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miércoles, 2 de agosto de 2017

A BOMBARDEAR MEZQUITAS

A BOMBARDEAR MEZQUITAS

ANÍBAL MALVAR
María Dolores de Cospedal se va a gastar medio millón de euros en Chinchilla (Albacete) para construir un barrio árabe, con el fin de que nuestros valerosos soldados lo invadan y bombardeen. La verdad es que esta señora no para de sorprendernos con sus estridentes simulaciones. Se me ocurre hasta un chiste fácil.

A fuer de ser objetivos, señalar que la idea no es orginal de nuestra ministra de Defensa. El ejército español ya goza de dos aldeas afganas en Almería y Zaragoza tan cucas que te dan ganas de ser Bin Laden. Pero la de Chinchilla va a tener mezquita e incluso un centro comercial. Juega en otra división guerrera, o sea.

El problema es de delicadeza. No sé cómo le sentará esta nueva simulación cospedaliana a los soldados musulmanes del ejército patrio. Tengo entendido que, en Ceuta y Melilla, uno de cada cuatro militares españoles profesan en lo de Alá. No quiero imaginar lo que diría Rafa Hernando si los marroquíes, los argelinos o los sirios construyeran una réplica de Guadalajara para simular sus invasiones y destripes de la sociedad civil. Creo que en esto de ensayar matanzas es necesario actuar con más fineza, evitando herir sensibilidades. No sé si fue Mark Twain o Ambrose Bierce quien señaló que uno empieza asesinando a un hombre y acaba perdiendo los modales en la mesa. Son insondables los caminos a la mala educación.

No hace mucho, el senador de Compromís Carles Mulet elevaba una pregunta al Gobierno para saber si el país está preparado para una invasión zombie. No sin prontitud, las huestes marianas nos revelaron que carecen de “protocolo específico” para enfrentar un “apocalipsis zombie”, lo que provocó gran inquietud en nuestra sociedad y seguramente incidirá en nuestro PIB a partir del primero de noviembre por la caída de la industria floral.

De ahí que quizá Cospedal podría haber simulado otro decorado para que nuestros soldados afinen la balasera. Un cementerio o el mismo Senado serían escenarios ideales para ensayar la respuesta militar a ese supuesto apocalipsis zombie. No había que erigir tanta mezquita, ministra, coño.

Después del 11-M, parece ligeramente provocadora esta decisión del Ministerio de Defensa. Como si dejáramos demasiado claro a quién consideramos enemigo. Se podría haber construido un campo de entrenamiento con las torres gemelas, el obispado de Alcalá o el palco del Real Madrid, pero la ministra cosecharía una reprobación del Congreso y una fuga masiva de followers de Ciudadanos en twitter, lo que desataría una seria crisis gubernamental que pondría en riesgo alguna que otra siesta en Moncloa.

Lo del poblado árabe no viene a confirmar otra cosa que nuestra nostalgia colonizadora. Se hollywoodea militarmente con el mundo árabe sin tener en cuenta lo que pueden pensar los árabes, ya que son considerados una especie de remotos aborígenes. Y aquí sí estoy seguro de citar a Bierce y su Diccionario del diablo: “Aborígenes: Personas de escaso mérito que entorpecen el suelo de un país recién descubierto. Pronto dejan de entorpecer; entonces, fertilizan”.



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