POR: EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO
Como
el enigma del oráculo, el metalenguaje en este milenio de las grandes muertes
colapsa aquello que sugiere, disuelve lo que toca, no responde a la razón y a
la mesura sino a la locura y la agonía, en la que se debate una humanidad que
asesina ideas e ideales y a los hombres y mujeres, ‘homo phenomenon’, ‘homo
diversus’, ‘homo responsabilus’, ‘homo philosophicus’, que conforman al hombre
que se autodetermina por y para sí, sin la rigidez del límite ni la urgencia de
una ruptura. El hombre que tal vez, puede hacernos vivir una historia
consagrada en naturalidad y espontaneidad en un lazo común fundacional.
Se
trata de un razonamiento a destiempo, pues está ya en acto la ejecución sumaria
del ‘hombre natural’, llevada a cabo por la más mordaz e invisible de las
academias, que deslegitima cualquier ensayo de entendimiento en nombre de la
igualdad, sosteniendo sin razonamiento ni fundamento alguno la acción de
‘asesinar’ el pensamiento y su devenir histórico, en el sentir del hombre
acribillado por el recuerdo de mejores tiempos, que ‘medita con huellas’,
silencio y temor, el pasado abolido cuando creía formar parte del ‘gran juego’
del mundo que diverge.
Un
orden monótono y totalizante, instaurado por una lógica indigente a la mirada
de la cual todo se iguala… Antes para eliminar una revolución, había que
disolverla; hoy basta con promocionarla. Es el gran tema hoy, con la tecnología
de vanguardia en acto, pero manipulada por singulares expertos que establecen
fórmulas apocalípticas para relativizar lo relativo vuelto absoluto, ejecutando
un golpe constitutivo de discontinuidad a la luz de siglos que observan. En
este contexto, ‘las filosofías débiles’, ‘el proyecto dolce’, ‘el producto
light’, ‘la vida soft’ o la geometría blanda, son meros síntomas, meros testimonios
de la situación planteada ante esta nueva realidad, más que ensayos de solución
personal.
Un
inicio para la senda de un vagabundo del tercer milenio, que dice ¡Sí!
acompañando la sensación de tener de alguna manera razón en resistir a toda la
trampa del lenguaje que inhibe, incluso los comentarios que imponen la
violencia de un metarrelato, demasiado consustanciado con este tiempo caótico,
pero con rumbo seguro a un giro inesperado donde se ‘medite con huellas’. Todo
se disfraza de contradicción, confunde en quien toma la palabra con impaciencia
y cierto fanatismo por llegar a ser en impulso retroactivo ‘moscas de la
diligencia’ que degradan todo al servicio de las tendencias de la denominada
civilización, asimiladas a las prácticas atroces de prostituir a un pueblo,
drogarlo y anestesiarlo, es ley: la coartada de la ley… cada ley es una
corteza, un pacto demoníaco con el espacio de la trascendencia: un espasmo.
Pensar
en un ser maligno y multinacional que actúa independientemente de nosotros sólo
sirve para excusarse de nuestra desidia e inaptitud en terminar de una buena
vez con los genocidios cotidianos, los atentados a nuestra condición de ‘ser’ y
a nuestra libertad jaqueada.
Para
algunos, estaría justificada la inercia ante el asesinato cual método de
existencia, por el poder irreductible del sistema. Pero más bien se trata de la
inercia que legitima el poder, la delegación de responsabilidades, que
finalmente es el contrario de la autoría. Del mismo modo que los desastres
ecológicos, la llegada de un apocalipsis, se sustenta en los pequeños ‘valores’
cotidianos que casi nadie discute y mucho menos está dispuesto a denunciar… y
eliminar.
En
sus pliegues la realidad se contempla a sí misma y en ella se despliegan los
‘juegos de engaños’ del hombre, mientras se predica la obsolescencia de los
valores, son esos valores los que insinúan ser redimidos y puestos en
acto…mientras siglos y siglos de valores nos contemplan, predestinan
holocaustos cotidianos, frente a los que la indolencia de la civilización del
‘control’ y la ‘dominación’, descree lo que supone superado, a fuerza de oponer
violencia al acto de simplemente ‘ser’.
Asistimos
a una situación de crisis absoluta de valores: una absoluta crisis de lo
absoluto. Para algunos un síntoma infernal de la confusión del mundo, los
demonios y la carne; para otros la conformación del ‘paraíso’ de la
desigualdad, de la acumulación, de la serialización de originales
desaparecidos, de la muerte del autor y del ‘ser’. Finalmente para todos, un
flujo irreversible de acontecimientos cuya flexibilización no consigue ocultar
su extremo rigor. Desacreditamos viejos paradigmas por considerarlos inútiles,
para enfrentar una nueva realidad, cuando el equívoco es utilizarlos y la
tentación más fácil fingir una crisis.
Pero
no hay exactamente crisis de valores, imperan unos nuevos apenas identificados,
tanto más peligrosos cuanto más invisibles a los ojos del ciudadano distraído
en sus rutinas prostibularias, de esclavo del tercer milenio… cuánto menos se
discuten.
Desde
las oscuras trincheras del ‘orden’ resucitan ciertos impulsos mesiánicos de
liberación e higiene frente a un mundo donde la incertidumbre es la única
certeza de filiación a lo ya experimentado, vivido y sufrido… permanecemos en
una Edad Media de alta tecnología barroca, que ya sustituye paradigmas
originales.
Referir
la situación actual, de nuestras existencias, creo así las denominábamos, a la
metáfora del demonismo es una prevención, un atajo, un paso más allá de
ingenuas y peligrosas soluciones reaccionarias que ya se están produciendo hace
un par de décadas y que se acrecentarán, multiplicándose aún más en el futuro
inmediato. Pues la resurrección de dioses y demonios crece cuanto crece la
incertidumbre. En ella afloran al mismo ritmo todo tipo de creencias y
descreencias, que crecen en su propio ocultamiento.
Mil
años de melancolía se extienden y caen como una red sobre todos y, no tenemos
respuestas para dar… pero, ¿qué podemos responder?… sin la esclavitud de un
límite, sin la urgencia de una ruptura… elegir entre la vida o el lenguaje:
Química de las palabras, electrólisis del lenguaje, pensamientos elevados a
símbolo, investidos y despojados, polarizados por la sangre, anclados en el
instinto… tomaremos una a una las palabras y partiremos… sexo, sangre y soplo:
cuentas y escrituras rituales… cifras de un sentido milenario.
Lo
que segundos antes parecía latido… sin advertencia, ni preparación: silencio…
ese terreno acotado por el lenguaje… silencio… ni tan solo una gota de agua
bendita que invitara al milagro, ni un hueso que tocar… silencio…
palpitaciones, vacío, caras, recuerdos, sustancia de los recuerdos… el momento
de las cosas tremendas ¿ha pasado?… Tiempo al tiempo y espacio al espacio.
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