EL “FARLOPERO” LOSANTOS Y LA DACHA DE IGLESIAS
ANÍBAL MALVAR
Ya
he escrito muchas veces en estas páginas que casi siempre una sola frase vale
el dispendio semanal de comprar los periódicos de papel. Esta semana ha sido en
ABC, de la mano de nuestro columnista más pío, Juan Manuel de Prada, que
escribe bajo palio. Califica el autor de Coños a Federico Jiménez Losantos como
“adalid del periodismo farlopero” tras soltar en las ondas (pobres ondas, meu
amigo) la idea de bombardear Catalunya y secuestrar a alemanes.
La
derecha mediática se va dando cuenta de que alimentar ciertos golems puede ser
contraproducente a medio plazo. En el caso de Federico, conviene recordar que
hasta el PP salvo de la ruina a su periódico Libertad Digital con 400.000 euros
en negro, según desveló Luis Bárcenas, apoyándose en sus meticulosos apuntes
contables, en sede judicial ante el magistrado Pablo Ruz. La operación se
fraguó en 2004, cuando Mariano Rajoy acababa de perder las elecciones ante José
Luis Rodríguez Zapatero y los panfletos ultraliberales de internet veían
peligrar su supervivencia, su publicidad institucional, sus créditos blandos en
las cajas desmanteladas, sus mamandurrias.
Losantos
mantiene hoy columna en El Mundo, el mismo diario que echó fulminantemente al catavaginas
núbiles Salvador Sostres. En ellas, ayer mismo, nos hablaba del “bobierno” de
Mariano Rajoy, a quien solía calificar de maricomplejines haciendo gracieta de
la leyenda urbana pontevedresa que situaba al actual presidente haciendo
cruising por los oscuros aparcamientos de la noche en busca de sexo anónimo con
hombres. Repugnante. Homófobo. Rastrero. Suficiente para que cualquier
periódico le cerrara sus páginas. Pero son “nuestros hijos de puta”, como
hubiera dicho Franklin Delano Roosevelt. Hay que mantenerlos. Que pagarles los
seviciosos servicios prestados, las difamaciones, las multas judiciales. El
dinosaurio seguirá ahí cuando despertemos. Periodista farlopero. Me parece
brillante pero poco, fray Juan Manuel.
Las
casitas
Está
bien divertida la reacción de algunos de nuestros pensadores más ultramontanos
a la compra de la casita de 600.000 euros que han firmado Pablo Iglesias e
Irene Montero en las estribaciones de la Sierra de Guadarrama. Me puse a pasar
páginas de La Razón cual orate en busca de lo que tenía que decir Alfonso Ussía
al respecto. Y va el cabrón y no dice nada. Está de acuerdo. Le parece bien.
“Los dirigentes de Podemos están en su derecho de mejorar sus nivel de vida”,
escribe el provecto y elegante columnista. “Yo no la critico [la compra]. Es
más, la aplaudo”.
Sabe
la derecha que no necesita hacer leña de la viga caída con este asunto. Se
limitaron a esperar el fuego amigo. Que tenía que llegar. Lo hizo con
contundencia Kichi, el alcalde en cuclillas de Cádiz, que recordó el compromiso
de Podemos de “vivir como la gente corriente para poder representarla en las
instituciones”.
En
El Mundo de hoy mismo me salvan el artículo. Para sus editorialistas, la compra
se ha realizado “merced a la legítima posición ganada con su trabajo”. OK. Lo
divertido viene cuando se sigue leyendo: “Claro que ese trabajo no era inocuo:
consistía en la producción de una ideología impugnadora del derecho a la
propiedad”.
Por
razones profesionales, uno ha tenido que ir leyendo cada uno de los programas,
manifiestos, legajos y panfletos emanados desde el partido morado, y, la
verdad, no recuerdo ninguna alusión a esa presunta impugnación del derecho a la
propiedad. Parece como si sobre Podemos existiera una bula difamatoria
permanente y desacompejada. Que lo hagan Eduardo Inda o Paco Marhuenda está en
la naturaleza del escorpión, mis pobres ranas. Pero en el segundo periódico de
España, y en un editorial, me parece un insulto a la inteligencia y a la ética
de sus lectores.
También
Rubén Amón, en El País, nos confiesa que “Iglesias y Montero tienen derecho a
proveerse, pensar en el futuro y velar por la familia”. Todo muy civilizado,
pero añade: “Iglesias es un líder en transformación. Se va acomodando”. Y
remata con el tópico –y mendaz– aforismo británico que nos dice: quien es de
derechas con 20 años no tiene corazón, y quien es de izquierdas con 40 no tiene
cabeza”. La única pregunta que me queda: ¿es de derechas comprarse una casa?
Otra
cosa es el plano estético, vital, que denuncia Kichi. La dacha de Iglesias va a
hacer más daño que todas las mentiras sobre Venezuela. De dulce hogar puede
pasar a mausoleo. La turbamulta anda muy encabronada, y con razón.
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