DESCOLONIZACIÓN
E INDEPENDENCIA: SI TE RINDES HOY DE NADA SERVIRÁ EL ESFUERZO QUE HICISTE AYER
MOVIMIENTO POR LA
UNIDAD
DEL PUEBLO CANARIO
No puede ser
libre el pueblo que oprime a otro pueblo. El sometimiento de un pueblo por otro
pueblo constituye el acto más vil, cruel y ruin de la historia de la humanidad
e implica la destrucción de sus estructuras sociales: políticas, económicas, administrativas,
educativas, científico-tecnológicas, así como la cultura y, especialmente, el
idioma de la población subyugada, quedando esta desarticulada, desubicada y a
merced del régimen colonial que, paradójicamente, exalta sus brutales,
bárbaros, vandálicos y criminales atropellos con el demagógico y peregrino
argumento de que con ellos ha llevado la cultura a los pueblos colonizados.
Canarias, la
más antigua colonia. Probablemente la colonia más antigua del mundo son las
Islas Canarias, una posesión de España en África desde el aciago año 1402 en el
que tuvo lugar el establecimiento del caduco régimen monárquico y colonial
español en el Rubicón, isla de Titerroygakat (Lanzarote) como la denominan sus
legítimos habitantes, los mahos aunque, hasta donde llega nuestro mejor
conocimiento, desde el año 1344 el papa Clemente VI emitió una Bula (Tue
devotionis sinceritas, aún vigente y por la que nunca han pedido perdón, ni
siquiera el pseudoprogresista otrora cardenal Bergoglio ahora papa Francisco I)
mediante la cual autorizaba al monarca español Luis de España y Cerda la
conquista de las Canarias con el firme propósito de frenar el gran desarrollo
social, científico y tecnológico de la sociedad guanche, que ya habíamos
constatado científicamente que los planetas giraban alrededor del sol (Magec
para nosotros), de ahí que la curia romana nos denominase, despectivamente, adoradores
del sol y de la luna, un orgullo para nosotros; conocíamos además la estructura
elíptica de algunas galaxias a partir del estudio de la Vía Láctea, visible a
simple vista, pues uno de sus brazos alberga nuestro sistema solar, como lo
atestiguan las numerosísimas inscripciones en los observatorios astronómicos
construidos a lo largo y ancho de nuestra geografía, especialmente en Benawaré
(La Palma); momificabamos a los muertos sin necesidad de extirparles las
vísceras (técnica aún sin igualar por la moderna medicina que, al repatriar un
cadáver, procede a extirparle las vísceras para evitar su putrefacción),
contrariamente a como hacían egipcios y aztecas e incluso extirpabamos tumores
cerebrales como consta en algunas de nuestras momias, que presentan
trepanaciones del cráneo perfectamente circulares y cicatrizadas, lo que
demuestra la curación y supervivencia de los pacientes sometidos a dichas
prácticas quirúrgicas y nuestro avanzado sistema sanitario.
Los
sanguinarios invasores no se conformaron con destruir nuestra floreciente
sociedad sino que nos impusieron por la fuerza de las armas sus bárbaras y
depravadas costumbres. Desdichadamente en nuestro pueblo recae el penoso record
de desempeñar la más larga lucha anticolonialista en defensa de nuestra
arrebatada libertad e independencia, dado que nunca ha habido conquista pues
jamás claudicaremos en nuestra rebeldía contra la ocupación de nuestra patria y
por nuestro inalienable derecho a la emancipación nacional dado que, como
escribió Pi y Margal, “los derechos de los pueblos no caducan ni con la
prescripción de los siglos”.
Una larga
lucha anticolonialista. La ocupación de nuestra patria por la monarquía
medieval española comenzó por lo tanto el año 1402 mediante una invasión armada
que no finalizó hasta 1495 con la claudicación de Chinet (Tenerife), ciento
cincuenta y un (151) años después de la Bula papal, gracias a la feroz
resistencia de nuestros antepasados, un pueblo fornido, valiente, muy bien
organizado, nutrido y disciplinado, defendiéndose contra invasores pertrechados
con mortíferas armas de fuego que también utilizaron nuestros puertos para el
avituallamiento de los navíos que participaron en el genocidio americano,
iniciado el año 1492 (tres años antes de finalizar el completo sometimiento de
las Islas Canarias), sin olvidar las Islas Filipinas, cuyas colonias se
emanciparon gracias al denodado esfuerzo de todos los anticolonialistas,
particularmente los oriundos de Canarias, a lo largo de los siglos XVIII y XIX,
momento en el que surgió un potente movimiento anticolonialista a favor de la
descolonización e independencia de Canarias, auspiciado por los próceres
independentistas canarios Secundino Delgado, Julián Ayala, José Guerra Serpa y
otros compatriotas aunque, desgraciadamente, no cristalizó en la independencia
de nuestra patria.
Las Naciones
Unidas y la descolonización. Posteriormente, el mayor impulso a la
descolonización tuvo lugar a raíz de que la Asamblea General de las Naciones
Unidas aprobara la Resolución 1514(XV) de 1960 sobre la concesión de la
independencia a los países y pueblos colonizados y su gente, que
condujo a la emancipación de la mayor parte de las colonias africanas, proceso
del que nuevamente quedó excluida Canarias debido a los manejos del régimen
fascista y colonial del dictador Franco que, lamentablemente, había sido
admitido como miembro de las Naciones Unidas en 1955, conspirando
vergonzosamente, mediante el método que mejor conoce, la picaresca, para engañar
a la comunidad internacional con el falso argumento de que las Canarias no eran
una colonia sino una presunta “provincia de ultramar” poblada por españoles, lo
que no engañó ni siquiera a los españoles, surgiendo un potente movimiento de
solidaridad con la Islas Canarias en el seno de las Naciones Unidas liderado
por Ucrania, que agradecemos profundamente, siendo la primera vez que la
descolonización de Canarias se trataba en este foro de las naciones libres y
que desarrollaremos con mayor profundidad en el próximo escrito, en versiones
inglesa y española.
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