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domingo, 1 de octubre de 2017

"CULTO AL DELITO"

"CULTO AL DELITO"
POR: EDUARDO SANGUINETTI
 FILÓSOFO
El desparpajo, la simulación, la mentira de ninguna verdad, el travestismo mediático al servicio de la estafa y el fraude lo han tomado todo, ¿no sienten náuseas? El poder contrata infectos ejemplares, a los que habilita en nombre de la simulada información de la posverdad, para entretener, hipnotizar y anestesiar a una platea conformada por una comunidad amancebada, temerosa y obediente, muy atentas al decir de estos fetiches de la “farsa”, que lanzan sus “trascendidos” sobre realidades inexistentes… la esclavitud de millones de seres, sojuzgados por la información fraguada en las usinas de la recontrainteligencia de gobiernos de todo tipo y color, es un ‘tanto’ alarmante… la libertad, hoy, es solo una leyenda y un mito.
La legitimación de estafadores, delincuentes y alcahuetes, se ha ido cristalizando en estos años, ante los ojos de una humanidad mansa y obediente… se ha convertido en indiscutible e inamovible la publicidad del delito elevado a categoría de tendencia a seguir, a símbolo… la desmesura conforma el gran “proyecto” del tercer milenio, en clave matrix… la transgresión del límite ha afectado no solo a la ley, en forma de delito, sino también a la legitimación en forma de deslegitimación.
El culto y la transgresión del límite, es un culto a la ley, convertida en corteza que legitima el delito, bajo la sombra de una justicia espectral.
El desapego y desidia al “deber ser”, se han impuesto de manera concreta y brutal, hasta el punto en que si intentamos intervenir para frenar el atropello a que estamos expuestos, caemos en la cuenta de que todo se ha instalado hace tiempo. Han evacuado de antemano el sentido de la protesta y el contragolpe constitutivo de discontinuidad, que podía habernos librado de todo el paroxismo, que soportamos los que no aceptamos bajo ningún aspecto el delito elevado a deidad y símbolo. Más que encontrarnos ante un hecho consumado, estamos encerrados en él.
No obstante, seguimos intentando de remendar un sistema perimido, que ya no funciona, pero al cual hacemos responsable de los apocalipsis cotidianos a los cuales asistimos cotidianamente, devenidos en verdad por la instauración de un sistema nuevo, omnipresente y omnipotente, legitimado en la ubicuidad de su invisibilidad… un sistema perverso y pervertido que fomenta la prolongación del engaño y la mentira.
Como quiera que haya sucedido, se trata de una verdadera revolución que ha logrado arraigar el sistema neoliberal potencializado, dándole carnadura, activándolo y volviéndolo capaz de invalidar cualquier otra lógica que no se la suya, convertida en el tan mentado “pensamiento único”, vacuo y sin sentido vital… es un régimen nuevo, regresivo, inquisitivo, un retroceso a las concepciones medievales, de esclavitud y sojuzgamiento total y absoluto.
¿No es sorprendente que en un país donde la miseria es indisimulable y creciente, el gobierno es insensible e ignorante del estado de indigencia de los habitantes, se siente orgulloso de sus “comedores populares” (cuya existencia misma constituye una acusación), se atreve a proclamar que en un futuro ‘incierto’, será uno de los países más prósperos del planeta?, ¿y no es sorprendente que en ese país se ha deteriorado sin cesar los servicios de salud pública, educación y el déficit del Estado aumenta sin cesar?
Si a pesar de todo esto, se elige vivir (o sobrevivir), se detesta la cobardía de la gente y sobre todo al mundo armado a medida y en beneficio de unos pocos, al que se denuncia en todos los tonos, en nombre de la libertad de expresión o del libre albedrío, advirtiendo las influencias nefastas de todo aquello que se vuelve absoluto, rígido y sombrío, en un orden establecido que llega a proferir la conocida blasfemia de Proudhon: “dios es el mal”, ante los holocaustos cotidianos, la indolencia de las comunidades religiosas, que descreen lo que suponen superado y la permanencia de la inercia en estado de voluntad de la Academia del mal, cual metáfora del demonismo.
El mundo pareciera que son los demás, organizados para vivir: “la porquería universal”, devenida, hoy en tendencias prostibularias, donde la moral ni la religión están en contacto con la realidad, en sus causas imaginarias (Dios, el alma, el albedrío esclavo), con efectos imaginarios (el pecado, la salvación, la gracia, la expiación, el perdón de los pecados) y al fin una teología imaginaria (el reino de Dios, el juicio final, la vida eterna).
Donde reina “el destripe” es peligroso dar prueba de amor o simplemente de dignidad o valor. Por el contrario, las comunidades aprenden, que para salvar el pellejo hay que mentir, reptar, engañar y si es necesario matar, en nombre de ningún sentido.
Pareciera que hoy reina un solo mandamiento, dentro de la moral de este milenio “demoníaco”, en cuanto institucionalización del mal y la indiferencia, convertidos en dogma de ninguna fe, que rige el planeta: “Sean Cobardes y Simuladores” pero, con naturalidad…” A pesar de esto, pero no por esto, asistimos a una situación de crisis absoluta de los valores: una absoluta crisis de lo absoluto. Para unos, síntoma infernal de la confusión del mundo, el demonio y “la carne”…para otros, realización del paraíso de la igualdad, la fraternidad y la libertad. Finalmente, para todos, un flujo irreversible de acontecimientos, cuya flexibilidad no consigue ocultar su extremo rigor. Referir la situación actual, a la metáfora del demonismo es una prevención, un paso más allá de las ingenuas, oportunistas y absurdas soluciones que intentan asignarle al caos reinante …pues la resurrección de dioses y demonios crece cuanto crece la incertidumbre. En ella afloran al mismo ritmo todo tipo de creencias y descreencias, que crecen en su propio ocultamiento.
No tengo optimismo como tampoco vitalismo. Si pensamos que en la filosofía contemporánea hay posiciones mortuorias en vez de vitalistas, diría que son las fundamentales. La actitud represiva, como negación de la naturaleza, sólo puede organizarse sobre la muerte y el miedo, contra la sumergida y oscura moralidad de los acontecimientos. Es hora de salir del miedo y la timidez del gozne, construyendo un gran relato, con verdad de la historia, en teoría y acto. Hoy recomienza el tiempo de una narración, del proceso de liberación, aún pendiente, pues todos estos elementos construyen ese mosaico sobre cuya base se puede volver a contar una historia de liberación que es absolutamente necesaria, ante la crisis del sentido y la realización del simulacro como modo de vida.

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