HIJOS DE LA TIERRA.( OBRA
EN DOS ESCENA)
DUNIA
SÁNCHEZ
ESCENA
1
Piano,
piano. La noche llega con la luna blanca enérgica. Su reflejo es arrugoso sobre
el océano. Dos sillas en la orilla. Dos cuerpos desnudos que se dan la espalda.
Primero el silencio y luego las voces del alma, de un ayer retorcido en la
memoria.
Xx:
Estamos
aquí, ahora. El murmullo del oleaje se desdobla, anuncia calma y una vida fugaz
tras el telón que nos movemos. No te veo, a espaldas a mi recorres mis sentidos
con la fuerza de tu voz. Voz única, esa que nos hace uno solo en medio del
misterio del universo. Estamos aquí, tambores de espumas anuncian la llegada de
alguna barca perdida en el gemido de la brisa. Rompen contra las rocas. La
huida. Se desvanecen bajo la conciencia de la vida, de la esperanza fortalecida
por la llegada a la isla de la fortuna.
Yy:
Estamos
aquí, ahora. Un tul oscurecido por la nada. Oleaje que continua, oleaje que se
evade de las algas y caracolas. Escucha, escucha….ballenas azules cantando en
la lejanía. Océano santuario de los espíritus tristes, cancelados de la
oportunidad de erupcionar como hijos de esta tierra. La marea sube y sube,
ahora hasta nuestros tobillos. Estamos aquí, sentadas de espaldas. Dejaremos
que el mar nos arrastres hasta el fin de estas tierras, lejos…muy lejos. Donde
no hay cabida para el llanto. Seres de agua, seres inertes en un mundo abisal
de huesos pero transparentes a la verdad.
Ballena:
Uy,
uy. En la distancia observo dos seres estáticos. No se hablan. De espaldas a
todo lo que se mece en su derredor. La muerte vendrá de negro, de blanco cuando
la mar alcance sus ojos. Ellas se dejarán. Coloquian en el callamiento, en el
vacíos de sus vivencias. Ah, ah. Mi canto no se escucha. Estoy distante de
ellas. Noche de luna. Noche de glaciales derrotados mortificando la
supervivencia en estos mares. Sube la marea, ellas, quietas. Cuerpo mío no más
ojos en blancos.
Tortuga:
Que
más da que desfallezcan querida ballena. Al fin al cabo nosotras también
feneceremos por sus culpas. Acidez en sus lenguas, hogueras en sus manos. Todo
hierve en el sentido del adiós. Hasta entre ellos mismos son depredadores sin
remordimiento. Qué continúe el espectáculo. Plástico en mis aletas. Qué me
dices a ello….culpables, ellas son culpables.
Ballena:
Culpables….¡culpables
del desorden de este globo llamado tierra¡ se irán barridas por el resonar de
su inclemencia, de sus egoísmos ante la madre tierra. Puede ser que se
arrepienta y no desee ser cuerpos extendidos en deshechos. Para ello han de
andar mucho, convencer para toda esta masacre del reino natural que se espera.
Xx:
Viene.
Yy:
Sí,
viene.
Xx¨
La
sombra de las mareas vienen. Tomaremos el sendero de los desaparecidos.
Tomaremos el último aliento del ayer. Nos desenvolveremos con ellos en una
danza nupcial agarrada a los espíritus de luz.
Yy:
Las
profundidades será nuestro hogar. Sí, viva la danza melancólica atada a las
entrañas de este océano. Ellos, los de sueños malgastados se han perdido. Nos
perderemos con ellos para el jamás de los jamases vuelva a ocurrir.
Xx:
Olvido
Yy:
Sí,
olvido.
Xx
Nos
olvidaremos de las risas, de la alegre partida de nuestras manos en el
crecimiento de las jornadas. No hay más que decir. Náufragos peinados por el
ronroneo del oleaje. Náufragos enfilados en el olvido.
Yy:
Nos
olvidaremos del deseo de volar alto y alto. Allá donde el todo nos no alcance.
Nos perdemos como seres de la desmemoria. Seremos alas rajadas en el insomne
canto de las gaviotas.
Xx:
Muerte.
Yy
Sí,
muerte.
Xx:
No
nada más. Las Pléyares están en lo alto. Que nos guíen en la oscuridad.
Yy:
No,
nada más.
La
marea se empeña en subir y subir, hasta cubrirlas. Desaparecen en las profundidades del silencio. La noche
avanza, mujeres invisibles a la memoria del mañana. Caen y caen en la dejadez,
en los pacíficos pasos de la muerte.
Xx:
Adiós
Yy:
Sí,
adiós.
ESCENA
2
Noche
que se estremece cuando el sol cobrizo sumerge a dos figuras en el
desierto. Aisladas, sentadas de espaldas
meditan ante la polución analfabeta de una esfera que se erige al desencanto. Los alisios se yerguen en este lado de la
nulidad de la vida.
Xx:
Ya
no hay vida. Todo se ha escondido al despertar del amanecer. Mis sentidos
desnudos despliegan elocuentes palabras de esperanza. Algo se acerca. A primera
vista es como un punto destrozado en el horizonte pero después se va transformando
en una hilera humana de la huída, de la herida arremetiendo contra su
verticalidad. No sé lo que piensas tu, de espaldas a mí, ausente y lejana.
Yy:
Todo
se evapora, se extingue a medido que crecemos más y más. Fractura existente en
el planeta tierra. Este desierto me embelesa. Viene el viento y con el mujeres,
hombres, niños tapados para que su estrago sea ahuyentado. Les han robado sus
vidas, sus emociones, cualquier acto en la abundancia de la alegría. Ya no hay
momentos, instantes erupcionando en sus pasos. Parecen cansados. Yo aquí,
detrás de ti. Sumida en el silencio.
Sol:
Dos
mujeres que ya no se abrazan. Aquí, en el medio, de la ventolera de la
libertad. Deshidratadas y atrapadas. Solo cavilan en la vida. Aquí, ahora, en
este desierto donde las almas se esconde hasta el anochecer. Les espera la
tumba, una tumba erguida por la arena.
Viento:
Oh,
se autodestruyen. Ahí meciéndose con las baladas de mi aliento. Soy mortífero
pasajero de brumas oscuras. No, no esperaré. La prisa me ata a ser ventisca
mordiente de la nada.
Xx:
Viene.
Yy:
Sí,
viene.
Xx:
Nos
atrapara y asfixiadas en el desorden seremos ojos tatuados de caravanas
inconclusas de seres inocentes.
Yy:
A
nosotras y a ellos. A ellos y a
nosotras. Rumiar el grito por la vida. No…no, es imposible, es absurdo en este
imparable camino hasta la frontera. Madre que llora al ver a su hijo en el
último resquicio de la nada. El todo es estremecedor, las calamidades azotan
con sus púas y el engaño de garras que buscan su ida.
Xx:
Muerte.
Yy:
Si,
muerte.
Xx:
Un
esbozo en la luna perdida. Tal vez ella…No, todo es vacío en esta tierra de
piedra y arena.
Yy:
Tú.
Sí, tu. Paisaje de tumbas andantes hasta ese océanos que los llevará a ninguna
parte. Alambradas salpicando sus ojos angustiosos, mortificados. Qué este
acabe. Ya, ordeno mundo de la mentira, mundo descompesado por el equilibrio
incierto en nuestras mentes.
Xx:
No
hay más.
Yy:
Sí,
no hay más.
Se
despiden. Así, de espaldas al ronroneo enérgico del siroco. Atrapadas, ahogadas
en sus . Estatuas de arena en la perdida de sus cimientos a ras de la muerte.
Xx:
Adiós.
Yy:
Si,
adiós.
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