DE MARHUENDAS Y RAJOYS: LA IRRESPONSABILIDAD
FRANQUISTA DE LA DERECHA ESPAÑOLA
CARLOS
HERNÁNDEZ
"No
des mi nombre, te lo ruego"; "por favor, no me menciones porque temo
que puedan tomar represalias con mi hija"; "te cuento lo que quieras,
pero no me cites… la situación aquí está muy tensa". Después de 27 años
ejerciendo esta agridulce profesión y de haber pateado unas cuantas naciones
sometidas por tiranías o arrasadas por las guerras, jamás pensé que tendría que
escuchar este tipo de cosas en mi propio país. Pues sí; es aquí, en una
localidad murciana llamada Fuente Álamo donde parece imperar la ley del miedo y
del silencio.
Desde
hace cuatro años, La Falange y el PP lideran a un amplio grupo de nostálgicos
franquistas con el objetivo de evitar que el colegio de público deje de
llamarse "José Antonio". Su campaña ha logrado amedrentar, pero no
doblegar, a los profesores y padres de alumnos que, a través del Consejo
Escolar, han pedido que el centro educativo deje de estar consagrado a un líder
antidemocrático: el fundador del partido fascista español que tanto
protagonismo tuvo en la sublevación franquista y en la posterior dictadura que
secuestró nuestras libertades durante cuarenta largos años.
El
pasado sábado por la noche, el alcalde de la localidad seguía haciendo frente a
las amenazas e insultos vertidos por los ultras. En las casas cercanas,
profesores y padres de alumnos leían atónitos los panfletos distribuidos por La
Falange en los que se exigía el mantenimiento del nombre porque, entre otras
cosas, Primo de Rivera "amó a España y a los españoles" y
"dirigió a la juventud española para intentar salvar la patria". A
esas horas, quienes en Fuente Álamo trataban de escapar de la inquietud y el
silencio encendiendo sus televisores se encontraban en La Sexta a Eduardo Inda
comparando a Franco con Napoleón y a Francisco Marhuenda defendiendo con arrojo
la dictadura antes de afirmar, sin siquiera sonrojarse, que en su "puta
vida" ha sido franquista.
Algunos
creen que los Marhuindas son una especie de dúo cómico inofensivo que
nos ameniza algunas noches aburridas; se equivocan. Uno por convicción y el
otro porque encaja en el personaje que él mismo se ha creado dotan de
argumentos (falaces, pero argumentos) a falangistas, viejos franquistas y a sus
nuevos cachorros de Hogar Social y de otras organizaciones neofascistas. No son
los únicos irresponsables que juegan a esto. Nuestras ondas, webs, kioscos y
librerías están repletas de revisionistas que, tras alardear de demócratas,
blanquean la dictadura, justifican sus crímenes y defienden con razonamientos
infantiles, pero eficaces, el mantenimiento de sus símbolos.
Este
nuevo Movimiento solo ha podido alcanzar tamaña magnitud porque detrás de él se
encuentra, nada menos, que el partido que tiene la responsabilidad de gobierno.
Marhuenda no hablaría como habla si no contara con el aplauso de su amo,
Mariano Rajoy.
España
está pagando y va a seguir pagando esta gravísima irresponsabilidad de los
conservadores españoles. Una buena parte de la derecha política, periodística,
intelectual, eclesiástica y empresarial no ha querido desvincularse del
fascismo. Nuestra derecha es una mancha de totalitarismo en Europa y algún día
debería seguir, de una vez, el ejemplo del centro derecha francés o de la CDU
alemana de Ángela Merkel que son abiertamente antifascistas. Nadie en la
derecha sensata germana se plantearía hoy justificar la llegada de Hitler al
poder por la violencia política que se vivía en el país o por la amenaza de un
contagio soviético en los movimientos obreros; nadie blanquearía el nazismo
porque los Aliados cometieron atrocidades terribles al bombardear Dresde o Hamburgo;
nadie compararía al Führer con Napoleón o con Alejandro Magno para justificar
la existencia de monumentos en su honor…
No.
España no es Alemania y eso se debe, en buena medida, a que el PP no es esa CDU
antifascista. Nuestro presidente del Gobierno fue un nostálgico franquista más
que escondió, poco a poco, su camisa azul en lo más profundo de su armario. En
los años 80 aún escribía artículos en la prensa reafirmando la superioridad
física e intelectual de "los hijos de la buena estirpe" y autorizaba,
como secretario general del PP gallego, la distribución de cartas alabando la
figura del dictador.
Ese
es el líder político que se ha declarado, orgullosamente, insumiso a una ley
aprobada democráticamente como es la Ley de Memoria Histórica. Él y otros como
él son los que han propiciado que aprendices, como Rafael Hernando o Pablo
Casado, hagan méritos para ascender en el partido a base de humillar a las
víctimas del franquismo y a sus familiares en los platós de televisión.
La
derecha verdaderamente democrática, que la hay, debería de una vez por todas
romper los hilos que la siguen atando a la dictadura. Sin duda perderán unos
cuantos miles de votos, pero España necesita un Partido Popular que deje de
peregrinar al Valle de los Caídos y se dedique a hacer pedagogía para evitar
casos como el de Fuente Álamo. Allí es su grupo municipal, el popular, el
primero en defender, con uñas y dientes, el que sus hijos estudien en un
colegio llamado "José Antonio".
Al
igual que en Salamanca es su alcalde popular el que retrasa hasta el infinito
la retirada de su Plaza Mayor, ordenada por un juez, del medallón dedicado al
dictador. Al igual que en Alicante son sus concejales populares los que han
logrado que se repongan los nombres de las calles franquistas. Al igual que en
Madrid es su grupo político el que se opone a la retirada total de los
vestigios de la dictadura. Al igual que en Alberche y Guadiana del Caudillo son
sus alcaldes los que son premiados por la Fundación Francisco Franco. Al igual
que en Baralla, Aljubé, Mora, Alella, Melilla, Navalmoral de la Mata, Vitoria,
Callosa de Segura, Oviedo…
Son
los Marhuendas y los Rajoys los que permiten, toleran y alientan esta
complicidad intelectual con la dictadura. Son ellos los que llevan años creando
el caldo de cultivo en el que sobrevive y, poco a poco, resurge el monstruo del
totalitarismo. Son ellos, los Marhuendas y los Rajoys los que provocan
que España esté repleta de Fuente Álamos.
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