza y la ayuda del viento, del viento iba en su muerte alentando viveza a quien pudiera
ofrecer su ayuda. No lejos, después de
girar en una esquina, una mujer, una mujer embebida en la venta de su
cuerpo por unas horas. Una mujer destronada de la isla por salvar
sus paredes, su techo en el ritmo cotidiano de madre. Una madre escondida, una
mujer valiente, una mujer que a pesar de su trabajo sus sentidos se orientaban
el amor a sus hijos, a su familia, a sus amigos. De noche se transformaba, era metamorfosis
del entre la veracidad de su yo y prostituta cuando el túnel oscuro era cuerda
floja donde el equilibrio la mantenía. La mujer de arena andaba a pasos suaves,
calmos. Desfigurada aquella mujer ella se puso ante ella.
- ¿Qué haces?
- Aquí esperando. No me quites el
tiempo. Dime si quieres algo o no.
- No. Solo que dejes de vender tu vida,
tu cuerpo.
- Pero qué carajo dices. Anda con está.
Lárgate, tengo que mantener una familia. Bueno y yo porque he de dar
explicaciones. Venga…venga. Dime si quieres o no, me entiendes.
- Vamos.
- Vamos ,¿a dónde?
- Se hace tarde y me he de ir. Tal vez
, un nuevo comienzo.
- ¡Estás chalada¡ ¡Lárgate que me
encharcas el trabajo¡
La mujer
de arena la envolvió en una nube de calima. El viento soplaba más fuerte aún,
mucho más de lo habitual. La prostituta de rimen esparcido en sus mejillas, de
ojeras que funden un alma fatigada, una mirada ofuscada en la belleza , con
unos tacones incrustándose en los adoquines se desmayó. Entonces, la mujer de arena la recogió, en
ella la pesadez de aquel cuerpo derruido en los años, en el castigo y en el
rechazo de una ciudad donde todos
duermen ajenos a la verdad ¡Ay la verdad¡ La verdad está en las cloacas del
insensatez, de las luchas perdidas para ser vertical en el día a día. Ella,
condición vendida por unos billetes para elevar la vivencia de sus hijos
alejados de toda aberración, de tanto y
tanto dolor. La llevó allí, donde todos habían partido tal vez para volver o
no. Dejo que el siroco se la llevará lejos, muy lejos. Donde el amor abultara
en su condición de existir. Donde la levedad de la angustia se focalizará en lo propio. Una mujer entera, pesada en el devenir de los años, las
estaciones en convivencia a ras de la armonía. ..continuará
Publicado
por DUNIA para DUNIA SÁNCHEZ PADRÓN ©2007-2018
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