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lunes, 3 de julio de 2017

CUANDO SE PIERDE EL NORTE



CUANDO SE PIERDE EL NORTE
EVA NAVARRO SAN LUIS

La semana pasada hemos asistido a la conmemoración de los 40 años de las primeras elecciones democráticas y está en mi conciencia preguntar ¿saben nuestros políticos lo que realmente es democracia y convivencia? Desde que comenzó la crisis hemos asistido a un espectáculo de crispación general, personas que veían peligrar su puesto de trabajo, escándalos de corrupción de toda índole, recortes que precedieron a la mala gestión que se había seguido hasta el momento.

El  político prepotente, que vive de espaldas a los votantes tiene sus días contados. El ciudadano medio está hastiado del calientasillones de turno que no representa a nadie y que no quiere comprometerse a nada, más preocupado por no perder su puesto que por trabajar a favor de la sociedad. Ahí están los centros públicos donde se escatima personal de limpieza, los aeropuertos sin taxistas que recojan a los viajeros; poco parece importarles la imagen que está dando el país con todo esto.

El ser humano por naturaleza prefiere comunicación en vez de alienación, comprensión en vez de temor y libertad en vez de subordinación. Cercenar estos valores supone mover peligrosamente los cimientos donde se asienta nuestra convivencia; el inconformismo y la repulsa no se hacen esperar. Tal es el fenómeno al que tendremos que seguir asistiendo en tanto estas mentalidades y actitudes no cambien.

Empresarios y políticos se dan indecentemente la mano por la espalda, sin importarles lo más mínimo cuáles son las consecuencias de las decisiones que están tomando, asistimos casi a diario a esta desvergüenza; el compadreo al que nos tienen acostumbrados cuando se tratan temas de vital importancia para el trabajador.

Una señora increpó una vez a un concejal diciéndole: “ustedes no están aquí por lealtad y servicio a la patria, están por lealtad y servicio a sus bolsillo”. Me gusta recordarla, si bien con cierta decepción, haciendo este comentario. Hoy más que nunca el político aparece como el representante de sus propios intereses y la cáscara vacía que es frente al electorado que lo vota.

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