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martes, 31 de octubre de 2017

¡VIVA LA DEMOCRACIA!

¡VIVA LA DEMOCRACIA!
JUAN HENRÍQUEZ
Las opiniones aquí vertidas no valen para fascistas. Y no porque lo diga un servidor, sino porque serán ellos, los fascistas, quienes no las compartan. En consecuencia, cabe deducir, que lo aquí revelado va dirigido en exclusiva a demócratas de convicción, al margen de la ideología que se tenga, o practique. Sin ir más lejos, el que suscribe, lo hará prescindiendo de su condición de socialista, acogiéndome, sólo y únicamente, a mí nivel de ciudadano universal y librepensador. Al menos me comprometo intentarlo.
El proceso abierto por el Gobierno Catalán y los grupos soberanistas, o independentistas, del Parlamento Catalán que lo apoyan, hacia la declaración de Independencia, culminado en el Pleno del pasado jueves, 26 de octubre de 2017, en el que, con la ausencia en el hemiciclo de sus señorías catalanes del PSOE, PP y Ciudadanos, se votó por 70 votos a favor, 10 en contra y 2 abstenciones, la declaración por la que se anuncia la Independencia de Cataluña, base de la República catalana.
Simultáneamente al anuncio de la Independencia de Cataluña, el Senado español, reunido en pleno extraordinario, aprueba, con veinticuatro horas de diferencia, la aplicación del artículo 155 de la CE, por la que se autoriza al Gobierno español, que preside el popular, aunque de ello tenga poco, Mariano Rajoy, para que tome medidas de intervención sobre la Autonomía Catalana, reduciéndose tal injerencia, de momento, a la destitución del Gobierno catalán, con su presidente, Carles Puigdemont, a la cabeza, al igual que disuelve el Parlamento de Cataluña, convocando elecciones autonómicas para el próximo 21 de diciembre. Pero cuidado, que aquí eso de “muerto el perro, se acabó la rabia”, no funciona. Aquí la última palabra, aún no está dicha. Hay “caso Cataluña” para rato; y no va la cosa con doble intencionalidad.
Pero para llegar a éste final sin acabar, han ocurrido centenares de tropelías ilegales, de una y otra parte, sin que la democracia se haya resentido. Un Gobierno español haciéndose el loco, cómo sí nada pasara, mientras en Cataluña, el Gobierno y el Parlamento catalán, contraviniendo las órdenes y acuerdos del TC, aprobando leyes cómo la del referéndum, que, a pesar de la insistencia y repetitiva advertencia de Rajoy, va y se celebra, con todo tipo de carencias y al margen de la legalidad, eso sí, con la policía nacional dando porrazos a diestro y siniestro, sin que por ello la gente se amedrentara y huyera, al contrario, fueron más de dos millones los que ese día salieron de casa con la intención de votar. Un resultado referentista de escasa credibilidad, sin ningún control garantista y sin soporte técnico.
Un Gobierno catalán, con su Presidente a la cabeza, que primero lo fue Artur Mas, hasta que hace dos años lo sustituyó Carles Puigdemont, y que durante más de cinco años no ha dejado de retar y desafiar al Gobierno español, que ha hecho oídos sordos, sin que nada de lo que hacían o decían, incluyendo millones de personas en la calle, le importaran demasiado. Hete aquí uno de los mejores secretos  guardados, y no desvelados, por ambos gobiernos y líderes, Rajoy y Puigdemont. Sus respectivos partidos necesitaban de una tregua pública para desviar la atención de los atropellos de corrupción que relevantes políticos de sus filas habían cometido y por los que estaban siendo juzgados. La familia Puyol entrando en fila de uno a la cárcel, y los jueces sentenciando la existencia de la caja “B” del PP. Esa era sin duda una de las explicaciones por la que ambos líderes, uno jugando el papel de loco saltarín, Puigdemont, y el otro haciéndose el sueco, Rajoy, cómo sí con él no fuera la cosa. Pero también hay otra explicación, mucho más creíble y aceptada por la opinión pública, como la de invalidar a ambos líderes, por necios y petardos, para un escenario de diálogo y solución pactada.
Supongo que, con éste desafío independentista alargado en el tiempo, con irregularidades, ilegalidades y desatinos, de ambos lados, aunque en honor a la verdad hay que decir más desde la parte soberanista catalana, el daño causado al territorio y pueblo catalán, a su economía y al bienestar social, ha sido muy fuerte, y, de otra parte, difícil de recuperar. Luego hemos comprobado, o han salido a la luz, cómo determinados poderes en manos de los dirigentes catalanes, en su inmensa mayoría independentistas o soberanistas, seguidos por fieles ejecutores sectoriales y profesionales, adiestraban o manipulaban a la población. Los Mossos d´Esquadra siguiendo las instrucciones de sus jefes para permitir todo tipo tropelías contra símbolos y entidades españolas; los profesores independentistas o soberanistas, adiestrando a los niños en las escuelas para odiar a España y a los españoles; y, la TVE3 repitiendo a diario el mensaje de Puigdemont y su equipo, sobre la Independencia catalana, vetando cualquier opinión contraria. Esto, nos guste o no, tiene nombre propio: FASCISMO.
Dicen, muchos de los politicólogos/tertulianos televisivos, radiofónicos y de la prensa escrita, que en este asunto de Cataluña “todos hemos sido culpables”. Hombre, ni peludos, ni con calvas, lo de “todos” se lo pueden ahorrar, porque, por ejemplo, un servidor no ha movido un dedo en la cuestión catalana, y como un servidor, millones de ciudadanos/as; entonces, siguiendo ésa sentencia, lo lógico es que hablemos de la manifiesta incompatibilidad de la clase política, catalana y española, para buscar una solución dialogada y pactada, antes de la debacle final. Pero, además, si nos atenemos a cómo se han venido produciendo los despropósitos, de una y otra parte, debemos señalar a dos protagonistas únicos en la disputa: Rajoy y Puigdemont. Con Artur Mas de fosforito.
Cataluña ha quedado, socialmente hablando, resquebrajada, cívicamente hostil y desavenida. No me inventaré nada, contaré la anécdota de mi amigo, el de la playa. Su hijo vive en Cataluña, bien casado con una nativa catalana; recientemente decidieron venir una semana a Tenerife, en visita familiar; previo al viaje el hijo lo llamó, a su padre, por teléfono para pedirle, recomendarle, qué, por favor, no sacara en ningún momento el asunto de Cataluña en presencia de su mujer, su nuera, para evitar problemas; mi amigo cumplió su promesa, cosa extraña con lo que a él le gusta el debate, pero en el aeropuerto de los rodeos, cuando su hijo se disponía a regresar a Barcelona, se le acercó la nuera, y con disimulo le soltó a la oreja: tu hijo te llamó por teléfono para que no hablaras de Cataluña, ¿cierto? Y mi amigo afirmó con la cabeza. Así están las cosas entre la ciudadanía catalana. Enfrentados, dialécticamente hablando.
Ahora, el Fiscal General del Estado, procederá a presentar querellas contra los líderes institucionales del soberanismo catalán, Puigdemont, Junqueras y Forcadell, presidente, vicepresidente y presidenta del Parlamento, respectivamente. Lo más probable es que sean denunciados por rebelión, sedición y malversación de caudales públicos, a la vez que desobediencia al estado de derecho y de todo lo que el papel aguante. De esta manera, la inmensa mayoría de los querellados, o bien acabarán en la cárcel, o con cuantiosas cantidades de multas, o con sentencias para ejercer cargo público (impedimento para ser candidatos en las elecciones del 21D), o tocados del ala, que decimos por mi pueblo. De esta forma, los partidos constitucionalistas ganarán las elecciones por mayoría absoluta, reduciendo el tejido soberanista o independentista, a la mínima expresión, casi a reducto testimonial. Porque claro, ahora que le han visto las orejas al lobo, empezarán las huidas y el “yo no estaba cuando eso”, y se quedarán solos los independentistas de convicción, los que seguirán saliendo en la foto reclamando una Cataluña libre y soberana. Esa realidad la conozco bien, pero no es el momento, ni lugar, para señalar por qué. Disculpen.
Y esta última parte, a pesar de reconocer que el independentismo calculó a destiempo y con artimañas reprobables los objetivos, el Gobierno español, con el apoyo de los partidos constitucionalistas, no han estado a la altura de las circunstancias, permitiendo dejar podrir un asunto, el de Cataluña, empleando mano dura y arbitrios legales, en sustitución del diálogo y soluciones. Esa es mi crítica al sistema, no se puede solucionar los derechos de un pueblo, a golpe de decretos y amenazas judiciales. Diálogo abierto, respeto al otro y acuerdos, es la esencia de la libertad: ¡VIVA LA DEMOCRACIA!

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