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domingo, 20 de mayo de 2018

EL “FARLOPERO” LOSANTOS Y LA DACHA DE IGLESIAS


EL “FARLOPERO” LOSANTOS Y LA DACHA DE IGLESIAS
ANÍBAL MALVAR
Ya he escrito muchas veces en estas páginas que casi siempre una sola frase vale el dispendio semanal de comprar los periódicos de papel. Esta semana ha sido en ABC, de la mano de nuestro columnista más pío, Juan Manuel de Prada, que escribe bajo palio. Califica el autor de Coños a Federico Jiménez Losantos como “adalid del periodismo farlopero” tras soltar en las ondas (pobres ondas, meu amigo) la idea de bombardear Catalunya y secuestrar a alemanes.

La derecha mediática se va dando cuenta de que alimentar ciertos golems puede ser contraproducente a medio plazo. En el caso de Federico, conviene recordar que hasta el PP salvo de la ruina a su periódico Libertad Digital con 400.000 euros en negro, según desveló Luis Bárcenas, apoyándose en sus meticulosos apuntes contables, en sede judicial ante el magistrado Pablo Ruz. La operación se fraguó en 2004, cuando Mariano Rajoy acababa de perder las elecciones ante José Luis Rodríguez Zapatero y los panfletos ultraliberales de internet veían peligrar su supervivencia, su publicidad institucional, sus créditos blandos en las cajas desmanteladas, sus mamandurrias.


Losantos mantiene hoy columna en El Mundo, el mismo diario que echó fulminantemente al catavaginas núbiles Salvador Sostres. En ellas, ayer mismo, nos hablaba del “bobierno” de Mariano Rajoy, a quien solía calificar de maricomplejines haciendo gracieta de la leyenda urbana pontevedresa que situaba al actual presidente haciendo cruising por los oscuros aparcamientos de la noche en busca de sexo anónimo con hombres. Repugnante. Homófobo. Rastrero. Suficiente para que cualquier periódico le cerrara sus páginas. Pero son “nuestros hijos de puta”, como hubiera dicho Franklin Delano Roosevelt. Hay que mantenerlos. Que pagarles los seviciosos servicios prestados, las difamaciones, las multas judiciales. El dinosaurio seguirá ahí cuando despertemos. Periodista farlopero. Me parece brillante pero poco, fray Juan Manuel.

Las casitas

Está bien divertida la reacción de algunos de nuestros pensadores más ultramontanos a la compra de la casita de 600.000 euros que han firmado Pablo Iglesias e Irene Montero en las estribaciones de la Sierra de Guadarrama. Me puse a pasar páginas de La Razón cual orate en busca de lo que tenía que decir Alfonso Ussía al respecto. Y va el cabrón y no dice nada. Está de acuerdo. Le parece bien. “Los dirigentes de Podemos están en su derecho de mejorar sus nivel de vida”, escribe el provecto y elegante columnista. “Yo no la critico [la compra]. Es más, la aplaudo”.


Sabe la derecha que no necesita hacer leña de la viga caída con este asunto. Se limitaron a esperar el fuego amigo. Que tenía que llegar. Lo hizo con contundencia Kichi, el alcalde en cuclillas de Cádiz, que recordó el compromiso de Podemos de “vivir como la gente corriente para poder representarla en las instituciones”.

En El Mundo de hoy mismo me salvan el artículo. Para sus editorialistas, la compra se ha realizado “merced a la legítima posición ganada con su trabajo”. OK. Lo divertido viene cuando se sigue leyendo: “Claro que ese trabajo no era inocuo: consistía en la producción de una ideología impugnadora del derecho a la propiedad”.

Por razones profesionales, uno ha tenido que ir leyendo cada uno de los programas, manifiestos, legajos y panfletos emanados desde el partido morado, y, la verdad, no recuerdo ninguna alusión a esa presunta impugnación del derecho a la propiedad. Parece como si sobre Podemos existiera una bula difamatoria permanente y desacompejada. Que lo hagan Eduardo Inda o Paco Marhuenda está en la naturaleza del escorpión, mis pobres ranas. Pero en el segundo periódico de España, y en un editorial, me parece un insulto a la inteligencia y a la ética de sus lectores.

También Rubén Amón, en El País, nos confiesa que “Iglesias y Montero tienen derecho a proveerse, pensar en el futuro y velar por la familia”. Todo muy civilizado, pero añade: “Iglesias es un líder en transformación. Se va acomodando”. Y remata con el tópico –y mendaz– aforismo británico que nos dice: quien es de derechas con 20 años no tiene corazón, y quien es de izquierdas con 40 no tiene cabeza”. La única pregunta que me queda: ¿es de derechas comprarse una casa?

Otra cosa es el plano estético, vital, que denuncia Kichi. La dacha de Iglesias va a hacer más daño que todas las mentiras sobre Venezuela. De dulce hogar puede pasar a mausoleo. La turbamulta anda muy encabronada, y con razón.
 




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