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lunes, 21 de agosto de 2017

HUELGAS, TERRORISMO, CIUDADANÍA

HUELGAS, TERRORISMO, CIUDADANÍA

FERNANDO LUENGO
Leo un tuit de Iñigo Errejón -compañero al que, sinceramente, valoro muchísimo- que encabeza con la siguiente frase: “Ejemplar Barcelona”. Describe varios de los que él considera comportamientos ejemplares, incluyendo a “los huelguistas que abandonan la huelga”. Imagino que, como el foco se encuentra en Barcelona, se refiere a los trabajadores de El Prat.

Vivimos momentos donde parece que prima el “todo revuelto”; ¡qué difícil es resistirse a esa tentación! Por supuesto, entiendo a los trabajadores que han dado un paso atrás en la huelga, pues, con el ambiente político que se respira en este país, de haber persistido en el conflicto, muy probablemente serían llevados a la hoguera por los inquisidores y serían fulminados en los medios de comunicación, presentados como egoístas, insensibles y hasta como cómplices del terrorismo. Aunque, no nos engañemos, ese paso atrás -que ojalá sea el preludio de otros adelante, con mas apoyos sociales, sindicales y políticos- era el resultado lógico de su debilidad y aislamiento, y de la política intransigente y autoritaria de Eulem, Aena y del Gobierno.

Podemos meter todo en el mismo saco, pretendiendo de esa manera ganar respetabilidad, pero en realidad nos sumamos a la ceremonia de la confusión y confundimos a nuestra gente. En estas horas críticas, (casi) todo se entiende, pero ¡ojo! no nos dejemos arrastrar por ese discurso tramposo, falaz y superficial que, enarbolando la necesidad de unir voluntades contra la violencia terrorista, oculta las fisuras enormes que en esa batalla genera el politiqueo y los intereses electorales de unos y otros. Y, lo más importante, frente al superficial e interesado relato de “los malvados terroristas que quieren acabar con nuestra civilización”, pongamos el foco en las causas de fondo de la espiral terrorista (que, por cierto, golpea con especial saña a las poblaciones árabes y musulmanas): la invasión de Irak, la geopolítica de las grandes potencias, la disputa por los recursos naturales, la imparable ola de refugiados y el lucrativo negocio de la industria de armamentos.

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