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domingo, 30 de julio de 2017

EN DEFENSA DE LA BUROCRACIA (Y DE ŽIŽEK)

EN DEFENSA DE LA BUROCRACIA
 (Y DE ŽIŽEK)

JOSÉ SATURNINO MARTÍNEZ GARCÍA
Hace poco Žižek impartió una conferencia en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Žižek es uno de los filósofos más populares del momento, de los pocos que consigue que haya colas para escucharle allá a dónde vaya. En sus múltiples trabajos encontramos obras accesibles para el gran público, junto a otras muy técnicas, que resultan oscuras para los legos. Para quien no lo conozca, además de filósofo, es un personaje. El empleo de bromas groseras para ilustrar sus argumentos, sus afirmaciones provocadoras ("Hitler fue poco violento", "mi sistema político favorito es el comunismo con un poco de terror", "estoy en contra de la tolerancia"…), su forma sincopada de moverse y de hablar inglés con acento esloveno, su participación en documentales llenos de humor grueso… Todo ello hace que sus críticos miren esta superficie para condenarlo como un frívolo que busca la complacencia de masas descerebradas necesarias de postureo anticapitalista pseudointelectual.

Creo que no es el caso. Para mí no es fácil encontrar libros que hayan trastocado tanto mi forma de pensar como lo hacen sus libros. Bajo esta puesta en escena tan populachera y provocadora hay una crítica ideológica demoledora al mundo en el que vivimos, una crítica que señala al capitalismo y sus contradicciones como el problema básico de nuestro tiempo. En su propuesta de soluciones, Žižek hizo una defensa de la burocracia. La burocracia surge como una forma por parte de la Corona de limitar el poder de la nobleza, y funda su legitimidad en la defensa de la universalidad del Estado frente a los particularismos de los diversos agentes sociales. El hecho de que la revolución comunista dejase en manos de la burocracia la organización de la sociedad, así como la dificultad de sancionar a los funcionarios, han llevado a su mala prensa. Por un lado, su blindaje frente al despido lleva a verlos como unos privilegiados, contra los que nada se puede hacer cuando hacen mal su trabajo. Por otro, el acceso a los cuerpos públicos mediante ejercicios memorísticos en un mundo en que existe la Wikipedia, se torna ridículo y decimonónico.


Pero, sin tan mala es, ¿por qué encontramos tantos ejemplos de que funciona bien? Hacienda o la Seguridad Social son organismos burocráticos que funcionan perfectamente engrasados. Tenemos uno de los mejores sistemas de salud del mundo, llevado por funcionarios. Decenas de nuestras universidades están entre las 500 mejores del mundo, ya hemos conseguido dos entre las doscientas mejores, y algunos de nuestros departamentos universitarios son punteros. Nuestro sistema educativo público es mejorable, pero lo único que hace mejor el sector privado es seleccionar al alumnado por origen social, pero no le da una formación de más calidad. Además, somos un país europeo con escaso empleo público, frente a lo que la gente cree.

Sin embargo, a pesar del éxito notable de quienes trabajan en el sector público en tantos ámbitos, sigue gozando de mala prensa. El neoliberalismo ha ganado la guerra ideológica con el mito del emprendedor, ese individuo hecho a sí mismo y que consigue triunfar. Por un lado, nadie es un individuo aislado, sino que está inserto en tramas de relaciones; los neoliberales solo ven las de competición, pero también están las de cooperación. De hecho, cuando se escarba bajo las figuras míticas, en algún momento hay un familiar que puso más dinero del que se conseguiría yendo a un banco, como sucedió en la creación de El Corte Inglés o de Zara. Por no hablar de que el mejor método para ser millonario es ser hijo de millonario. Por otro lado, este discurso denigra los esfuerzos colectivos bien dirigidos, como nuestro sistema de salud o de pensiones, cuando se ve que los países que optan por el mercado resuelven mucho peor estos problemas, como EEUU o Chile.

Frente a eso, el cuerpo de funcionarios demuestra en España que se pueden tener mejores condiciones laborales que en el sector privado y hacer el trabajo de forma eficiente. Ese trabajo se realiza además en unas condiciones de mayor igualdad, pues las diferencias salariales no son tan grandes como en el sector privado. El sistema no es perfecto, pues como dice Žižek, necesita de un poco de terror, que tengan miedo de hacer mal su trabajo. El sistema se mantiene por el sentido de la responsabilidad de los funcionarios, pero los que hacen mal su trabajo, no deberían dormir tranquilos.

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