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martes, 16 de enero de 2018

EL DICTADO DE UN DICTADOR


EL DICTADO DE UN DICTADOR
RAFAEL ZAMORA MÉNDEZ
El que se pueda gobernar, no es ningún extraordinario  privilegio.

Estrictamente, debería ser una exigida capacidad de favorecida asistencia, al viable servicio de los demás.

Sin posible duda, la mayor tiranía, frenéticamente, la solemos desplegar en esa arbitraria citación, llamada  “OPINIÓN PÚBLICA”;  algo actualmente, tan en boga, enmarcando una jeroglífica y peliaguda política que, por dondequiera, sin más ni más, suele salirnos al paso, pretendiendo exponernos  unas considerables opiniones, capaces de animar al máximo, cualquier cosa que  pretendamos tasar con el agitado nombre de TERTULIA.

Ya han sido copiosas las veces que aquí mismo, hemos comentado sobre el difundido dicho aquel, corroborándonos  la vulgar sentencia de que...“CUALQUIER TIEMPO PASADO FUE MEJOR”.

Así, lo aseguran los sabios entendidos en la materia y, según afirma nuestro precario meollo, “RECORDAR ES VIVIR”.

Por todo lo dicho, hoy, me expongo a describirles un fidedigno hecho, acaecido en el  muy lejano ayer de mi pasado, a sabiendas, de los múltiples detractores que sobre este contenido a presentarles, probablemente, como tajantes saetas, desearán salirme al paso.

La singular contingencia  acaeció en un boyante negocio que, en un muy operativo rincón caraqueño, conjuntamente en fraternal Sociedad con unos excelentes amigos, regentara mi dilecto y emprendedor primo hermano, ENRIQUE SÁNCHEZ MÉNDEZ,ya, lamentablemente, traspasado a la otra orilla, habiendo sido el único en su especial comercialización de productos españoles, tales como los más seleccionados embutidos, famosas marcas de vinos, coñac, licores  y exquisitas conservas.

Una buena tarde, ante un fisgón tumulto de atolondrados clientes, delante de la puerta, se detuvo una marcial comitiva, descendiendo de un enorme vehículo, unos engalanados superiores, luciendo brillantes condecoraciones y atrayentes signo de valioso señorío.

Él, en persona, con el más exiguo de los séquitos, venía a que” tuviésemos la cortesía de brindarle una copita de clásico Jerez”.

Y... así fue: ¡Me estrechó la mano!

Una mano minúscula, blanca, atenta y regordeta.

Fue tan sólo por un breve santiamén, un fugaz instante, un vertiginoso momento que, a pesar de haber sido tan efímero,  pude percibir, notar, lleno de franca admiración, que de ella emanaba, derivaba, esa valorada cordialidad tan sincera, viril, directa y espontánea, capaz de sellar perennemente los potentes lazos del más sugestivo enajenamiento y apegada simpatía.

Esta matizada complacencia, sería la primera y última vez que me permitió el alcanzar tenerle, frente a frente, por lo que me llamó enormemente la atención, máxime, cuando en España, por aquellos espinosos años  de la otra quejosa dominación, para intentar poder saludar a un ministro, alto militar, obispo o... pelado “pincha papeles”, había que consignar una larga instancia, abarrotada con un metálico desfile de marcadas estampillas que, como dolorosa carnada, nos costaban todo un derrochado realero.

En la vida, dentro de lo más recóndito de mi alma, podré dejar al margen  de la  inhumana indiferencia, el escueto gesto de este indiviso hombre que, saltándose el engañoso terraplén de la embrollada política fue, nada más y nana menos, que todo un saturado General, con un esplendente promedio de altas notas obtenidas en la Academia Militar de su país, hasta la fecha, no superadas definitivamente por nadie. ¡Un enormemente destacado  Presidente que, por luengos años, ejerciera sus preceptos, entre los pobladores de una muy fraternal y acogedora  República.

Hace ya unas computadas etapas que dejó de existir.

Para muchos, fue un AUTORITARIO DICTADOR: Casi diez largos años de férreo mandato, con reprensibles actos intransigentes, a veces, absolutamente injustos, de sanguinarias reclusiones y desalmados correctivos,  radicalmente brutales.

Desde  finales de 1.948, hasta los iniciales comienzos del 1.958, en el que fuera derrocado por una arriesgada victoriosa Revolución, representó a las mil maravillas, los trascendentales roles de “ÁNGEL y  “DEMONIO”.

Porque, para otros, fue todo un símbolo de PROSPERIDAD, GRANDEZA, RIQUEZA, TRABAJO, ADELANTO, BIENESTAR y, sobre todo, TRANQUILIDAD CIUDADANA, algo perceptible que, a las claras se demostraba,  cuando cualquiera transitaba por las atestadas calles de Caracas, a las tantas de la noche, con la  misma paz, serenidad y confianza  que se hiciera a la colmada luz del más  iluminado día.

Los contrarios a sus ideas, estarán  contentos, aunque, en el fondo, si son realmente francos y sinceros, de ningún modo podrán dejar de reconocer que... bastantes cosas buenas supo perpetrar durante sus dilatados años de mandato.

¡Algún amigo habrá dejado también!

Entre ellos y, a mucha honra, me encuentro yo, testificándoles de que, la historia de su vida, de sus hechos, de su corta travesía por las embarazosas vías de sus heterogéneos preceptos, no tendrá punto final.

¡SE LLAMÓ, MARCOS EVANGELISTA PÉREZ JIMÉNEZ, nacido en el  Estado venezolano de Táchira, un 25 de abril de 1.914 y, durante su impuesto exilio, fallecido a los 85 años de edad, cerca de Madrid, en Alcobendas, un 20 de septiembre de 1.999, el que una vez, me estrechara la mano, poniendo de relieve  esa esclarecida llaneza y acreditada naturalidad  que corteja a todos cuantos habitan en nuestra constantemente perpetuada y placentera OCTAVA ISLA!

Sin él, el mundo, sin lugar a dudas, seguirá su marcha pero, en este filtradísimo comentario que, hoy, ejecuto en “NACIÓN CANARIA” de ninguna manera, he querido dejar de omitirle, porque... cuando intentamos silenciar aquello que en el fondo del espíritu  concebimos, más tarde o temprano, en lo más profundo del ser, a la fuerza,  tendrá que intensamente punzarnos.

De veras:¡A mí, a mí; sí que me dolió la casi silenciosa, oscura y triste despedida final, de este hombre, de este sepultado personaje  que, lejos de su patria, exiliado, ausente, desterrado, ¡por fin!, logró reposar para siempre, en una de las más sosegadas paces, que, solo la propia Eternidad, idóneamente, le pudo consagrar!

¡LA DEMOCRACIA ES HERMOSA,
SI LA USAMOS CON RAZÓN
PERO,  RESULTA OTRA COSA,
SI SE TORNA PELIGROSA,
NO ATENDIENDO A LA NACIÓN!

EL DICTADO DE ESTE SER,
NO SE HA PERDIDO EN LA NADA.
¡AY,SI PUDIERA NACER,
VOLVERÍA A  RENACER,
SU VENEZUELA INMOLADA!!,

1 comentario:

  1. ESTA VERÍDICA CRÓNICA, AMIGO MORALES, LEVANTARÁ SANGRIENTAS AMPOLLAS ENTRE MIS MÚLTIPLES CONTACTOS VENEZOLANOS PERO, EN EL FONDO DE LA CUESTIÓN, ANTE LA ACTUAL TRISTE SITUACIÓN DEL PAÍS, DESEARÍAN QUE OTRO CUALQUIER PÉREZ JIMÉNEZ... RETORNASE.

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