LA LÁMPARA MARAVILLOSA
(William Ospina,)
"Yo supe a los nueve años que hay
mujeres con cola de pez cuyo canto lleva a los marinos a la muerte. Que hay
gigantes que tienen un solo ojo en mitad de la frente. Que hay alforjas de
cuero en los barcos que no deben abrirse porque en ellas van guardados los
vientos. Que hay hechiceras que convierten a los hombres en cerdos, diosas que
avanzan velozmente por los caminos del aire, diosas cuyo látigo es el arco
iris, una reina que desteje en la noche todo lo que ha tejido en el día, un
arco tremendo que sólo hay un hombre en el mundo que pueda tensar, un cantor
ciego que conoce todos los relatos y un dios furioso que despierta en las olas
las tempestades. Que hay un rey que lleva diez años tratando en vano de volver
a su isla, una planta que servida en infusiones ofrece a la gente el olvido,
naves que no obedecen al viento ni a los remos sino al pensamiento de sus
tripulantes y amores que sobreviven a veinte años de ausencia. Que hay un
caballo de madera lleno de guerreros silenciosos, un mar lleno de naufragios y
tentaciones, un hijo que va de isla en isla buscando a su padre, un viajero
extraviado por los mares al que sin embargo cuidan los dioses desde sus
palacios, unos huéspedes abusivos que devoran la hacienda de sus anfitriones,
un mendigo que en realidad es un rey, una mujer que ha esperado a su marido
veinte años y que a su llegada no lo reconoce, un hombre que viene de la guerra
y trae la guerra consigo, un hombre que ha tenido que visitar el reino de los
muertos para poder volver a la vida.
Un solo libro me dio todas esas cosas y
con cada una de ellas se abrió una puerta que ya no se cerraría nunca. Puertas
al mar y puertas a la magia, puertas a la venganza y puertas al milagro. Medio
siglo me ha durado ese gozo y todavía miro el libro con el mismo asombro
infantil con que lo miraba en aquel tiempo. Desde entonces comprendí que
algunos de los mayores tesoros del mundo y algunas de sus más altas libertades
están en la imaginación. Las imaginaciones de otros nos dan también licencia
para imaginar, y todo invento que vemos nos recuerda que también nosotros
podemos inventar.
(...)
El que abre un libro ha encendido la
lámpara maravillosa, y qué grato es saber que nunca acabaremos de descubrir lo
que hay oculto en la transparencia, lo que hay escrito en la oscuridad"
(William Ospina, 2012).
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