DEJANDO IR: GENTE TÓXICA
CRIS COVO GÓMEZ
Cuantas
veces nos hemos encontrado incómodos al lado de alguien o hemos sentido repulsa
al oír el timbre de voz de una persona antipática. Las personas negativas o,
como comúnmente se las suele denominar, gente tóxica, ven el mundo a través de
un cristal oscuro, transmiten a los demás su propio pesimismo, normalmente
atraen la desgracia en la que ellos se mueven. Está comprobado que las personas
que pelean constantemente y que se quejan por todo suelen bajar el ánimo de los
que están a su alrededor. Es importante reconocerlas, no para luchar contra ellas sino para
mantenernos en nuestra propia onda, procurando que nada de lo que hagan o digan
pueda afectarnos.
El
cuerpo y la mente siguen siendo una unidad indivisible, los estados de ánimo y
las emociones negativas se traducen tarde o temprano en trastornos. Hasta la
propia medicina lo reconoce así cuando nos referimos a las enfermedades
sicosomáticas.
Las
personas que dan vueltas a las historias del pasado, alimentando el odio o el
rencor nunca llegan a su madurez, precisamente esos puntos débiles que se
retroalimentan son el caballo de batalla que no les permite superar errores y
frustraciones y que les hace vulnerables, hasta prender nuevamente el fuego de
sus pasiones que en definitiva no les deja vivir en paz.
No
se resigne usted a convivir con ellas; si no hay más remedio que tratar con un
jefe insoportable, un vecino maniático y desconfiado no permita bajo ningún
concepto que su punto de vista le influya. Sea libre ante todo, no esté
dispuesto a derrochar energía inútilmente por ellas.
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