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lunes, 12 de marzo de 2018

REFLEXIÓN


REFLEXIÓN
J.M. AIZPURUA
Ayer en La Isla; éramos muy pocos.
Se que a Víctor eso le duele, lo mismo que a nosotros, pero yo trasciendo de la realidad y desde la otra orilla, en la que me encuentro abandonado, creo mis propios presupuestos, mis utopías que me permiten dormir bien y levantarme con ánimo.
La vida no es mas que una montaña por la que hay que ir subiendo.
Duro ascenso, voluntario o forzado por las presiones, pero inevitable y en el que la capacidad personal y estímulo de tus allegados te permite ir alcanzando cotas, miradores, quizás rincones donde descansar y retozar con los que te acompañan. La duración de tu vida y tu propio esfuerzo te llevan a lugares, altos o muy altos, desde donde divisas panoramas impensables, desde donde ves a los que se quedaron rezagados y ves nítido su por qué. La altura te da la sabiduría.
Ayer en La Isla, estábamos los que sienten la nación canaria, los que saben por qué el godo la reprime, los que comprenden la visión del mal patriota, los que ya hace tiempo iniciaron el camino hacia la cumbre y el Sistema no alcanza a mancillarlos.
Y en estas cumbres estaba entretenido cuando caí en la cuenta, que, los de abajo, por edad o mezquindad, no saben lo que vemos desde el alto, y que quizás nuestra única misión ya sea dejar de subir y tratar de dejar escrita nuestra visión para que incite a los de abajo a seguir subiendo abandonando la comodidad del llano.
Y Víctor, que es como el Messi de las letras canarias, tiene un relato pendiente que de a la nación canaria la base para iniciar el largo y duro camino hacia la Libertad.
Reunámonos en el alto, de vez en cuando, pero no esperemos a los de abajo, que seguirán enfrascados en sus cosas de mira estrecha.

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