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miércoles, 3 de enero de 2018

UNA PRÁCTICA LECCIÓN CANINA


UNA PRÁCTICA LECCIÓN 
CANINA
RAFAEL ZAMORA MÉNDEZ

PRIMER LUGAR DE PARTIDA: Me encuentro ubicado en un soleado banco de una muy popular plaza,localmente   estacionada, en un agradable término de nuestra característica Provincia.

Por ella a diario, a cualquier hora que sea, se mueven auténticas riadas de seres humanos que fluyendo por todas partes o rincones, a borbotones, constituyen una transitoria y vertiginosa aparición.

De pronto, frente a mí, se detiene un desconocido joven que aparece acompañado de un simpático perrito blanco, de esos, característicamente “falderos” pero... con más pelos en la cabeza que un rapaz carnívoro, de tal perfil y talante, que los mismos, le caen sobre la frente como una espesa cortina, cubriéndole unos negros ojitos avispados que, a penas, alcanzamos a distinguir.

El chucho anda resoplando, como si en realidad hubiese   consumado un largo y apesadumbrado recorrido, seguramente, acompañando a su pulverizado dueño en ese sano y recomendable ejercicio de la cotidiana caminata, tan reiteradamente impulsada en la actualidad, como imprescindible uso cotidiano por los ilustrados doctores, muy adecuada para rebajar peso, cauterizar grasas y, así, conseguir  conservarse en la  más superior buena forma consentida.

El muchacho, consigue sacar de su rústico morral, una pequeña botella plástica repleta de refrescante agua mineral- comercial.

Hace como un hábil cuenco en una de las manos y comienza a darle de beber a su sedienta mascota, acto que el animalito realiza con una pasmosa rapidez, vorazmente, mucho más que precipitada.

En menos de dos fugaces minutos, deja plenamente vacío el plástico envase.

-.- ¡TENÍA SED, EH!


-.- ¡SÍ, DEMASIADA! VENIMOS DESDE “LAS TERESITAS”,  
     HACIENDO “FUTINS”!

Seguidamente, toma el mencionado recipiente y, sin  más, lo lanza al suelo.


El avispado perrito, salta raudo como un rayo, lo recoge con sus diminutos dientecillos, comienza a dar brincos y, pulcramente, va y lo deposita en una cercana papelera  que por allí había.

-.- ¡CARAMBA, AMIGO, QUÉ BIEN!

-.- ¡ES UNA DE LAS MEJORES MAÑAS  QUE LE HE
     PODIDO METER EN LA CABEZA!

-.- ¡LE FELICITO, SEÑOR! SORPRENDENTE EJEMPLO!

Segundo éxodo: Me dirijo hacia la recorrida avenida “Bélgica” y, la comienzo a transitar hasta venir  llegar a parar, casi, casi, frente por frente, ante los propios dinteles de una pública, atenta y servicial farmacia.

Al rato, un señor sale de la misma. Estoy aguardando la permutación semafórica para cruzar de acera.

El tipo, se ubica a mi lado, teniendo en la mano una diminuta cajita de cartón en cuyo interior, seguramente, iba algún correspondiente producto médico.

La abre, se queda con su contenido y, displicente, como un experto lanzador, con toda nociva desfachatez y bien aventada carota, de un desdeñoso tirón, deportivamente, sin más, la proyecta en la asfaltada  médula de la propia vía.

En ese preciso instante, pasa una distinguida señora que, por su peregrina catadura, me dio la momentánea impresión de que  debería de  ser una turística visitante extranjera.

Ante mi natural asombro, la indicada dama, se inclina, recoge la caja, incomunicada  a mitad de la calzada y, gentilmente, se la ofrece al impasible “tirador.”

-.-¡NO, SEÑORA; NO SE PREOCUPE QUE ESTÁ COMPLETAMENTE VACÍA!

La mujer, lo intenta por segunda vez y, ante su obstinada negativa, va y la deposita  en una oportuna papelera  que por allí adyacente, se encontraba, a la par que le decía

-.- EN EL MÍO PAIS, SANCIONAR FUERTEMENTE A LOS QUE HACER ESTAS DESVERGONZADAS COSAS!

¡Ahí queda eso!

Y, de esta manera, hemos conseguido llegar al virtuoso final de dos prácticos ejemplos que, encrespando el ensortijo, nos vienen claramente  a demostrar  la general impotencia de unas hartas   autoridades que, a pesar de las serias  advertencias, continuos avisos  y repetidas notas, por todos nuestros calles, al parecer, de una vez por todas, definitivamente, no quieren evaporarse  los pegajosos chicles, ensalivadas colillas de cigarros, papeles e inmundicias perrunas que, cual cívica condenación, carga sobre todos nosotros.

Algunos, afirman aquello de...

¡Que un triste chucho, amigos de NACIÓN CANARIA, y una eventual visitante forastera, vengan a darnos una práctica  lección sobre algo que ya de sobra bien conocemos, resulta excesivamente, inadmisible, bastante desconsolador y enormemente patético!

1 comentario:

  1. ¡ESTOS SORPRENDENTES Y BUENOS EJEMPLOS, NOS PONEN A LAS CLARAS DE QUE, TODAVÍA, EXISTEN MUY BUENAS COSAS DIGNAS de intentar, PARA SER IMITADAS!

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