COÑOS INSUMISOS Y CURAS
PEDERASTAS
ANÍBAL MALVAR
Una
jueza de Sevilla ha abierto juicio oral contra unas chicas que, el primero de
mayo de 2014, montaron una divertida procesión bautizada como del Santísimo
Coño Insumiso. Recorrieron las calles hispalenses hacia el arco de la iglesia
de la Magdalena portando sobre palio un coño plástico de muy sacras
dimensiones, y ahora las acusan de atentado contra los sentimientos religiosos.
Sucede
esto en las mismas fechas en que la policía detenía al secretario de un
cardenal vaticano en plena orgía gay con jóvenes prostitutos, aderezada con
kilos de cocaína, y pocos días después de que el cardenal George Pell, tesorero
del Vaticano y uno de los popes –iba a decir capos– de la Iglesia Católica,
haya recibido orden de viajar a Australia para enfrentarse a las acusaciones
policiales de abusos sexuales constantes a niños, durante el desempeño de su
cargo como arzobispo de Melbourne. Qué queréis que os diga. Entre estos curas y
las chicas del coño insumiso, yo creo distinguir bastante bien a los que deben
y a las que no deben ser juzgados y condenados.
Este
papa Francisco que ahora vende marihuana buenista y casi podemita en las sucias
esquinas de su fe, es el mismo que nombró tesorero al presunto abusador George
Pell, a sabiendas de que estaba investigado desde hace más de un lustro por
dejar que los niños se acercaran a él para recibir sus pegajosas enseñanzas.
Pero nunca irá a la cárcel. Como jamás fue a la cárcel el cardenal escocés
Keith O´Brien, después de que tuviera que renunciar tras conocerse su
“sexualidad depredadora” sobre decenas de menores. Ni siquiera se enfrentó a la
justicia. La reprimenda se limitó a una investigación interna del Vaticano de
la que nunca supimos nada.
No
son casos aislados como los del PP, que apenas tiene mil imputados. En
Australia, el proceso en que está inmerso Pell investiga abusos a 4.000 niños;
hay cientos de sacerdotes sospechosos (se investiga al 7% de los curas del
país, para ser exactos). 40 niños acabaron suicidándose (1%), según la policía
del país de los canguros.
Mientras
esto sucede, aquí en España gastamos el dinero del contribuyente en juzgar a
las cachondas del coño insumiso. Y la Comisión Europea acusó a España, este
abril pasado, de vulnerar los derechos del menor protegiendo, así, a nuestros
ensotanados pederastas. A Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de
Cristo, lo defendió el papa Benedicto XVI hasta que fue le imposible esconder
más hectolitros de esperma en el maletero del papamóvil. Todos estos lodos –y
muchos más– explican que en nuestro pío país en derrumbe solo se hayan
constatado 10 condenas a curitas rijosos. Con la Iglesia, en pelota, hemos
topado.
A
la iglesia se le viene perdonando todo desde siempre. O se silencian sus
crímenes, como el nazismo. El partido católico alemán, por orden del Vaticano,
votó a Hitler en el Reichstag el 23 de marzo de 1933, traicionando el frente
que había formado con los socialistas para evitar la llegada del siniestro
austriaco al poder. Además, ordenó a sus sacerdotes instruir en escuelas e
iglesias a niños y fieles sobre las bondades del nazismo y la necesidad de
exterminar a los judíos (toma hostia, Jesús de Nazaret, príncipe de los ídem).
El
que después sería papa Pío XII describió así la postura católica cuando ejercía
de secretario de Estado del Vaticano: “Es necesario que los católicos
encuentren en los pactos diplomáticos entre la Santa Sede y el gobierno nazi
las garantías que puedan asegurarles, al menos, el mantenimiento de su posición
en la vida de la nación”.
De
lo que pasó en la España de Franco no os quiero ni contar: asesinato selectivo
con chivatazos sacerdotales de los maestros que se negaban a educar bajo los
auspicios de la razón y la ciencia. De delaciones eclesiales contra ellos están
pobladas nuestras famosas cunetas. Hace unos días, el Tribunal de Justicia de
la Unión Europea nos advirtió de que las ayudas fiscales a la Iglesia son
ilegales.
Y
con estos precedentes, resulta que el santo coño insumiso ofende la
sensibilidad de los defensores de esta secta hitleriana, pederasta y
franquista. Y una jueza avala que las insumisas coñeras tengan que pagar fianza
mientras no son juzgadas. Se conoce que existe riesgo de que huyan del país con
sus coños, destruyendo pruebas.
A
mí quien me ofende es esa jueza, que debería estar pasando el cepillo en la
iglesia después de ser apartada de la judicatura por gilipollas, prevaricadora
o ignorante, o las tres cosas a la vez. Y lo que más me jode es que reciba su
sueldo de mis impuestos. Vivan los coños insumisos. Si San José, que me apoya,
a quien no dieron oportunidad de catar coño, levantara la…
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