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viernes, 23 de febrero de 2018

LA CATARSIS DE NICOLÁS R. KOLIA, por Roberto Cabrera


LA CATARSIS DE NICOLÁS 
R. KOLIA
POR ROBERTO CABRERA
Nicolás R. Kolia, Rafael Arozarena y Roberto Cabrera

Jornadas Literatura y Ciudad
Parque Cultural Viera y Clavijo


¡Ay! Historia noria
no marees más al corazón,
para tus aspas de mariposa
No hurgues en los entresijos del aire
deja en paz a ese pobre loco.
Kolia

Nicolás Rodríguez Kolia tenía un gran dolor de muelas cuando regresaba a su casa del colegio. Tenía que hacer unas gárgaras de vinagre, me dijo. Yo caminaba a su lado cerca ya de la calle Castro en su confluencia con Serrano. Allí me esperaba don Juan Borges para hacerme las dolorosas curas de una caída en bicicleta.
Tiempo después Kolia publicó un libro de poemas y acudió al colegio para presentarlo. Fue un día inolvidable, porque Lo dulce, lo amargo y mi callado, era una declaración de intenciones de lo que sería su dedicación al noble mundo artístico.
En otra ocasión, después de recoger unas octavillas en la calle con un amigo de clase, preparamos un trabajo para poner a prueba a nuestro profesor de Filosofía, pero confundimos a Stalin con Lenin y entonces Kolia fue quien nos sacaría de dudas.
Lo dulce, lo amargo y mi callado era la capacidad, en palabras de Antonio Bermejo, que tienen algunos hombres de lanzar al aire su agonía...y no creo que exista un testigo de mayor excepción de los avatares de nuestra sociedad en estos últimos 30 años, que Nicolás Rodríguez Kolia. Tampoco con una sensibilidad poética, baste recordar su vehemencia recitando a Whitman o a Baudelaire, autores de cabecera en la mesilla de noche de su casa de la calle Serrano, donde vivía solo.
También recitaba a Pedro García Cabrera o José Luis Gallardo, aquellos Domingos de la cárcel, llenos de melancolía.
Han pasado unos años y nos refugiamos en su vivienda para ensayar rock de los setenta. Allí quedaban los restos de aquella primigenia edición de Lo dulce, lo amargo y mi callado. Y llegó un almanaque de manos de uno de tantos personajes clandestinos que lo visitaban algunos de los cuales hoy son prominentes personajes de la cultura o de la política. Era lo mejor de la poesía social que en aquel momento se publicaba. Enseguida nos pusimos al trabajo, musicar aquellos poemas, preparar un encuentro de Nueva Canción Canaria y tocar y recitar por barrios y pueblos en un clima de solidaridad, concordia y arrojo. Fue la puntilla de aquel sistema opresivo.
Entonces la poesía se convirtió en la llave de un cambio hacia la libertad. Y si quisiéramos obviar a artistas como Nicolás Rodríguez Kolia, estaríamos completamente alejados de la verdad.
Kolia no ha dejado de escribir, sobre cartones, servilletas de bares, a un lado de los lienzos o por detrás de ellos. Ha poetizado su pintura, haciendo que sus cuadros sean hoy muy valorados por los coleccionistas. Tampoco se quedan atrás sus breves relatos que son perlas de incuestionable calidad. Todo rezuma la poesía, que desde el principio advierte de un final romántico y transformador. Ha escogido el barrio como tema central, y es que toda la cultura popular, por muy globalizada que parezca, no puede olvidarlo. No es estrechez de miras, sino todo lo contrario, universalización de un microcosmos creativo.
Hace muy poco tiempo tropecé con otro amigo de infancia, con quien iba al colegio todas las mañanas, este eminente psiquiatra de hoy me confesó con verdadera inquietud, que daría lo que fuera por volver a leer Lo dulce, lo amargo y mi callado. Ese callao que Kolia se trajo a la ciudad desde su pueblo del Sur y que le servía de interlocutor en todos sus descubrimientos cosmopolitas.
Ninguno de nosotros sabemos si todavía lo conserva, si ese intimismo es compatible o no con su rebeldía como experiencia, título magistral con el que se refirió a la música popular que creció en las calles de su ciudad. Pero se nos antoja que tras tantas experiencias y avatares artísticos y humanos, siempre conservará un hueco donde dar cobijo a la amistad, su tema preferido, reiterado y recurrente. Como si dejase intacto ese espacio intocado de la sorpresa del encuentro con el otro. Esta advocación por el pasado nunca ha logrado dejar a un lado su deseo de estar a la última. Por eso mismo es extraño que se le escape la novela recién publicada, la inminente exposición, el titular de ese día, el estreno cinematográfico, la revista de opinión o la filosofía del momento.
Una sólida cultura le hace un conversador para el constante enriquecimiento, uno de aquellos filósofos abiertos a la discusión asertiva, que no excluye la ironía, el humor o la parodia, dando movimiento ajedricístico a sus argumentos. Haciendo más fácil la existencia a pesar de profundas reflexiones abisales.
Yo me pierdo en sus manhatans, recorriendo azoteas plagadas de gatos y de palomas, y él como ojos del Guadiana retoma la pluma y sorprende como ahora con este libro lleno de nubes y de lunas que persiguen habitantes urbanos, entrando por sus ventanas a ordeñar secretos y afilar garras de solitarios corazones.
Iconoclastia humanista, de merecidísimo reconocimiento, contemporáneo de otros creadores en la genealogía de un barrio de artistas como Alberto y Yamil Omar, o Ángel y Eduardo Camacho. Pedro Víctor Debrigode Duggi. Cronista actual de sus vivencias en colaboraciones periodísticas. De piel a piel y también diseñador de proyectos arquitectónicos como el burgado gigante que coronaría la city desde lo alto, albergando un museo espiral, lleno de pasadizos como sólo Kolia puede imaginarlo.
Pero no olvidemos sus contribuciones vanguardistas como el espectáculo totalizador de las artes: Contaminación o su ópera rock La Ayuda de la Amistad, ambos en colaboración con el Grupo Salvaje, y que tanta repercusión tuvieron a finales de los años setenta.
Sospechamos que toda esta frenética actividad de tantos años se plasma en su poética, ya que el mismo ha precisado en innumerables ocasiones que la poesía es el motor primigenio de otras artes. Y ésto, he tenido la suerte de poder visualizarlo en su estudio de la calle Castro cuando de una gota de pintura emanaba un poema o la última letra irrumpía en el lienzo. Esa estrecha constante conjunción entre la poesía y la pintura que algunos ingenuos creen haber descubierto hoy.

@Roberto Cabrera

LOS MUELLES

               Tal como decía en un artículo que escribí sobre Walt Whitman :
....El tirante que cruzaba en diagonal su camisa blanca de sólo dos botones se deslizaba con facilidad sobre su hombro. En un gesto rápido por lo acostumbrado, lo volvía a subir, mientras seguía corriendo hacia el muelle. Allí sentado en el pretil, miraba ensimismado el torrente humano...La gente que bajaba y subía de los barcos, que lloraba y aireaba sus pañuelos blancos plata en un adiós visual. Los que sonreían en silenciosa mueca de fino cristal a punto de romperse ante los seres queridos que llegaban.
....Conocí los muelles de Santa Cruz paseando con un delicioso vagabundo llamado Makey y lo que más me llamaba la atención era las barcas de los cambulloneros dirigiéndose hacia los barcos en estambay y el remolino de gente en la marquesina donde el fondo azul marino hacía destacar los móviles, colores de las barcas y de los barcos.
....El muelle presentaba siempre una especial viveza, el ajetreo de la gente con ropa multicolor hacía que los colores se mezclaran en mis ojos como si estuviera ante un enorme tiovivo, que giraba sin cesar.
....Los rayos solares se refractaban en el mar y rebotaban en las montañas de Anaga para pincelar el muelle,la plaza de España, la plaza de la Candelaria y todas las casas con sus floridos balcones y unas calles más allá también a la iglesia de la Concepción al hospital viejo,edificio neomodernista obra del arquitecto Manuel de Oraá.
....Un muelle tan limpio que los chiquillos nos bañábamos en él. Los domingos el paseo por el dique era uno de los entretenimientos preferidos por los chicharreros
Nicolás Rodríguez KOLIA

 LA PRIMERA PALABRA AMETRALLADA


               ....Quizás tuviese ocho años, cuando caminaba hacia lo que llamábamos fábrica de Coca-Cola, llevaba pantalón corto beige, camisa azul falange, lonas blancas, en la cabeza hasta tapar las cejas un bombín negro de cartón y en la mano un alambre curvado que dirigía mi aro de hojalata.
....Frené primero bajo las buganvillas de doña Tin para pedirle que me dejase pasar al patio y coger pitangas que ya debían de haber pasado de un agrio naranja al dulce rojo sangre. Luego, aún con la boca llena de tan singular sabor continuaba hasta el almacén de la cochinilla y allí me quedaba extasiado durante un rato, luego seguía y cuando llegué al muro trasero vi algo que sin saber porqué me estremeció de miedo, sin embargo aquella palabra hendida por las balas hasta formar un bajo relieve salpicadas por ribetes de pintura negra, quedó impresionada en mi mente como lo artístico matérico expresado no como escultura sino como suceso creativo provocado por motivaciones antagónicas.
....Tal podía sugerir El 2 de Mayo de Goya, una arpillera de Manolo Millares o un jeroglífico de Tapies. Años más tarde leyendo a Kandinsky subrayé esto en lo técnico y en lo espiritual. La palabra ametrallada era libertad, palabra que yo entonces sólo entendía por instinto.
Nicolás Rodríguez KOLIA 

LAS CIUDADELAS

               .....Las ciudadelas y convoyes eran especialmente coloristas con sus patios llenos de variedad de plantas y de flores. Había una en especial por la que yo solía ir mucho a ver a mis amigos Marcos y Luisita y fue justamente en ella en donde se produjo uno de los recuerdos imborrables.
.....Sucedió una noche en que la habitual quietud y silencio quedó hecha añicos por un trasegar de ruidos inusuales que despertó hasta a la abuela con su conocido sueño imperturbable. Todos habían salido ya cuando llegué a la puerta, miré hacia abajo donde todos corrían con cubos llenos de agua.
.....En esos breves segundos se produjo la visión que no solo marcó inexorablemente mi memoria sino que vino a confirmar que mi sentido estético, la importancia que yo daba a la belleza, aquello que mayor placer producía a mi mente a través de los ojos estaba unida a mi escala de valores y en ella la solidaridad ocupaba y ocupa el primer puesto. Esta extraña mezcla entre lo ético y lo estético tan difícil de dilucidar con el tiempo iría constituyendo el lenguaje total a través del cual quería, quiero significarme.
.....Corrí calle abajo y antes de llegar, ya Luisita, sólo arropada por un falso gritaba en medio del sollozo un desgarrador: " se me quema mi casita". Quedé paralizado no tanto por el sonido como por la imagen. Aquellos cuatro huesitos y cara bonita que eran Luisita, con la luz del fuego a su espalda y su cuerpo envuelto en humo, detuvo el tiempo y congeló para siempre esa imagen fundida en mi sentimiento. Luisita vivía en el fondo de la ciudadela y el fuego no llegó a pasar de allí porque pronto fue apagado.
Nicolás Rodríguez KOLIA


cartel del carnaval Néstor Santana 1999

UN RECORRIDO POR 30 AÑOS DE CARTELES DE 
CARNAVAL LAS FOTOS DEL VIEJO AMOR

               .....Antes que la romana nave de la carne atracara en el muelle de la Humanidad, los griegos escenificaban la danza del macho cabrío, con las tres conocidas máscaras (apatía,alegría y tristeza) a las cuales llamaban personas,hecho que luego serviría a Freud para desenmascarar el carácter de la persona.
.....En 1962, la única carne permitida por estos lares era el sagrado matrimonio, o la que se escaseaba en los calderos. Por eso aquí se llamaron Fiestas de Invierno. La rígida cuerda de la censura aflojaba a medida que los años iban pasando, haciéndose notar en el trabajo de los artistas.
.....Es ya viejo el hecho de que el Carnaval ha calado hondo en esta tierra, convirtiéndose en una de sus más populares fiestas. La forma en que un pueblo expresa sus alegrías es también la manifestación de su inquietud creativa.
.....Es por eso que el cartel anunciador debería ser la síntesis que de ello hace el autor acreedor del premio que se convocaba o el elegido para la ocasión.
.....Veamos si es así.
Nicolás Rodríguez KOLIA
  
 Arpillera de Manolo Millares


EL SUEÑO DE LOS SIGLOS DUERME 
SOBRE UNA ARPILLERA

               .....Ocurrió en 1954. Estaba a la entrada sobrecogido, sintió frío a pesar de que aún le daba el sol en la espalda, reflejando y alargando su silueta oscura sobre cadmios del suelo de la cueva, el negro total en el techo y un blanco brumoso en la atmósfera.
.....Sin saber por qué se arrodilló y besó la tierra. Fue entonces cuando se percató de las momias guanches del fondo por las que seguía saliendo el rojo. Arropándose con una arpillera descendió del silencio sepulcral hasta la playa y allí se acercó la caracola a la oreja, oyó una voz que repetía incesante: vacaguaré, vacaguaré... la arrojó al mar.
.....Cuando volvió al estudio miró absorto durante horas sus pictografías inspiradas en los petroglifos; luego los arrinconó. Estiró cuanto pudo la arpillera hasta provocarle desgarres, rotos que cosería para volver a romper y volver a coser, le sacó jirones que remendaría con gruesos zurcidos, la mortificó con violencia hasta el martirio, la pintó con los colores que aún recordaban sus ojos, dando sublimidad a los humildes materiales, convirtiéndolos en sagrados sudarios del siglo pasado.
El mensaje que debía transmitir no le permitía ser formalista figurativo, tenía que ser descarnado y profundo, es decir, matérico. Llegó pronto a los pintores de la época, ejerciendo la influencia de su mensaje en la fundación del grupo El Paso. Proyectó internacionalmente aquella voz de la caracola que tanta inquietud había provocado en su alma.
Así lo descubrió en El homúnculo en la pintura actual o en Destrucción-construcción en mi pintura, como sombrajos de redención. El tiempo, factor humanizado,fue es el compañero invisible de su obra, es decir, elegía materiales impregnados de carácter, que él aumentaba. Simplificó aún más la gama cromática a aquellos colores que encontró aquel día, en la cueva funeraria.
Pintaba como un iluminado que debe transmitir con urgencia el sentir de un pueblo que fue diezmado. Obtuvo premios en bienales internacionales y a él le debemos-entre otras muchas cosas- el hecho de que una pintura netamente canaria enriquezca el patrimonio artístico de este planeta, siendo considerado en la actualidad -20 años después que un maldito tumor cerebral acabara con su vida, a la edad de 46 años, en plena ebullición creativa- como el más importante pintor informalista.
Tratar de plantear ahora la indagaciones sobre las influencias que otros pintores ejercieron en él, es un trabajo extenso que no encaja en la intención de este escrito. Sólo destacar las influencias naturales de sus amigos más próximos y -por similitud dramática- la del pintor noruego Edward Munch. Más lejanamente, pero no con menos virulencia, la de Francisco de Goya. Su obra cargada de amargura pero también de esperanza, viaja por todo el mundo. Pero yo estoy seguro que su espíritu reposa plácido junto a nuestros muertos en aquella cueva funeraria, confeccionando sobre arpilleras el sueño de los siglos.
Nicolás Rodríguez KOLIA




LOS OLORES DEL COLOR

            .....
.....Uno de los recuerdos más importantes para mí se produjo un día en que estaba jugando con mis amigos a la pelota de trapo. Esta salió lanzada lejos y fui a recogerla junto a la puerta de un alto y estrecho edificio que con el tiempo quedaría sellado para albergar más tarde la nueva iglesia del barrio,en honor a María Auxiliadora. Justo cuando ya tenía la pelota en mis manos, me llegó un olor muy particular que procedía de unas puertas más abajo.
.....Me quedé paralizado sin poder oír siquiera a mis amigos que se quejaban de que no les pasase la pelota. ¡Dios,aquel olor! ¡El que perfumaba mi alma con olores que tenían color! Sin duda, era la cochinilla. Mis amigos me dijeron que era allí donde la compraban y la almacenaban hasta que los barcos se la llevaban no sabíamos adónde.
.....Aquella noche no pude dormir pensando en ella: la crisálida que albergaba la alquimia del color. Comprendí que ella,la humilde y sencilla cochinilla, poseía la esencia del secreto de todos los colores de Canarias. Y así fue como a través de ella comprendí e interpreté el cromatismo que había visto y que vería en Santa Cruz.
.....Más tarde supe la importancia que tenía en el aspecto económico. Que durante mucho tiempo había sido estabilizadora de los ingresos y gastos de las Islas. Supe, por ejemplo, que la casa Martini la usaba para dar color a su famoso "vermouth" desde hacía varios siglos y, entre otras, muchas marcas de reconocidos perfumes, sedas naturales y otros productos exquisitos.
.....Una anécdota que me llamó mucho la atención me la contó un amigo erudito en la materia, en torno al descubrimiento de dos nuevos colores de la cochinilla, muy usados en la fotografía y en las artes gráficas y plásticas en general:el "magenta" y el "cyan", que fueron descubiertos por un químico alemán que en principios quiso bautizarlos con los nombres de "teide" y "drago", pero que asesores comerciales le aconsejaron que pusiese los nombres que ahora llevan por ser dos ciudades famosas en aquellos tiempos, en las que Napoleón obtuvo dos sendas victorias.
Nicolás Rodríguez KOLIA


LUCES DE NEÓN

               .....La zona del cine "Greco", a excepción de dicho edificio, que permaneció con su estructura desnuda durante muchos años, eran solares que los niños habíamos convertido en campos de fútbol.
.....Una tarde de tantas, después de terminar el partido, nos bañamos en la charca como siempre. La broma generalizada era mojarnos la ropa. Luego, para que nuestras madres no se enteraran de nuestras travesuras, bajábamos corriendo desnudos y descalzos,con las lonas amarradas al cuello y la ropa en las manos para que se secara antes de llegar a casa.
.....Pero la tarde nos reservaba una sorpresa:bajábamos, y al llegar al puente de Asuncionistas, el "quasioscuro" habitual de pronto se disolvió en una luz extraña por nueva que cegó nuestros ojos. No entendíamos nada. Mientras mirábamos nuestros cuerpos desnudos, nos pusimos la ropa rápidamente como -y nunca mejor dicho- iluminados, empezamos a correr.
.....Aquello había trastocado nuestros esquemas infantiles. Era como estar en otro sitio. Fue, como diría Carlos Castaneda, una realidad aparte. Para mí, aquella nueva luz producía un aspecto que danzaba alocadamente en mi cabeza, produciendo un vértigo de placer inusitado.
.....Cuando ya no pude correr más, pues mis pulmones estaban a punto de reventar y mi corazón había alcanzado la velocidad de una liebre, me tumbé de bruces en la acera con los brazos y las piernas abiertas y una sonrisa de lado a lado de la cara dirigida a quién había provocado aquel insólito fenómeno.
.....Entonces abracé la luz y di vueltas en la acera mientras reía y lloraba de alegría.
Nicolás Rodríguez KOLIA



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