PEDRO SÁNCHEZ I, EL PUSILÁNIME
GUILLEM PUJOL
Lo
tenía todo en sus manos. La jugada perfecta, si salía bien: moción de censura
con el apoyo de Unidos Podemos, Compromiso, ERC, PDCAT, PNV, EH Bildu. 178
diputados, y Presidente de España con la promesa de realizar un referéndum
vinculante. Si el hipotético referéndum saliera que NO, Pedro Sánchez sería el
héroe que habría salvado a España de la ruptura final y del nacimiento de la
(pluri) -nación de España. Si saliera que SÍ, moriría con dignidad que no tuvo
el 1-O. Quizás marcharía como lo hacía Cameron, canturreando - "Doo-doooh
--- dodo, right", con la conciencia tranquila por haber hecho lo que tenía
que hacer.
Lo
que pasó el Domingo 1 de Octubre en Cataluña supone, desde ya, un día histórico
que marca un punto de no retorno en las relaciones entre Cataluña y España. No
es necesario compartir la agenda procesista-independentista para darse cuenta.
Las imágenes que vimos no se podrán olvidar fácilmente. Todo nuestro apoyo con
las más de 800 víctimas represaliadas, especialmente al hombre herido por un
disparo de pelota de goma - armas prohibidas en Cataluña – y a Marta
Torrecillas, que fue vejada, denigrada, golpeada y maltratada por un policía
nacional . Diarios de todo hablan de España como la "vergüenza de
Europa". CNN, The Guardian, NYTimes abrieron con críticas a la inoperancia
de Rajoy, a la brutalidad de una policía que, en Cataluña, se percibe como
ajena e invasiva. Jeremy Corbyn pedía a Theresa May que intercediera en el
conflicto. El Primer Ministro Belga, Charles Michel, condenaba en un tuit la
violencia, al tiempo que se filtraba que la Canciller Alemana Angela Merkel
llamaba por teléfono a Rajoy, seguramente, para decirle que se tome una tila,
baje la porra, y se siente a la mesa.
Ahora
se abre un nuevo escenario que no se sabe cómo acabará, comenzando con la
huelga ("parada", en la neolengua institucional) del día 3 de
Octubre. La DUI no convence a la mayoría. No sólo la mayoría de la población,
sino a la propia mayoría independentista, que perdería una parte importante del
capital político ganado durante el 1-O. El independentista sabe que empezar el
ilusionante proyecto de construir un país nuevo por la puerta trasera no
llevará directamente a Ítaca.
Hablamos
de capital político y reconocimiento internacional, porque la victoria moral ya
es un hecho. Ahora ya es muy complicado convencer a la parte indecisa que una
Cataluña integrada en una España plurinacional y federada es posible. El
principal culpable es sin lugar a dudas el Gobierno de Mariano Rajoy. Pero la
comparecencia de Pedro Sánchez la misma noche cerró un último hilo de esperanza
a aquella gente que, independentista o no, creía que después de la triste
jornada de represión y cargas policiales había una salida. ¿Porque salió a apoyar
a Rajoy y criticar de paso el exceso de la policía? Varias hipótesis:
a.
Pedro Sánchez no es una persona de izquierdas. No lo ha sido nunca. No lo era
cuando se presentó a las primarias, donde, recordemos, ganó como candidato del
establishment pasando por delante de hombres como Pérez Tapia, este sí, de la
corriente de Izquierda Socialista.
b.
Pedro Sánchez es cautivo de un partido aún dominado por Susana Díaz: el PSOE
son varios psoas, y el peso de la Federación Andaluza es mayúsculo. Lo vimos en
la última sesión del Congreso, donde en un intento de excéntrica virilidad,
Albert Rivera intentó hacer una declaración de apoyo formal al Gobierno de
Rajoy de parte de los partidos constitucionalistas. Esto enojó el PSOE, que
votó en contra. Salvo los diputados de Andalucía, que contrariamente al Partido
se abstuvieron.
c. Pedro Sánchez no tiene determinación
política. No es la primera vez que le pasa. Acusado de cambiar de opinión
constantemente, su virtud política parece ser la de comercial de empresa: deme un
programa que yo lo vendo a quien sea necesario. No tuvo la determinación de
defender su posición frente a los lobbies (hecho que reconoció él mismo en la
entrevista en Salvados), y no la ha tenido en tener que enfrentarse con la
Historia. Su, la del Partido Socialista Obrero Español, la de Cataluña y la de
España.
Es
posible que la respuesta sea una mezcla de las tres hipótesis. O es posible
que, al final, estemos ante la triste historia de Pedro I, el Pusilánime.
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