COSTA TORTURADA
JOSU
AIZPURUA
Yo, como muchos jubilados chicharreros, camino junto al mar
(espero que el soberano marroquí me lo permita) desde la nueva estación de
cruceros, en dirección al mamotreto, y cuando me agoto; regreso. No soy
masoquista, pero pasar frente al homenaje al último fascista, el golpista que
condujo al Estado a la muerte de cientos de miles de personas, y seguir
caminando entre contenedores y gasolinas, es poco placentero.
Acostumbrado desde niño, a cerrar los ojos y soñar con otra cosa,
en mi caminata sueño con una costa diferente, ecológica, como lo fue antes de
la nefasta acción colonizadora, como son las que en otros
lares viven de pesca, ocio, y turismo, con costas de menos belleza que esta que
Santa Cruz tiene a su frente. ¿Quién fue el genio que la llenó de contenedores
y gasolinas? Mi Santa Cruz de mis amores; te abandonaron. El amo godo no tiene
interés en tu futuro, y el siervo guanche mira para otro lado, allá donde el
pesebre de los euros brilla atractivo.
Valleseco, es un lugar privilegiado; con la mitad de sus bellezas
naturales en otros lugares han hecho templos de turismo visitados por todos los
viajeros del mundo. Pero a ti, Valleseco, te llenaron de monstruos marinos,
tráfico pesado, piedras y gasolina, para matar lo que la naturaleza te dio. Los
dioses guanches dejan caer sus lágrimas sobre ti, al ver lo que los
colonizadores hicieron tras 600 años en tus costas.
Mala cosa fue caer en el saco imperialista de Borbonia, de donde
siglo a siglo, año a año, van huyendo los pueblos mal metidos. Pero a Canarias
le inocularon el miedo, miedo al futuro, miedo a su esencia, miedo a competir;
y se queda callando.
Me decía hace muchos años un taxista: “Si nos sacan de España,
tendremos que ir en pateras”. Ese virus sin estima es el inoculado durante
siglos por el imperialismo en el alma canaria. No busques, canario, tu mal
entre los godos, pues está en tu interior, en tu falta de autoestima, en mirar
para abajo en vez de mirar al frente y ver la realidad de un futuro, incierto
como el de todos, pero prometedor para la tierra que algún día fue llamada “las
islas afortunadas”.
Este agotado viajero, da fe, que la tierra canaria tiene el
mejor clima del mundo y su bella gente es acreedora a un mejor destino que,
tras siglos de colonia, tener un 40% de
pobreza. Por tus tierras canarias pasaron los cofres del oro americano, pero su
destino fue peninsular. Tampoco hoy te toca el oro del turismo, ni en sus
beneficios ni en sus sueldos, y muy poco en sus empleos. Abre bien los ojos,
joven canario; te va en ello tu destino.
Josu Aizpurua
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