EL RECOVERO DE
MI NIÑEZ
Y JUVENTUD
Rafael ZAMORA
MÉNDEZ
Alguien dijo: “La tierra no da fruto, si
el arado no la rompe”.
El gran poeta mejicano, MANUEL ACUÑA,
fue un casi desconocido artista de las letras que escribiera una hermosa
comedia, titulada, “EL PASADO”, que se estrenara el año
1.872, distinguiéndose literalmente por su mágico “NOCTURNO A ROSARIO” y su
otra gran obra, “ANTE UN CADÁVER” que...
se dice, creara antes de suicidarse.
Ya ha pasado casi un siglo de su lúgubre desaparición pero, como
suele suceder con todos los grandes personajes que por la Historia han
desfilado, nos queda la fecunda herencia
perpetua de sus desarrollados trabajos y, en la parcela de nuestros
mejores recuerdos, flota la rica esencia de sus deliciosos versos, como aquel
que decía:
CUANDO VOLVÍ A MI CASA,
DE TANTA DICHA, LOCO,
FUE CUANDO COMPRENDÍ, MUY LEJOS DE ELLA,
Otros muchos son los que afirman ser
bien cierto el viejo y conocido refrán que dice: “MÁS VALE ESTAR SOLO QUE MAL
ACOMPAÑADO”.
Bien sabemos, a ciencia cierta, de que
ustedes, atentos lectores de NACIÓN CANARIA, no acostumbran a dejarnos solos y,
por nuestra parte, con agradecido reconocimiento, alabamos sobremanera la
ejemplar constancia por concedernos el privilegio de seguirnos en nuestras
comunicaciones, todas ellas, exclusivamente notificadas, únicamente con la
señera y exclusiva pretensión de querer
compartir con todos unos marcados instantes de necesaria información, actuales noticias
locales, políticas y generales, así como líricos poemas, disparejas actividades deportivas o apartados temas de
proyectada amenidad.
Retornando al pasado, en este día,
vísperas, casi ya, de "LA FIESTA
DEL TRABAJO", se me ha ocurrido departirles sobre la humilde figura de un
entrañable amigo, de una singular persona que, desde hace ya prolongados años,
ha sido para mí todo un constante ejemplo de esforzado e incansable trabajador,
el cual, muchas veces me decía:”LA MEJOR HERENCIA QUE LOS PADRES PUEDEN DEJARLE
A SUS HIJOS, ES EL RECUERDO DE UNA VIDA INTACHABLE”
Se trata de nuestro ya desaparecido y ancestral “RECOVERO”, el de la tradicional pequeña
tiendecita familiar, perdurablemente ubicada en uno de los extremo de la calle
principal de Valverde; el equivalente personaje de siempre, con su clásico e
indestructible sombrero negro, el que estuviera durante muchísimos años oculto
por completo la mayoría de las veces, tras el casi invisible cuadrado de una
cercana ventanilla esperando a sus mejores clientes, medio somnoliento,
aguzando la cansada vista de veterana
águila y lamentándose
constantemente de la fatídica “mosca blanca”, a la que, a cada santiamén, sin
viable tregua, no paraba de criticar.
Con toda una copiosa extensa
práctica “curativa”, es capaz de
aconsejar ciertas hierbas, matas y hojas, debidamente apropiadas para sanar
cualquier tipo de malestar corporal, siendo un servidor un feliz fiel testigo
de sus mágicas recetas saludables
Al alcance de la manos, de los
bolsillos, sobre el vetusto mostrador, exponía
sus típicos, naturales y ecológicos frutos que, de su acariciada tierra,
a la que sin horario fijo supo entregarle buena parte de toda su laboriosa
existencia, lograba conseguir sacarle
las más apetecidas y suculentas de las cosechas.
Buen vino, espesa miel, grandes tomates, gustosas manzanas,
pomposas lechugas, prolongados pepinos, recias
calabazas, delicados calabacines
y... ¡hasta pequeños productos caseros que, emergiendo de sus cabritas,
nos engolosinaban los ojos, para estimularnos un desbordante apetito!
Solía atender con la mayor tranquilidad y relajada
paciencia del mundo, sin inmutarse jamás y, entre amena conversación, comentaba
los acuciantes asuntos del día,
emitiendo sus oportunos puntos de vista con la más decana claridad y enfocada opinión personalísima.
Le conocí desde muy temprana edad.
Todavía recuerdo a mi padre y al tío Noé, cuando por esta
misma época, ya, de ambiente navideño, el señor Juan, nos invitaba en su
añorada recova a tomarnos unas copas con
el mejor vino de sus especiales reservas, teniendo como tapas... unas
triangulares rodajas de de puro tomate
tan solo que, a estas alturas, todavía, me traen al paladar los fragantes
sabores de algo extraordinariamente exquisito y superior.
Solía intercambiar ideas, aunque saliera
perdiendo en la mayoría de ellas.
Me recordaba su enorme reconocimiento,
diciéndome:
-.- A DON AURELIO LE DEBO YO MUCHO, YA
QUE NUNCA OLVIDARÉ QUE, CUANDO ME OPERARON, ÉL ME IBA A CUIDAR Y A ORDEÑAR A
MIS ANIMALITOS- Su peculiar reverencia, cada vez que tenemos la pertinente ocasión de vernos,
suele ser esta: -.- ¡HOLA, SEÑOR RAFAEL!
En cierta ocasión, me dio a probar un determinado vino dulce de
admirable buena calidad y excitante graduación alcohólica.
Como quiera que le adquiriera un par de
litros y no le llevara los correspondientes envases para transportarlos, me
facilitó un par de botellas, de
esas tan frecuentes de plástico, a lo
que, por oídas, le dije:
-.- ¡ESTO, ASÍ, RESULTA PELIGROSO, CAPAZ
DE QUE SE ME ECHE A PERDER SU CONTENIDO!
-.- ¡DE ESO, NI HABLAR! MI PRODUCTO ES
TA PURO, TAN PURO Y TAN BUENO QUE, LE ASEGURO, SE LO FIRMO SI QUIERE, QUE AHÍ,
DENTRO DE ESAS REDOMAS, SE IRÁ PONIENDO CADA VEZ MEJOR Y MEJOR Y, SI ME
EQUIVOCO, EN CASO CONTRARIO, SI ASÍ NO LO VE, VENGA QUE LE DEVUELVO HASTA EL ÚLTIMO CENTAVO QUE HAYA PAGADO POR
ÉL, ¡DESDE LUEGO, SIN INTERESES, POR
SUPUESTO.
Lo primero, sí que se lo creí pero... lo
segundo, eso de devolver algo... lo puse muy en duda, porque a todas luces, en
su plena juventud, demostró ser todo un
auténtico buen comerciante de primera magnitud quien, a pesar de no haber
tenido la fortuna de sobresalir en una escuela de estudios superiores, a ojos
cerrados, yo hubiese sido capaz de ponerle al frente de cualquier departamento
de Hacienda, con la firme seguridad de
que haría el delirante milagro de que jamás llegaría a la desolada
quiebra o a la actual y escalofriante tan adversa crisis.
¡Todo un hombre con pura inclinación
comercial, un severo ahorrador de primera categoría, el que nunca dio nada de
más pero, tampoco... de menos! ¡Una honorable persona, de cuyo trabajo supo vivir, sacándole el
mayor provecho, dando excelente buen ejemplo de nobleza, honradez y total
herreñismo!
Una vez le dije:
-.- ¿LAS FUERTES LLUVIAS QUE EN ESTOS
DÍAS SE HAN DEJADO CAER, HAN FAVORECIDO A LOS AGRICULTORES?
Y, así, me contestó:
-.- ¿A QUÉ AGRICULTORES SE REFIERE, SI
AQUÍ YA NO QUEDA NINGUNO?
¡Para nosotros, sí que de por siempre,
quedará en el recuerdo y en los corazones de cuantos hemos tenido el privilegio
de haberle podido tratar, los enormes
méritos personales de tan notorio protagonista que, habitando en nuestra isla,
diariamente, casi pasaba totalmente desapercibido y el que, con todo derecho y
justicia, hoy, ha sido digno de haber recibido este rendido, y adecuado
homenaje, cabalmente revestido del
más recóndito de los sentidos reconocimientos!
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