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martes, 15 de mayo de 2018

EL ESPERANZADO, por José Rivero Vivas


EL ESPERANZADO
(Fragmento)

José Rivero Vivas


(Del libro: EL EUNUCO

Cuentos
Obra: C. 07 (a.07)
Publicado:
Ediciones IDEA, 2009
       ISBN: 978-84-9941-057-9)
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EL EUNUCO.

Época de dificultades económicas y asperezas humanas, por la inadaptación conducente al fracaso, en abanico de tramas que comprenden paro y escasez, lacra urbana, pérfidos fines y cándidos sueños de desheredados de la Tierra. Las historias referidas van impregnadas de cierta similitud, con aire de denominador común, que las identifica como de un solo cuerpo, puesto que nacen de una idea general, no de la suma de relatos dispares que integran un volumen.
Esta serie de cuentos desgarrados, da fe del momento aciago de su creación. Consciente de ello, su autor recurre a la introducción de algunos pasajes en verso, con objeto de suavizar la descarnada desnudez del tema tratado. Sucede que, la disposición del verso, en su forma de hacer, es consecuente con su contenido; pero, el extraño a este sentir, piensa solamente en presentar el texto a su aire, lo que suele malograr el fin propuesto.
José Rivero Vivas
Tenerife – Islas Canarias
Mayo de 2018

EL ESPERANZADO
(Fragmento
Entrado que hubo en el puerto, el buque quedó varado frente al dique sur, exactamente en la explanada que da acceso al muelle de ribera.

“vivo en un barco encallado 
en el fondo de una cesta
navegar es imposible
pues no hay agua en derredor
el río no es tributario
ni es afluente mayor
el lago es sólo un estanque
de mínima dimensión
mis sueños de marinero
perecen en el olvido
que no hay forma de hacer rumbo
si no me lleva mi nave
cuesta arriba de la mar
pero aun estando varado
el barco funciona a tope
y ruge su maquinaria
de la mañana a la noche

            
loco estoy
ensordecido
y al contramaestre imploro
silencio
silencio sólo
para poder descansar
para dormir y soñar
para reposar tranquilo
y vivir sin miedo alguno
de enfermedad
desvarío
ensoñación y dilema
las máquinas se enfurecen
cuando el gas las acelera
y humea negro carbón
la gigante chimenea
nadie me pregunte si
vivo mejor o peor
todos suponen morar
en terrenal paraíso
pese a que ruido y sordera
conjuntan un laberinto
que no se oye ni se siente
pues no hay quien emita un grito
y mi barco en la ribera
se mueve a ritmo y compás
de un rumbo disparatado
que no acierto a definir
por más estudio que intento
sobre la carta marina
un vendaval lo sacude
sin abandonar la costa
los bandazos son extremos
los mástiles se estremecen
silban arriba las jarcias
las velas desmanteladas
hinchan sus fondos vacíos
y el bergantín se desplaza
por sobre piedras y barro
acunándose garboso
majestuoso y erguido      
navego
no estoy soñando
me encasqueto la visera
y me afianzo en el timón
renazco
vibro presa de emoción
vuelvo a ser lobo marino
mas ay
poco dura la ilusión
una ráfaga de viento
llena mis ojos de arena
y mi cerebro oscurece
al abrirlos nuevamente
advierto que mi quimera
lánguida se desvanece”

Un silencio no habitual se produjo en un momento. La expectación cundió en los curiosos, y todas las miradas convergieron en el puente. Mas, el capitán no asomaba. Su presencia no existía, y pese a ser reclamado, el hombre no acudía a cumplir con su deber.
El silencio tomó cuerpo otra vez, y el tiempo discurrió pausado y lento.
De pronto surgió el tropel. Un nutrido grupo de marineros irrumpió en cubierta. Arrastraban con ellos a la oficialidad.
Cuando estuvieron arriba, uno de ellos, erigiéndose en representante de los demás, tomó la palabra para explicar los acontecimientos y coordinar la acción. Luego, tras breve arenga, buscando animar a la tripulación sublevada, ordenó que los mandos fueran depositados en tierra sin dilación.
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José Rivero Vivas
Del libro: EL EUNUCO
Ediciones IDEA, 2009
Islas Canarias

 
 


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